¡Amor y paz!
El evangelio nos presenta
lo que es fundamental de los apóstoles: seguidores de Jesús, testigos de la
resurrección, creyentes en Jesús resucitado y en todo su camino. Hoy, mientras
contemplamos al Niño de Belén, somos invitados a vivir esta misma fe plena.
Juan, en sus
escritos, nos habla del amor-comunión de Dios con nosotros, y del amor que hemos
de tener a los hermanos. Que la fiesta de hoy nos ayude a revivirlo.
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves en que la Iglesia
celebra la Fiesta de San Juan, apóstol y evangelista.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 20,2-8.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Comentario
a) Juan, el evangelista,
el anunciador de la Buena Noticia.
Él lo hizo con los
importantes escritos que se le atribuyen: el evangelio, las tres cartas y el
Apocalipsis. Gracias a su testimonio, miles y millones de personas a lo largo
de dos mil años han entendido mejor el misterio del Dios hecho hombre, que
luego se entregó en la Cruz para la salvación de la humanidad y, resucitado de
entre los muertos, está presente en la vida de su Iglesia a lo largo de la
historia.
b) ¿Somos nosotros
evangelistas de esta buena noticia en nuestro mundo? ¿Somos apóstoles, o sea,
enviados?
No hace falta ser obispos
o sacerdotes, ni saber escribir libros como el Apocalipsis, para ser buenos
testigos de Cristo. Precisamente en los primeros días fueron las mujeres, y en
concreto la Magdalena, las verdaderas evangelistas: fueron apóstoles para con
los apóstoles, porque fueron ellas las que creyeron en Jesús Resucitado y
fueron a anunciarlo a los apóstoles.
c) Lo que sí hace falta
para ser evangelizadores es ser antes evangelizados nosotros mismos. Estar
convencidos de esa gran noticia del amor de Dios que Juan nos va a ir
repitiendo en su carta. La primera pregunta que nos debamos hacer hoy, al leer
el inicio de la carta de Juan, es si de veras vivimos en comunión con ese Dios
y estamos dispuestos a sacar todas las consecuencias que él nos pida.
En la bendición solemne de
la Navidad, el sacerdote nos desea: «el que encomendó al ángel anunciar a los
pastores la gran alegría del nacimiento del Salvador, os llene de gozo y os
haga también a vosotros mensajeros del Evangelio».
Y en la de la fiesta de la
Epifanía, igualmente: «a todos vosotros, fieles
seguidores de Cristo, os haga
testigos de la verdad ante los hermanos».
El testimonio de los
ángeles, el de los magos, el de Esteban y hoy el del apóstol Juan: estimulas
para que en esta Navidad también cada uno de nosotros sea un mensajero del amor
de Dios.
Hoy más que nunca, las
personas que nos rodean sólo entienden el lenguaje de un testimonio vital, no
hecho de discursos, sino de obras.
d) Cada Eucaristía es
experiencia de Navidad y de Pascua: de un Dios hecho hermano nuestro, que se
nos da él mismo como alimento desde su existencia pascual.
Cada Eucaristía debería
ser, por tanto, motor y estimulo de una jornada vivida en comunión con ese
Cristo, para difundir su luz entre nuestros hermanos.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
Barcelona 1995 .Págs. 112 ss.
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
Barcelona 1995 .Págs. 112 ss.