martes, 31 de enero de 2012

Joven, quiere a Jesús, busca a Jesús, ¡encuentra a Jesús!

¡Amor y paz!

Después del milagro de la "tempestad calmada" y el del "endemoniado liberado"... vamos hoy a leer el relato de otros dos milagros estrechamente imbricados y ligados uno a otro: asistimos a una especie de crescendo, a una progresión en la fe de los discípulos para quienes son estos gestos... 
 
El lector es llevado por san Marcos a creer en el poder de la resurrección de Jesús:
 
--poder sobre los elementos de la naturaleza (la tempestad en el mar).
--poder sobre los "espíritus inmundos" del hombre pagano (¡en Gerasa!)
--poder sobre la enfermedad (la hemorragia de la mujer)...
--poder sobre la muerte (resurrección de la hijita de Jairo)... (Noel Quesson)
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, del beato Juan Pablo II, en este martes de la IV Semana del Tiempo Ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 5,21-43 
Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva". Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados. Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada". Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?". Sus discípulos le dijeron: "¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?". Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad". Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?". Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que creas". Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo: "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme". Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno, levántate". En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer.
Comentario
 
«De vosotros depende el futuro, de vosotros depende el Anal de este milenio y el comienzo del nuevo. No permanezcáis pues pasivos; asumid vuestras responsabilidades en todos los campos abiertos a vosotros en nuestro mundo» (Carta a los jóvenes con ocasión del Año internacional de la juventud, n. 16, 31 de marzo de 1985). Ahora, en este estadio, lugar de competiciones, pero también de dolor y sufrimiento en épocas pasadas, quiero volver a repetir a los jóvenes chilenos: ¡Asumid vuestras responsabilidades! Estad dispuestos, animados por la fe en el Señor, a dar razón de vuestra esperanza. (cf. 1P 3, 25)
 
        ¿Cuál es el motivo de vuestra confianza? Vuestra fe, el reconocimiento y la aceptación del inmenso amor que Dios continuamente manifiesta a los hombres:
 
Jesucristo, «el mismo ayer y hoy y por los siglos» (Hb 13, 8), continúa mostrando por los jóvenes el mismo amor que describe el Evangelio cuando se encuentra con un joven o una joven. Así podemos contemplarlo en la lectura bíblica que hemos escuchado: la resurrección de la hija de Jairo, la cual –puntualiza San Marcos– «tenía doce años» (Mc 5, 42) Jairo, quien con franqueza expone al Maestro su pena, la enfermedad de su hija, y con insistencia le suplica su corazón: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva» (Mc 5, 23). «Jesús se fue con él» (Mc 5, 24). El corazón de Cristo, que se conmueve ante el dolor humano de ese hombre y de su joven hija, no permanece indiferente ante nuestros sufrimientos. Cristo nos escucha siempre, pero nos pide que acudamos a El con fe... Todos los gestos y palabras del Señor expresan este amor.
 
        Quisiera detenerme particularmente en esas palabras textuales recogidas de labios de Jesús: «La niña no está muerta, está dormida». Estas palabras profundamente reveladoras me llevan a pensar en la misteriosa presencia del Señor de la vida en un mundo que parece como si sucumbiera bajo el impulso desgarrador del odio, de la violencia y de la injusticia, pero, no. Este mundo, que es el vuestro, no está muerto, sino adormecido. En vuestro corazón, queridos jóvenes, se advierte el latido fuerte de la vida, del amor de Dios. La juventud no está muerta cuando está cercana al Maestro. Sí, cuando está cercana a Jesús: vosotros todos estáis cercanos a  Jesús. Escuchad todas sus palabras, todas las palabras, todo. Joven, quiere a Jesús, busca a Jesús. Encuentra a Jesús.
 
Beato Juan Pablo II
Discurso a los jóvenes de Chile, 02/04/1987 (© Copyright 1987 - Libreria Editrice Vaticana)
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lunes, 30 de enero de 2012

¿Amamos las cosas y despreciamos a los hermanos?

¡Amor y paz!

