¡Amor y paz!
Jesús
conoce el misterio del Reino, Él sabe que las cosas del Espíritu necesitan una
cierta sensibilidad para poderlas captar. Las parábolas reflejan nuestro mundo
simbólico, son expresión de lo que sucede al interior del ser humano, son la
forma más apropiada que Jesús ha encontrado para transmitirnos su propia
vivencia de Dios. A todos no les es dado conocer el lenguaje del Espíritu.
Pudiéramos pensar que Dios es selectivo, que Dios excluye porque sólo da su
Espíritu a quienes El quiere.
Pero hay algo que debemos tener en cuenta y es la
libertad humana: Dios no nos obliga a aceptarlo. Los hombres y mujeres
se excluyen libremente de participar en la propuesta que Dios hace, pero
también, cuando abren su corazón y se disponen a la acción de Dios, Dios mismo
hace que lo comprendan con más facilidad.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el
comentario, en este jueves de la XVI Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio
según San Mateo 13,10-17.
Los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?". Él les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán, Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
Comentario
La enseñanza que Jesús comparte con el pueblo y con los discípulos se basa en las vivencias de la vida
cotidiana, en las tradiciones narrativas populares y en su increíble capacidad
de crear historias. Jesús no enseña como los escribas, los fariseos o los
levitas. Su forma de "hablar con autoridad" cautivó desde el comienzo
de la misión a la gente sencilla e, incluso, a las personas más instruidas.
Jesús vio su particular forma de enseñar como una gracia del Padre. Una
bendición que reciben los sencillos para descubrir las revelaciones de Dios.
Los "sabios" y poderosos estaban tan entretenidos con sus cargos,
dignidades y saberes que difícilmente prestarían oído a un campesino galileo.
Su actividad los embotaba tanto que su entendimiento estaba confundido y su
corazón obstinado.
Contra esta cerrazón de mente, corazón y manos se dirige Jesús. Él
quiere que las personas se abran a Dios comprendiendo a través de las cosas
sencillas las maravillas que obra Dios en el mundo. Habla a los corazones que
se han cerrado al sufrimiento ajeno para que cambien de actitud. Solicita la
colaboración de nuestras manos para que transformemos las realidades contrarias
al designio de Dios.
Hoy debemos volver a la pedagogía de Jesús. Necesitamos recuperar
nuestra capacidad para "contar" la buena nueva de manera atractiva,
bella y sencilla. Debemos procurar que nuestras catequesis y liturgias no se
conviertan en pesados fardos que emboten el entendimiento y cierren el corazón.
Precisamos estar despiertos para percibir en la realidad los signos de los
tiempos y es urgente tener nuestras manos libres para transformar este mundo en
un mundo de hermanos.
Servicio Bíblico Latinoamericano