¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este jueves de la
29ª semana del Tiempo Ordinario.
Dios os bendice...
LECTIO DIVINA: LUCAS
12,49-53
Lectio:
Jueves, 25 octubre,
2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Dios todopoderoso y
eterno, te pedimos entregarnos a ti con fidelidad y servirte con sincero
corazón. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas
12,49-53
«He venido a arrojar un
fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya hubiera prendido! Con un
bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!
«¿Creéis que estoy aquí para poner paz en la tierra? No, os lo aseguro, sino división.
Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra
dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo
contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra
contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos
presenta algunas frases sueltas de Jesús. La primera sobre el fuego sobre la
tierra la tiene sólo Lucas. Las otras tienen frases más o menos paralelas en
Mateo. Esto nos remite al problema del origen de la composición de estos dos
evangelios que hizo correr ya mucha tinta a lo largo de los últimos dos siglos
y se resolverá plenamente sólo cuando podamos conversar con Mateo y Lucas,
después de nuestra resurrección.
• Lucas 12,49-50: Jesús,
vino a traer fuego sobre la tierra. "He venido a arrojar un fuego
sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya hubiera prendido! Con un bautismo
tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!” La imagen
del fuego vuelve muchas veces en la Biblia y no tiene un sentido único. Puede
ser imagen de la devastación y del castigo y puede también ser la imagen de la
purificación y de la iluminación (Is 1,25; Zc 13,9). Puede evocar hasta
protección como vemos en Isaías: Si pasas en medio de las llamas, no te
quemarás” (Is 43,2). Juan Bautista bautizaba con agua, pero después de él,
Jesús habría de bautizar por medio del fuego (Lc 3,16). Aquí, la imagen del
fuego es asociada a la acción del Espíritu Santo que descendió el día de
Pentecostés bajo la imagen de lenguas de fuego (He 2,2-4). Las imágenes y los
símbolos no tienen nunca un sentido obligatorio, totalmente definido, que no
permita divergencia. En este caso ya no sería ni una imagen, ni un símbolo. Es
típico de la naturaleza del símbolo el provocar la imaginación de los oyentes y
de los espectadores. Dejando la libertad a los oyentes, la imagen del fuego
combinado con la imagen del bautismo indica la dirección en la que Jesús quiere
que la gente dirija su imaginación. El bautismo es asociado con el agua y es
siempre expresión de un compromiso de Jesús con su pasión: ¿Podéis ser
bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?». (Mc 10,38-39).
• Lucas 12,51-53: Jesús
vino a traer la división. Jesús habla siempre de paz (Mt 5,9; Mc 9,50; Lc 1,79;
10,5; 19,38; 24,36; Jo 14,27; 16,33; 20,21.26). Entonces ¿cómo entender la
frase del evangelio de hoy que parece decir lo contrario: “¿Creéis que estoy
aquí para poner paz en la tierra? No, os lo aseguro, sino división.”. Esta
afirmación no significa que Jesús estuviera a favor de la división. ¡No! Jesús
no quiere la división. El anuncio de la verdad que él, Jesús de Nazaret, era el
Mesías se volvió motivo de mucha división entre los judíos. Dentro de la misma
familia o de la comunidad, unos estaban a favor y otros radicalmente en contra.
En este sentido la Buena Noticia de Jesús era realmente una fuente de división,
una “señal de contradicción” (Lc 2,34) o como decía Jesús: “Estarán divididos
el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la
hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.”
Era lo que estaba ocurriendo, de hecho, en las familias y en las comunidades:
muchas divisiones, mucha discusión, como consecuencia del anuncio de la Buena
Noticia entre los judíos de aquella época, unos aceptando, otros negando. Lo
mismo vale para el anuncio de la fraternidad como valor supremo de la
convivencia humana. No todos concordaban con este anuncio, pues preferían
mantener sus privilegios. Por esto, no tenían miedo de perseguir lo que
anunciaban la fraternidad y el compartir. Esta es la división que surgía y que
está en el origen de la pasión y de la muerte de Jesús. Era lo que estaba
aconteciendo. Lo que pensaba la gente. Jesús quiere la unión de todos en la
verdad (cf. Jn 17,17-23). Hasta hoy es así. Muchas veces, allí donde la Iglesia
se renueva, el llamado de la Buena Noticia se vuelve una “señal de
contradicción” y de división. Personas que durante años vivieron acomodadas en
la rutina de su vida cristiana, y que ya no quieren ser incomodadas por las
“innovaciones” del Vaticano II. Incomodadas por los cambios, usan toda su
inteligencia para encontrar argumentos en defensa de sus opiniones y para
condenar los cambios como contrarios a lo que ellas piensan ser la verdadera
fe.
4) Para la reflexión
personal
• Buscando la unión, Jesús
era causa de división. ¿Te ocurrió lo mismo alguna vez?
• Ante los cambios en la Iglesia, ¿cómo me sitúo?
• Ante los cambios en la Iglesia, ¿cómo me sitúo?
5) Oración final
¡Aclamad con júbilo,
justos, al Señor,
que la alabanza es propia de hombres rectos!
¡Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad con el arpa de diez cuerdas; (Sal 33,1-2)
que la alabanza es propia de hombres rectos!
¡Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad con el arpa de diez cuerdas; (Sal 33,1-2)
Orden de los Carmelitas