Ayer hablaba sobre el ‘bombardeo’ de mensajes a que nos tiene sometidos la sociedad de las telecomunicaciones y hacía ver cómo la Palabra de Dios merece un espacio para ser escuchada y comprendida.
 
Pues bien, entre ese maremágnum de mensajes hace poco me llegó uno que atrajo mi atención. Más o menos decía que las cosas fueron hechas para ser usadas, mientras que el hombre para ser amado. Que el mundo está mal porque usamos al ser humano y amamos las cosas.
 
En efecto, estamos dejándonos esclavizar por un materialismo absurdo que sobredimensiona el valor de las cosas y pasa por encima del hombre. Así debió ocurrirles a quienes, según el relato del Evangelio de hoy, cuidaban unos cerdos que se ahogaron para permitir la liberación de un ser humano dominado por un espíritu impuro.
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la IV Semana del Tiempo Ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 5,1-20. 
Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.  Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. Él habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!". Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!". Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos". Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos". El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti". El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.

Comentario
Hoy encontramos un fragmento del Evangelio que puede provocar la sonrisa a más de uno. Imaginarse unos dos mil puercos precipitándose monte abajo, no deja de ser una imagen un poco cómica. Pero la verdad es que a aquellos porqueros no les hizo ninguna gracia, se enfadaron mucho y le pidieron a Jesús que se marchara de su territorio.
 
La actitud de los porqueros, aunque humanamente podría parecer lógica, no deja de ser francamente recriminable: preferirían haber salvado sus cerdos antes que la curación del endemoniado. Es decir, antes los bienes materiales, que nos proporcionan dinero y bienestar, que la vida en dignidad de un hombre que no es de los “nuestros”. Porque el que estaba poseído por un espíritu maligno sólo era una persona que «siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras» (Mc 5,5).
 
Nosotros tenemos muchas veces este peligro de aferrarnos a aquello que es nuestro, y desesperarnos cuando perdemos aquello que sólo es material. Así, por ejemplo, el campesino se desespera cuando pierde una cosecha incluso cuando la tiene asegurada, o el jugador de bolsa hace lo mismo cuando sus acciones pierden parte de su valor. En cambio, muy pocos se desesperan viendo el hambre o la precariedad de tantos seres humanos, algunos de los cuales viven a nuestro lado.
 
Jesús siempre puso por delante a las personas, incluso antes que las leyes y los poderosos de su tiempo. Pero nosotros, demasiadas veces, pensamos sólo en nosotros mismos y en aquello que creemos que nos procura felicidad, aunque el egoísmo nunca trae felicidad. Como diría el obispo brasileño Helder Cámara: «El egoísmo es la fuente más infalible de infelicidad para uno mismo y para los que le rodean».
 
Rev. D. Ramon Octavi Sánchez i Valero (Viladecans-Barcelona, España)
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domingo, 29 de enero de 2012

Entre tantas palabras, la de Jesús merece un chance

¡Amor y paz!

Hoy en día, con el auge de los medios de comunicación, con la libertad de expresión, de cultos y de conciencia, la gente parece estar dispuesta a creer en cualquier discurso, con tal de que esté bien contado. De tal manera, “hay gente para todo”. Uno observa cantidad de personas recibiendo por los medios una infinita cantidad de mensajes y muchos también llenando grandes salones, teatros, templos  y estadios, escuchando y aceptando palabras de todo tipo: publicitarias, académicas, religiosas, políticas, sociales, culturales, etc., etc.
 
Con todo, el Evangelio hoy nos dice que quienes escuchaban en la sinagoga las enseñanzas de Jesús “estaban asombrados” porque “les enseñaba como quien tiene autoridad”. Entre tantas voces, entre tantas palabras que se pronuncian y se escuchan hoy en día, la del Señor merece una oportunidad.
 
Tal vez nos ayude a discernir el que Jesús nos afirme que 'El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán' (Mt 24, 35) y que Pedro reconozca que el Señor tiene ‘palabras de vida eterna’ (Jn 6, 60-69).
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este domingo de la 4ª. Semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga...
Evangelio según San Marcos 1,21-28

Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.  Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!". Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.

