¡Amor y paz!
El Evangelio insiste hoy en el acto de comer y de beber,
porque la Eucaristía es un verdadero banquete. Se insiste en la vida alimentada
por este Pan maravilloso: es la vida misma de Cristo, de su amor y de su
sabiduría salvífica, por eso el que comulga habita en Cristo y Cristo en Él.
Como en un convite amoroso, como el banquete del Cantar de los Cantares, el que
han probado los grandes místicos y místicas de la Iglesia, que han llegado a
sentirse transformados en Cristo para amar y servir a sus hermanos (Diario
Bíblico. Cicla).
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y en
este viernes de la 3ª. Semana de Pascua.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 6,52-59.
Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?". Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente". Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Comentario
a) En el final del discurso de Jesús sobre el Pan de la
vida, el tema es ya claramente «eucarístico». Antes hablaba de la fe: de ver y
creer en el Enviado de Dios. Ahora habla de comer y beber la Carne y la Sangre
que Jesús va a dar para la vida del mundo en la cruz, pero también en la
Eucaristía, porque ha querido que la comunidad celebre este memorial de la
cruz.
Ahora, la dificultad que tienen sus oyentes (v. 52) es
típicamente eucarística: « ¿cómo puede éste darnos a comer su carne?». Antes
(v. 42) había sido cristológica: «¿cómo dice éste que ha bajado del cielo?».
El fruto del comer y beber a Cristo es el mismo que el de
creer en él: participar de su vida. Antes había dicho: «el que cree, tiene vida
eterna» (v.47). Ahora: «el que come este pan vivirá para siempre» (v.58).
Hay dos versículos que describen de un modo admirable las
consecuencias que la Eucaristía va a tener para nosotros, según el pensamiento
de Cristo: «el que come mi carne y bebe mi sangre, permanece (habita) en mí y
yo en él» (v. 56): la intercomunicación entre el Resucitado y sus fieles en la
Eucaristía. Y añade una comparación que no nos hubiéramos atrevido nosotros a
afirmar: «el Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre: del mismo
modo, el que me come vivirá por mí». La unión de Cristo con su Padre es
misteriosa, vital y profunda. Pues así quiere Cristo que sea la de los que le
reciben y le comen. No dice que «vivirá para mi», sino «por mi». Como luego
dirá que los sarmientos viven si permanecen unidos a la vid, que es el mismo
Cristo.
b) También el discurso de Jesús ha sido intenso, y nos
invita a pensar si nuestra celebración de la Eucaristía produce en nosotros
esos efectos que él anunciaba en Cafarnaúm.
Lo de «tener vida» puede ser una frase hecha que no
significa gran cosa si la entendemos en la esfera meramente teórica. ¿Se nota
que, a medida que celebramos la Eucaristía y en ella participamos de la Carne y
Sangre de Cristo, estamos más fuertes en nuestro camino de fe, en nuestra lucha
contra el mal? ¿O seguimos débiles, enfermos, apáticos? Lo que dice Jesús: «el
que me come permanece en mí y yo en él», ¿es verdad para nosotros sólo durante
el momento de la comunión o también a lo largo de la jornada?
Después de la comunión -en esos breves pero intensos
momentos de silencio y oración personal- le podemos pedir al Señor, a quien
hemos recibido como alimento, que en verdad nos dé su vida, su salud, su
fortaleza, y que nos la dé para toda la jornada. Porque la necesitamos para
vivir como seguidores suyos día tras día.
J. Aldazábal
Enséñame tus caminos 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 74-77
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Enséñame tus caminos 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 74-77