viernes, 16 de marzo de 2012

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo»


¡Amor y paz!

Hemos meditado en estos días, acogiendo las palabras del apóstol que hace eco a la Palabra de Dios, que quien ama al prójimo ya ha cumplido con la ley.  Hoy, al comentar el Evangelio, el P. José Aldazábal nos hace recapacitar si no estaremos quebrantando el primer mandamiento, el que recuerda hoy Jesús a un escriba.

Seguramente hoy no adoramos ídolos de madera o piedra, pero podríamos venerar otros como el dinero, el poder y el placer. Cada quien puede examinarse para reconocer cuáles son los ídolos que tiene y que lo separan del único y verdadero Dios.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 3ª. Semana de Cuaresma.

Dos los bendiga.,..,

Evangelio según San Marcos 12,28b-34. 
Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?". Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él,  y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Comentario

a) ¿Es actual la tentación de la idolatría? ¿Podríamos estar faltando al primero y más importante mandamiento?

Sí, también para nosotros se ha repetido hoy el salmo: «yo soy el Señor, Dios tuyo... no tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero... ojalá me escuchase mi pueblo y caminase por mi camino». También a nosotros nos dice Jesús que «el Señor nuestro Dios es el único Señor» y que hay que amarle «con todo el corazón».

En nuestro caso no serán ídolos de madera o de piedra hechos por nuestras manos. Pero sí pueden ser otros valores que absolutizamos: el dinero, el éxito, el placer, la comodidad, las estructuras, nuestra propia persona.

Seguimos teniendo la tentación de pactar con Asiria o montar a caballo: de poner nuestra confianza en medios humanos, sin escarmentar por los fracasos que vamos teniendo ni por las veces que quedamos defraudados por haber recurrido a ellos. Cada uno sabrá, en el examen más exigente de la Cuaresma, cuáles son los ídolos en los que está poniendo demasiado interés, olvidándose de Dios.

b) Haremos bien en escuchar las apasionadas palabras de Dios, asegurándonos que nos quiere curar, que está dispuesto a perdonarnos también este año, que nos sigue amando a pesar de nuestras distracciones.
Y en saber orientar nuestra vida según lo que Jesús nos ha dicho que es lo principal: el amor. Preguntémonos sinceramente si nuestra vida está organizada según este mandamiento: ¿amamos? ¿Amamos a Dios y al prójimo? ¿O nos amamos sólo a nosotros mismos?

Tal vez hubiéramos preferido que Jesús contestase a aquel buen hombre diciéndonos que debemos rezar más, o bien ofrecer tales o cuales sacrificios.
Pero le dijo, y nos dice a nosotros, que lo que debemos hacer es amar. Y eso es lo que más nos cuesta en la vida. Se entiende, amar gratuitamente, sin pedir nada a cambio, entregando nuestro tiempo, interesándonos por los demás. Es una consigna que nos ocupa las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana.

Una vez más hemos de recordar que, antes de ir a comulgar con Cristo, se nos invita a dar la paz a los que tenemos al lado, como representantes de todos los que encontraremos a lo largo del día en nuestra vida. Comulgamos con un Cristo entregado por los demás, para que vayamos aprendiendo a amar: a entregarnos y a ser pan partido para los demás. La Cuaresma consiste en seguir el camino de Cristo a su Pascua: y ese camino es de entrega, de amor total.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 2
La Cuaresma día tras día
Barcelona 1997. Pág. 71-73