Comentario
 
Me esfuerzo y Él me dice ¡perdona!
Tengo miedo y Él me dice ¡ánimo!
Dudo y Él me dice ¡confía!
Me siento angustiado y Él me dice ¡tranquilo!
Prefiero estar solo y Él me dice ¡ven sígueme!
Fabrico planes y Él me dice: ¡déjalos!
Busco bienes materiales y Él me dice ¡despréndete!
Quiero seguridad y Él me dice ¡no te prometo nada!
Quiero vivir y Él me dice ¡no es suficiente!
Quiero ser jefe y Él me dice ¡sirve!
Quiero mandar y Él me dice ¡obedece!
Quiero comprender y Él me dice ¡cree!
Quiero claridad y Él me habla en parábolas.
Quiero poesía y Él me habla de realidades.
Quiero tranquilidad y Él quiere que esté inquieto.
Quiero violencia y Él me habla de paz.
Saco la espada y Él me dice: ¡guárdala!
Pienso en venganza y Él me dice ¡presenta la otra mejilla!
Hablo de paz y Él me dice ¡he venido a traer la espada!
Intento ser conciliador y Él me dice ¡he venido a traer fuego a la tierra!
Quiero ser el más grande y Él me dice ¡sé como un niño!
Quiero esconderme y Él me dice ¡muestra tu luz!
Busco el primer puesto y Él me dice ¡siéntate en el último lugar!
Quiero ser visto y Él me dice ¡reza en lo escondido!

¡No! , no entiendo a este Jesús
Me provoca, me confunde.
Al igual que tantos de sus discípulos,
también yo he dudado, queriendo hallar otro maestro
que fuera más claro y exigiera menos.

Pero me sucede lo que a Pedro: Sus palabras me traspasan el corazón,
no conozco a nadie que tenga como Él,
palabras de Vida eterna.
 
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sábado, 28 de enero de 2012

"¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?"

¡Amor y paz!
 
Después de la serie de parábolas, Marcos aborda una serie de milagros. Los cuatro milagros citados aquí por el evangelista no fueron hechos en presencia de la muchedumbre, sino sólo ante los discípulos... para ellos, para su educación.
 
En el Evangelio de hoy, los seguidores de Jesús sienten miedo. Como a veces sienten miedo sus discípulos actuales, ya no a bordo de una barca, ante una tormenta, sino en la vida cotidiana, en las labores de apostolado, en los momentos de cansancio, cuando la fe languidece, cuando sobrevienen las crisis.
 
Pero es en esos momentos, cuando nuestra vida es azotada por fuertes vendavales, cuando se prueba la calidad de nuestra fe y cuando debemos reconocer que Jesús no está dormido, sino que vela junto a nosotros, como el mejor amigo. ¡Él nunca nos dejará naufragar!
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 3ª. Semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 4,35-41.
Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla". Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?". Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".
Comentario
 
Una tempestad es un buen símbolo de otras muchas crisis humanas, personales y sociales. El mar es sinónimo, en la Biblia, del peligro y del lugar del maligno. También nosotros experimentamos en nuestra vida borrascas pequeñas o no tan pequeñas. Tanto en la vida personal como en la comunitaria y eclesial, a veces nos toca remar contra fuertes corrientes y todo da la impresión de que la barca se va a hundir. Mientras Dios parece que duerme.
 
El aviso va también para nosotros, por nuestra poca fe y nuestra cobardía. No acabamos de fiarnos de que Cristo Jesús esté presente en nuestra vida todos los días, como nos prometió, hasta el fin del mundo. No acabamos de creer que su Espíritu sea el animador de la Iglesia y de la historia.
 
A los cristianos no se nos ha prometido una travesía apacible del mar de esta vida. Nuestra historia, como la de los demás, es muchas veces una historia de tempestades.
 
Cuando Marcos escribe su evangelio, la comunidad cristiana sabe mucho de persecuciones y de fatigas. A veces son dudas, otras miedo, o dificultades de fuera, crisis y tempestades que nos zarandean.
 
