lunes, 4 de diciembre de 2023

Señor, no soy digno

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este lunes I de Adviento, ciclo B.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura del libro del profeta Isaías         2, 1-5

 

Palabra que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión, acerca de Judá y de Jerusalén:

Sucederá al fin de los tiempos que la montaña de la Casa del Señor será afianzada sobre la cumbre de las montañas y se elevará por encima de las colinas. Todas las naciones afluirán hacia ella y acudirán pueblos numerosos, que dirán:

«Vengan, subamos a la montaña del Señor, a la Casa del Dios de Jacob! El nos instruirá en sus caminos y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén, la palabra del Señor.

El será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra. Ven, casa de Jacob, y caminemos a la luz del Señor!

 

Palabra de Dios.

 

SALMO         

 

Sal 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: cf. 1)

 

R.        Vamos con alegría a la Casa del Señor.

 

Qué alegría cuando me dijeron:

«¡Vamos a la Casa del Señor»!

Nuestros pies ya están pisando

tus umbrales, Jerusalén.  R.

 

Allí suben las tribus,

las tribus del Señor

-según es norma en Israel-

para celebrar el nombre del Señor.

Porque allí está el trono de la justicia,

el trono de la casa de David.  R.

 

Auguren la paz a Jerusalén:

¡haya paz en tus muros

y seguridad en tus palacios!»  R.

 

Por amor a mis hermanos y amigos,

diré: «La paz esté contigo.»

Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,

buscaré tu felicidad.  R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   8, 5-11

 

Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole: «Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente.» Jesús le dijo: «Yo mismo iré a curarlo.»

Pero el centurión respondió: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: «Ve», él va, y a otro: «Ven», él viene; y cuando digo a mi sirviente: «Tienes que hacer esto», él lo hace.»

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos.»

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • La primera semana de Adviento nos ofrece unas lecturas de Isaías, profeta de la esperanza, en medio de una historia atormentada del pueblo de Israel con la amenaza asiria, ocho siglos antes de Cristo.
  • Sus pasajes serán anuncios de esperanza, de salvación, de futuro más optimista para el resto de Israel, para los demás pueblos, e incluso para todo el cosmos.
  • El profeta, que ve la historia desde los ojos de Dios, anuncia la luz y la salvación para todos los pueblos.
  • Jerusalén será como el faro situado en una montaña alta, para que todos lo vean desde lejos, e ilumine a todos los pueblos. Dios quiere enseñar desde aquí sus caminos. La palabra salvadora brotará de Jerusalén.
  • Tanto judíos como paganos «caminarán a la luz del Señor» y formarán un solo pueblo.
  • Habrá paz cuando suceda; y lo dice con comparaciones que el hombre de campo entiende bien: de las espadas se forjarán arados, de las lanzas, podaderas,  nadie levantará la espada contra nadie.
  • Isaías vaticina un destino glorioso para Sión, el de convertirse en el centro del mundo y de la historia, de donde fluya sobre el mundo la Palabra y la ley justa y liberadora del Señor. Anuncia además una era de paz universal expresada con las imágenes de las espadas convertidas en arados y las lanzas en podaderas.

***

  • El Evangelio nos cuenta la curación del criado de un centurión, un pagano, oficial del ejército romano que ocupaba y oprimía el territorio de Israel, una persona que no pertenecía a la comunidad judía; lo que nos hace pensar en este sueño de Dios: “que todo hombre se salve”. Sueño que exige una respuesta radical desde la fe.
  • El hombre que se dirige a Jesús es alguien que pertenecía a la estructura de poder y de dominio; pero que muestra unas cualidades humanas admirables y especialmente una fe que merece el elogio de Jesús. El Señor viene para invitar a todos los seres humanos, de cualquier clase y condición, a asumir el camino de salvación que es la realización en el hoy y el aquí de su Reinado.
  • Cada milagro que Jesús hace es un signo eficaz de que Dios está irrumpiendo en el mundo. El Mesías que  invocamos es el de los pobres y de la paz; Mesías para el hombre que ha experimentado como este centurión romano la precariedad del orgullo y de la suficiencia. La única exigencia para vivir la salvación que trae es la fe; la respuesta llena de esperanza y entusiasmo para recibir la oferta salvadora de Jesús.
  • El adviento es un tiempo de fe, de adhesión incondicional a la palabra viva de Jesús, de humilde expectativa de su venida a nosotros, sabiendo que para nada somos dignos de su visita.
  • Un tiempo de oración intensa y confiada como la del centurión, pidiendo a Cristo que venga a curar la enfermedad que nos impide ponernos a servir a los hermanos.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Qué Mesías espero?
  • ¿Dónde se apoyan mis esperanzas?
  • ¿Quiero soñar junto con Dios?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Creo en Ti, Señor

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral