lunes, 17 de junio de 2013

Jesús pide que hagamos el bien incluso a quien nos hace mal

¡Amor y paz!

Siguen las antítesis con que Jesús quiere hacer entender a sus seguidores un estilo de vida más perfecto y auténtico. Esta vez se trata de nuestra relación con quienes nos han ofendido.

La llamada «ley del talión» -ojo por ojo y diente por diente- era una ley que, en su tiempo, representaba un progreso: quería contener el castigo en sus justos límites, y evitar que se tomara la justicia por su cuenta arbitrariamente. Había que castigar sólo en la medida en que se había faltado: «tal como» (de ahí el nombre de «talión», del latín «talis»).

Pero Jesús va más allá, no quiere que se devuelva mal por mal. Pone ejemplos de la vida concreta, como los golpes, o los pleitos, o la petición de préstamos: «no hagáis frente al que os agravia... preséntale la otra mejilla... dale también la capa» (José Aldazabal).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la XI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 5,38-42.
Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente.» Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te hace un pleito por la camisa, entrégale también el manto. Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos. Da al que te pida, y al que espera de ti algo prestado, no le vuelvas la espalda.
Comentario

La ley del talión imponía al malvado, al que obraba mal, la misma pena que había cometido (Ex. 21, 23-25). La ley de la venganza era una antigua costumbre y servía para proteger a las personas, obligando al pariente más próximo a vengar los daños o la muerte, o a comprar las propiedades del pariente para pagar sus deudas. La invalidación de la ley del talión por Jesús es la esencia de esta quinta antítesis.

El texto de Mateo nos presenta con claridad cuatro ámbitos en los que se pone en juego la venganza. El primer ámbito es la violencia física. Jesús rechaza el principio de la autodefensa sancionado por la costumbre, sin sustituirlo por otro principio de autodefensa. Afirma simplemente que no se debe hacer frente al agresor. De esta manera Jesús invita a no responder a la violencia con más violencia y hace un llamado a soportarla. El segundo ámbito es el de los pleitos jurídicos. Jesús invita a sus discípulos a que no respondan a la acción legal con otra acción legal, sino que se debe entregar lo que está en pleito y aún dar más si es necesario. El tercer ámbito hace referencia al trabajo o servicio forzado, el cual es puesto en la misma línea de los anteriores: ir más allá, asumiendo el trabajo y el servicio con generosidad y disponibilidad. El cuarto ámbito se refiere a los dones o préstamos, a los que no hay que negarse. Es difícil imaginar una forma más clara de expresar el principio de que no hay que resistirse, sino dar con generosidad.

El mandato de Jesús exige una profunda experiencia de amor para los que obran el mal y la violencia. Esta es la paradoja del cristianismo que obliga a dar bien por mal, exigencia de nuestro compromiso cristiano que reclama un amor incondicional a todos los hombres, sea cual fuere su comportamiento con nosotros. Aunque esto no significa que el cristiano debe estar resignado, apático e indiferente frente al mal que se comete en la sociedad cuando se abofetea al hermano, sobre todo a los más pobres. Mucho menos nuestra actitud frente al mal puede ser neutral entre oprimidos y opresores. Jesús nos invita a construir una nueva sociedad en la igualdad, la solidaridad y el respeto entre los hombres, quebrando toda actitud de menosprecio y humillación.

Servicio Bíblico Latinoamericano