Pero a ese Jesús que parece dormir, sí le importa la suerte de la barca, sí le importa que cada uno de nosotros se hunda o no. No tendríamos que ceder a la tentación del miedo o del pesimismo. Cristo aparece como el vencedor del mal. Con él nos ha llegado la salvación de Dios. El pánico o el miedo no deberían tener cabida en nuestra vida. Como Pedro, en una situación similar, tendríamos que alargar nuestra mano asustada pero confiada hacia Cristo y decirle: «Sálvame, que me hundo».
 
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 90-94
www.mercaba.org

viernes, 27 de enero de 2012

Jesús puede no ser muy popular hoy, pero…

¡Amor y paz!

Las dos parábolas de hoy tienen en común el "símbolo" de la germinación, de la potencia de la "vida naciente". Jesús es consciente de estar haciendo esto: siembra. Emprende una gran obra que tiene porvenir. El "Reino de Dios" comienza; como un gran tiempo de siembra.
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la tercera semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 4,26-34.
 
Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.  La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.  Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha". También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra". Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

Comentario
 
Me resistía a escribir sobre Beckham y compañeros mártires, pero la actualidad manda, según una reciente encuesta entre 2.500 jóvenes de entre 16 y 24 años, sobre las personas más admiradas de la historia los tres primeros puestos fueron para Beckham el actor Brad Pitt y la estrella del pop Justin Timberlake. Jesucristo ocupa el puesto 123, junto al presidente Bush. El responsable de la encuesta ha declarado que “es un poco deprimente”, ciertamente no le falta razón y habría que suspender laboralmente a todos los profesores de historia del Reino Unido (lugar donde se ha hecho la encuesta), mandar a unos buenos ejercicios espirituales a todos los cristianos del entorno y hacer una campaña publicitaria para anunciar a los jóvenes del lugar que la historia es algo más que los últimos diez años.

El mundo dominado por la imagen hace que nuestra casa sea una inmensa azotea desde la cual, como David el rey, vemos bañándose con una belleza deslumbrante a todos los personajes y personajillos de la actualidad y nuestro corazón se va detrás de ellos, aunque haya que mandar nuestra dignidad de personas y de hijos de Dios a primera línea de fuego para que muera junto con Urias, el hitita.

Es curioso, ante la belleza de Betsabé, David se olvida de las palabras que antes leíamos: “¿Quién soy yo, mi Señor, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar hasta aquí?”, y le puede la pasión, se olvida del don recibido y se convierte en señor de la vida y de la muerte para cumplir sus caprichos.

Beckham y el resto de los famosos presentan una imagen de inmediatez, de cumplir sus caprichos haciendo lo que les gusta. No aparecen en televisión los momentos en que no le apetece ir a entrenar, los tirones o las agujetas, los fracasos de un partido, las humillaciones de los compañeros, las luchas encarnecidas en casa, los momentos de tensión con los hijos, el tener la vida tasada (aunque sea en muchos millones de euros), es decir, todo lo que se hace una vida “normal” y que no desaparece por dar un buen perfil en televisión. 

Parecería que no ha tenido que luchar en la vida y por lo tanto no se admira a la persona, sino la comodidad, el buen vivir, lo inmediato.
 
“El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra”, en esto no hay inmediatez, parece ineficaz sembrar un campo y verlo al día siguiente tan yermo y agostado como el día anterior. Quisiera el sembrador que las semillas creciesen de un día para otro, comprar un día la semilla y vender al día siguiente el grano, pero eso no se consigue ni con los transgénicos.
 
Admira la paciencia de Dios, no te dejes deslumbrar por el vacío de la belleza de Betsabé, de la parcialidad de la vida de los famosos, del “ahora mismo”, y descubre que lo realmente valioso es el amor permanente de Dios en tu vida, a pesar de tus pecados, de tus decepciones. La Virgen te enseñará a admirarte de las obras que Dios hace en ti, aunque no gane encuestas de popularidad.
 
