¡Amor y paz!
El Señor Jesús ha insistido siempre en que lo importante para sus discípulos no son los prácticas externas, como el ayuno, si estas no implican una transformación de la persona. Para explicarlo, recurre hoy a un símil: no hay que hacer remiendos y seguir con el traje viejo: es necesario cambiar de traje. Por eso, San Pablo les recalca a los Efesios que deben continuamente "despojarse del hombre viejo para revestirse del hombre nuevo" (Ef 4, 24).
La vida cristiana se entiende como un proceso de renovación continua, como un camino que compromete a conformarse con el proyecto divino de un hombre "creado según Dios, en justicia y santidad verdaderas".
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 9,14-17.
Entonces se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!".
COMENTARIO
Los discípulos de Juan, igual que los fariseos, animados por su piedad individual, realizaban ayunos constantemente para que con su ayuda se apresurara la llegada del Reino. En medio de la fidelidad a las prácticas de mortificación externa, los discípulos de Juan se encuentran con una fuerte controversia: ¿por qué los discípulos de Jesús no ayunan? Los seguidores del Bautista corren de inmediato a preguntarle a Jesús, pero pareciera que Jesús evadiera la interpelación que le hacen. Jesús está convencido que el problema no está en la discusión planteada por los seguidores de Juan. El problema de fondo no es el ayuno en sí, sino la nueva forma de vida que Jesús está inaugurando, que se aleja de todo legalismo y permite vivir en libertad y renovarse interiormente.
La propuesta de Jesús es clara: no se puede recibir el Reino de Dios con la mente y la vida embotadas por esquemas mentales veterotestamentarios (del Antiguo Testamento) ya caducos y por ritos externos que han puesto de lado la justicia y la misericordia. No se puede utilizar la fe en Dios para justificar la injusticia y la falta de caridad en medio del pueblo. No se puede echar vino nuevo (el Reino de Dios), en odres viejos (la ley, la exclusión y la falsedad religiosa).
El Reino de Dios lo reciben hombres y mujeres nuevos, que se hayan liberado del esquema simbólico que imperaba en el pueblo judío del tiempo de Jesús. Jesús se enfrenta a una sociedad apegada a lo viejo que no daba lugar al Espíritu, ya que la ley había absorbido la vida de todos. Ahora la propuesta de Jesús es dar tiempo al Espíritu para que el Reino sea una realidad de justicia, de amor y de paz.
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