miércoles, 1 de febrero de 2012

El Amor no logra resignarse ante el rechazo

¡Amor y paz!

Jesús es nuevamente rechazado y víctima de murmuraciones, pero esta vez en su propio pueblo. Se cumple una vez más lo de que «vino a los suyos y los suyos no le recibieron», o como lo expresa Jesús: «nadie es profeta en su tierra». El anciano Simeón lo había dicho a sus padres: que Jesús iba a ser piedra de escándalo y señal de contradicción.
 
Lo de llamar «hermanos» a Santiago, José, Judas y Simón, nos dicen los expertos que en las lenguas semitas puede significar otros grados de parentesco, por ejemplo primos. De dos de ellos nos dirá más adelante Marcos (15,40) quién era su madre, que también se llamaba María. (J. Aldazábal).
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este miércoles de la IV Semana del 

Tiempo Ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 6,1-6.
 
Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa". Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.

Comentario

"Vino a su casa y los suyos no le recibieron". Treinta años viviendo en Nazaret, treinta años viviendo en un pueblo apartado de las grandes vías de comunicación, treinta años conviviendo con personas ordinarias, treinta años viviendo como ellos, con ellos, tan corriente como ellos. ¡Treinta años manteniéndose tan semejante a aquella gente que no se notaba diferencia alguna entre él y Santiago, José, Judas o Simón! 
Treinta años juntos y, a la hora de manifestarse, harán caer sobre él el juicio que, cierto viernes, encontrará un eco dramático. Imposible: Dios no puede estar tan cerca de nosotros. Decididamente, Dios tenía mala suerte. En otro tiempo, cuando en el monte se rodeaba de rayos y truenos, se encontraba Dios demasiado distante. Entonces el pueblo "no tenía fe en su Dios" (Sal 77). Y hoy vuelve a las antiguas tradiciones para decir que eso es una cosa imposible: "Cuando venga el Mesías, ¡nadie podrá decir dónde está!".
 
¡Estad sobre aviso! Deliberadamente eligió Dios no ser recibido.

Está claro que, al perseguir el designio de hacer que venga su Reino a los hombres y adoptar para ello la conducta que le vemos adoptar, Dios jamás pensó hacer sentir el peso de su coacción a una humanidad hundida muy a su pesar. Dios siempre querrá depender de una respuesta dada en libertad. El riesgo que Dios quiso correr en su revelación es proporcional a lo que él estimaba como lo más valioso del hombre: la libre decisión de un corazón que se abandona confiadamente. Sin duda que habrá "Nazaret" enteros que seguirán obstinándose en su rechazo.
 
Entonces Jesús se aleja extrañado. Lacerante extrañeza de la que nos habla Marcos; extrañeza de un amor ofrecido sin deseo alguno de herir ni de ser gravoso; un amor ofrecido para alegrar y para liberar, sufriendo por no ser recibido. Jesús se aleja; pero lo hace pare recorrer otras aldeas. Y es que el Amor no logra resignarse ante el rechazo.
 
DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS I-IX T.O. EVANG.DE MARCOS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 70
www.mercaba.org