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ARCHIMADRID 2004

jueves, 26 de enero de 2012

“La medida con que midan se usará para ustedes”

¡Amor y paz!

Después de la parábola del sembrador, cuya lectura omitimos ayer al celebrar la fiesta de la conversión de San Pablo, leeremos otras parábolas, que nos ayudarán a entender el reino de Dios que Jesús quiere instaurar.
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves de la tercera semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 4,21-25.
Jesús les decía: "¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!". Y les decía: "¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene".
Comentario
 
Hoy san Marcos nos presenta otra forma de parábolas de las que contaba Jesús. Se trata de dichos enigmáticos, verdaderas adivinanzas que hay que saber interpretar. Por eso el Señor nos advierte: "¡el que tenga oídos para oír que oiga!" y: "¡atención a lo que están oyendo!". El evangelio, la buena noticia de Jesús, ha de ser proclamado a los cuatro vientos, debe iluminar nuestras vidas y la de nuestros hermanos, no lo podemos dejar oculto en algún recoveco de la memoria o del corazón. Las medidas de Dios no son como nuestras medidas, sus cálculos no son los nuestros. No se trata de tener riquezas, honores, poder. Todo eso nos lo quitarán algún día. En cambio si tenemos amor, solidaridad y capacidad de servicio, Dios nos dará todavía más y más, y así podremos ser felices.
 
En nuestro mundo dominado por la codicia de unos pocos, que no se cansan de acumular y derrochar riquezas, las parábolas de Jesús son una seria advertencia. Nosotros los cristianos hemos de iluminar sus tinieblas de explotación y de egoísmo con la luz de la generosidad evangélica; debemos descubrir y denunciar el terrible egoísmo, la monstruosa injusticia de esta civilización fundada sobre el egoísmo y la barbarie del mercado global, debemos alzar muy alto la luz de la palabra del Señor, anunciándola y viviéndola con audacia y alegría.
 
Servicio Bíblico Latinoamericano
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miércoles, 25 de enero de 2012

Como Pablo, dejémonos transformar por Dios

¡Amor y paz!

Una conversión única celebra la Iglesia. Es la conversión de san Pablo. Cómo sería de sorprendente este acontecimiento que lo narran tres veces los Hechos de los Apóstoles y san Pablo mismo hace alusión varias veces al mismo en sus epístolas. ¿Qué había ocurrido?
 
Que Dios, por medio de Jesucristo, había irrumpido de una manera clamorosa en la vida de san Pablo, yendo éste hacia Damasco, y aquello cambió completamente su vida. La ley, el templo, los sacrificios, el ayuno, el sábado, en suma, todas las instituciones judías, que para Pablo habían sido sumamente importantes, desde este momento pierden relieve. Sólo Dios es absoluto. Sólo Dios Padre manifestado en Cristo Jesús es una realidad a adorar. (Claretianos 2002).
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles en que celebramos la Fiesta de la conversión del apóstol Pablo.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 16, 15-18
Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".
Comentario
 
La fiesta de la “Conversión de san Pablo”, nos recuerda el gran mandamiento de Jesús de evangelizar, pero al mismo tiempo, el hecho de que no se pude dar lo que no se tiene. Si hoy en el mundo se vive un paganismo práctico, que lleva a la violencia, al robo, al atropello de los valores humanos, a la corrupción, etc., es porque falta en muchos de los cristianos una conversión profunda. Sin embargo, usando las palabras del apóstol, nos ponemos a pensar: ¿pero, cómo creerán, si no hay quien les anuncie? Y cuando se les anuncia, ¿cómo creerán si la vida de los que predican no es conforme a lo que predican?
 
Un sólo hombre comprometido y tocado profundamente por el amor de Dios, recorrió todo el mundo conocido, hablando de Aquel que había cambiado su vida… Fue así como el mundo pagano se convirtió a la luz y al amor de Cristo.
 
Déjate tocar por el amor de Dios, y responde con generosidad siendo portador del amor de Dios en tu casa, tu empresa, o tu escuela… Recuerda que Dios te necesita.

