¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este martes de la V Semana de Pascua.
Dios nos bendice…
Evangelio según San Juan 14,27-31a.
Jesús dijo a sus discípulos: «Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman ! Me han oído decir: 'Me voy y volveré a ustedes'. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.»
Comentario
Jesús promete a los suyos la paz; no la paz del
mundo, siempre precaria, sino la suya propia. Él se va, pero volverá junto a
ellos. Esta venida no sólo tendrá lugar al fin de los tiempos, sino que ya
desde ahora empezarán a existir nuevos lazos entre Él y los suyos, tras su paso
de este mundo al Padre. Dice San Beda:
«La verdadera, la única paz de las almas en este
mundo consiste en estar llenos del amor de Dios y animados de la esperanza
del cielo, hasta el punto de considerar poca cosa los éxitos o reveses de
este mundo... Se equivoca quien se figura que podrá encontrar la paz en el
disfrute de los bienes de este mundo y en las riquezas. Las frecuentes
turbaciones de aquí abajo y el fin de este mundo deberían convencer a ese
hombre de que ha construido sobre arena los fundamentos de su paz» (Homilía
12 para la Vigilia de Pentecostés).
San Columbano comenta también estas palabras de
Cristo:
«“Os doy mi paz, os dejo mi paz” (Jn 14,27). Pero,
¿para qué nos sirve saber que esta paz es buena, si no la cuidamos? Lo que es
muy bueno normalmente es muy frágil y los bienes preciosos reclaman mayores
cuidados y una vigilancia más esmerada. Muy frágil es la paz que puede perderse
por una palabra inconsiderada o por la menor herida causada a un hermano. En
efecto, nada agrada más a los hombres que hablar fuera de propósito y ocuparse
en lo que no les atañe, pronunciar vanos discursos y criticar a los ausentes»
(San Columbano Instrucción 11,1-4).
Y también San Pedro Crisólogo:
«La paz es madre del amor, vínculo de la concordia
e indicio manifiesto de la pureza de nuestra mente; ella alcanza de Dios todo
lo que quiere, ya que su petición es siempre eficaz. Cristo, el Señor, nuestro
rey, es quien nos manda conservar esa paz, ya que Él ha dicho:“La paz os dejo,
mi paz os doy”, lo que equivale a decir: Os dejo en paz, y quiero encontraros
en paz; lo que nos dio al marchar quiere encontrarlo en todos cuando vuelva» (Sermón
sobre la paz).
Fuente: Fundación Gratis
Date
Autor: P. Manuel Garrido Bonaño, O.S.B.
Autor: P. Manuel Garrido Bonaño, O.S.B.