Pbro. Ernesto María Caro
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martes, 24 de enero de 2012

La familia de Jesús es la que cumple la voluntad de Dios

¡Amor y paz!

Acaba el capítulo tercero de Marcos con un breve episodio que tiene como protagonistas, esta vez en un contexto diferente del anterior, a sus familiares. Los «hermanos» en el lenguaje hebreo son también los primos y tíos y demás familiares. Esta vez sí se dice que estaba su madre.
 
Las palabras de Jesús, que parecen como una respuesta a las dificultades de sus familiares que leíamos en estos días, nos suenan algo duras. Pero ciertamente no desautorizan a su madre ni a sus parientes. Lo que hace es aprovechar la ocasión para decir cuál es su visión de la nueva comunidad que se está reuniendo en torno a él. La nueva familia no va a tener como valores determinantes ni los lazos de sangre ni los de la raza. 

No serán tanto los descendientes raciales de Abraham, sino los que imitan su fe: «El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la tercera semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 3,31-35.
Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera". El les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".
Comentario
 
Nosotros, como personas que creemos y seguimos a Cristo, pertenecemos a su familia. Esto nos llena de alegría. Por eso podemos decir con confianza la oración que Jesús nos enseñó: «Padre nuestro». Somos hijos y somos hermanos. Hemos entrado en la comunidad nueva del Reino.
 
En ella nos alegramos también de que esté la Virgen María, la Madre de Jesús. Si de alguien se puede decir que «ha cumplido la voluntad de Dios» es de ella, la que respondió al ángel enviado de Dios: «Hágase en mi según tu Palabra». Ella es la mujer creyente, la totalmente disponible ante Dios.
 
Incluso antes que su maternidad física, tuvo María de Nazaret este otro parentesco que aquí anuncia Cristo, el de la fe. Como decían los Santos Padres, ella acogió antes al Hijo de Dios en su mente por medio de la fe que en su seno por su maternidad.
 
Por eso es María para nosotros buena maestra, porque fue la mejor discípula en la escuela de Jesús. Y nos señala el camino de la vida cristiana: escuchar la Palabra, meditarla en el corazón y llevarla a la práctica.
 
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 76-80
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lunes, 23 de enero de 2012

Una táctica del maligno: dividir a quienes creen en Dios

¡Amor y paz!

Siguen los ataques contra Jesús. Si sus familiares decían que “es un exaltado”, peor es la acusación de los escribas que vienen de Jerusalén:”Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los Demonios".
 
¡Tamaño absurdo! Jesús, por eso, lo ridiculiza. ¿Cómo puede nadie luchar contra sí mismo? ¿Cómo puede ser uno endemoniado y a la vez exorcista, expulsador de demonios?
 
De otra parte, al argumentar su postura con ejemplos, Jesús dice: “una familia dividida no puede subsistir”. Por eso, muchos años después Nicolás Maquiavelo diría “Divide y reinarás”. Seguramente esa es una estrategia del demonio: dividir a quienes creen en Dios. Así se pelean entre ellos y olvidan cuál es el verdadero enemigo.
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este lunes de la tercera semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 3,22-30.
Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: "Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los Demonios". Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: "¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre". Jesús dijo esto porque ellos decían: "Está poseído por un espíritu impuro".
Comentario

Hoy, al leer el Evangelio del día, uno no sale de su asombro —“alucina”, como se dice en el lenguaje de la calle—. «Los escribas que habían bajado de Jerusalén» ven la compasión de Jesús por las gentes y su poder que obra en favor de los oprimidos, y —a pesar de todo— le dicen que «está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios» (Mc 3,22). Realmente uno queda sorprendido de hasta dónde pueden llegar la ceguera y la malicia humanas, en este caso de unos letrados. 

Tienen delante la Bondad en persona, Jesús, el humilde de corazón, el único Inocente y no se enteran. Se supone que ellos son los entendidos, los que conocen las cosas de Dios para ayudar al pueblo, y resulta que no sólo no lo reconocen sino que lo acusan de diabólico.
 
Con este panorama es como para darse media vuelta y decir: «¡Ahí os quedáis!». Pero el Señor sufre con paciencia ese juicio temerario sobre su persona. Como ha afirmado Juan Pablo II, Él «es un testimonio insuperable de amor paciente y de humilde mansedumbre». Su condescendencia sin límites le lleva, incluso, a tratar de remover sus corazones argumentándoles con parábolas y consideraciones razonables. Aunque, al final, advierte con su autoridad divina que esa cerrazón de corazón, que es rebeldía ante el Espíritu Santo, quedará sin perdón (cf. Mc 3,29). Y no porque Dios no quiera perdonar, sino porque para ser perdonado, primero, uno ha de reconocer su pecado.
 
Como anunció el Maestro, es larga la lista de discípulos que también han sufrido la incomprensión cuando obraban con toda la buena intención. Pensemos, por ejemplo, en santa Teresa de Jesús cuando intentaba llevar a más perfección a sus hermanas.
 
No nos extrañe, por tanto, si en nuestro caminar aparecen esas contradicciones. Serán indicio de que vamos por buen camino. Recemos por esas personas y pidamos al Señor que nos dé aguante.
 
Rev. D. Vicenç Guinot i Gómez (Lavern-Barcelona, España)
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domingo, 22 de enero de 2012

Jesús nos invita a convertirnos y a creer en el Evangelio

¡Amor y paz!

Al imponernos la ceniza haciéndonos una cruz en la frente, el Miércoles de Ceniza nos dirán: “Conviértete y cree en el Evangelio”. Ese día, como todos los años, comenzará la Cuaresma. Pues hoy en el Evangelio Jesús anunciará que el Reino de Dios está cerca y pedirá convertirse y creer en la Buena Noticia.

Hoy precisamente iniciamos la lectura continua del evangelio de Marcos, todos los domingos hasta la Cuaresma. Y la empezamos con los primeros pasos de la predicación de Jesús, después de los acontecimientos introductorios (predicación de Juan, bautismo, tentaciones).
 
Veremos a Jesús "haciendo el bien y curando a todos los vejados por el diablo: por cuanto Dios estaba con él" (Hch 10,38): Marcos muestra cómo la aparición de Jesús representa la destrucción del diablo, del mal, de todo lo que oprime la vida concreta de los hombres. Creámoslo y vivamos de acuerdo con esa fe.
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 3er. domingo del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga..
 
Evangelio según San Marcos 1,14-20.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".  Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Comentario
 
El evangelio que hemos escuchado empieza haciendo un resumen de la primera actividad de Jesús por los pueblos de Galilea y resume el contenido de su predicación con estas palabras: "Se ha cumplido el plazo. Está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia".
 
Jesús marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Dios no tiene ningún libro. Lo que Jesús proclama es la Buena Noticia de Dios. Que Dios es una buena noticia. Porque es Padre de los hombres. Que los ama y por eso los ha traído a la existencia.
"Reino de Dios" es la expresión que había llegado a formular la esperanza del judaísmo: la esperanza del momento en que Dios mismo tomaría en sus manos la dirección de la historia, sin intermediarios, y que esto sería el único medio de asegurar que ningún mal podría tocar a los fieles. Y esto es lo que viene a anunciar Jesús: que, definitivamente, la gran noticia de Dios presente en medio de los hombres para liberarlos ya es una realidad y que, por tanto, hay que cambiar de manera de pensar y de vivir (=tener ganas de ser liberado y vivir de acuerdo con esta liberación). Y JC, para proclamar todo esto, empieza reuniendo un grupo de gente que quiere ir con él y después comenzará a liberar a los hombres de toda clase de males y a expulsar al demonio.
 
Veinte siglos después, los cristianos seguimos diciendo, machaconamente, que el Reino de Dios está cerca. Es más, decimos que está dentro de nosotros. Pero los cristianos, probablemente, no creemos lo que decimos y, en consecuencia, no nos hemos convertido. Pedro, Andrés, Santiago y Juan oyeron estas palabras de Jesús y las creyeron.
 
Probablemente sin llegar a entenderlas, pero las creyeron y dejaron sus barcas, sus redes, su casa. Era todo lo que tenían. Pero había algo en la llamada de aquel hombre y en su promesa que, sin pensarlo dos veces, soltaron sus posesiones y marcharon en pos de Jesús.
 
"Venid conmigo". Llamada y respuesta personal. Aquí está el secreto. Es posible que hasta ahora, los cristianos, hayamos recibido una llamada que podríamos calificarla de "sociológica".
Hemos nacido en una civilización, en una familia y en un momento en el que, fatalmente, teníamos que ser cristianos. Lo hemos heredado como hemos heredado los apellidos paternos.
 
Pero nos ha faltado el enfrentamiento personal con la llamada al cristianismo. Nos ha faltado la respuesta concreta, consciente, madura, reflexiva. Esta respuesta es la única que puede ponernos en vía de conversión.
 
Convertirse de las costumbres de la vida, incluso de las buenas costumbres. Porque Dios no está ceñido a costumbres sino que es capaz de presentársenos cada día de forma nueva y diferente.
No es moralismo ni humanismo. Es una nueva situación. Una nueva vida en un mundo nuevo. Una vida nueva que quizá no implique transformación radical de condiciones materiales pero sí transformará radicalmente nuestra situación.
 
A partir de este encuentro con Jesús todas las realidades de este mundo quedan transformadas. Las realidades humanas: redes, familia, barca, negocios, trabajo, quedarán definitivamente descentradas, no despreciadas. El centro es Jesús. Por eso, en adelante, el cristiano llora como los demás, pero no llora como si no hubiera consuelo. El cristiano ríe y se divierte como los demás, pero no como si tuviera la felicidad completa. Trabaja y negocia como los demás, pero no como si esto fuera su verdadera vocación y destino.
 
"Venid conmigo". Esta es la invitación que hay que atender. No hay que intentar convertirse sino procurar estar cada día un rato con Jesús. Ver lo que Jesús hace. Escuchar lo que Jesús dice y entablar con él una relación personal de amistad. Dejarse cautivar por Jesús.

Poco a poco nos iremos dando cuenta -en la medida en que nos vamos contagiando de él- de que con Jesús es posible una nueva forma de ser y de vivir.

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sábado, 21 de enero de 2012

A Jesús le llueven los elogios...y las críticas

¡Amor y paz!

El evangelio de hoy es bien corto y un tanto paradójico. Sus mismos familiares no comprenden a Jesús y dicen que «es un exaltado», porque no se toma tiempo ni para comer.
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este sábado de la 2ª. Semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 3,20-21.
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer.  Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".
Comentario
 
Ciertamente no lo tiene fácil el nuevo Profeta. Las gentes le aplauden por interés. Los apóstoles le siguen pero no le comprenden en profundidad. Los enemigos le acechan continuamente y le interpretan todo mal. Ahora, su clan familiar -primos, allegados, vecinos- tampoco le entienden. Además de su ritmo de trabajo, les deben haber asustado las afirmaciones tan sorprendentes que hace, perdonando pecados y actuando contra instituciones tan sagradas como el sábado. Se cumple lo que dice Juan en el prólogo de su evangelio: 

«Vino a los suyos y los suyos no le recibieron». Algunos le aplaudieron mientras duró lo de multiplicar los panes. Pero luego se sumaron al coro de los que gritaban «crucifícale».
 
Entre estos familiares críticos, no nos cabe en la cabeza que pudiera estar también su madre, María, la que, según Lucas, «guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» y a la que ya desde el principio pudo alabar su prima Isabel: «dichosa tú, porque has creído». Pero a Jesús le dolería ciertamente esta cerrazón de sus paisanos y familiares.
 
También en el mundo de hoy podemos observar toda una gama diferente de reacciones ante Cristo. Más o menos como entonces. Desde el entusiasmo superficial hasta la oposición radical y displicente.
 
Pero, más que las opiniones de los demás, nos debe interesar cuál es nuestra postura personal ante Cristo: ¿le seguimos de verdad, o sólo decimos que le seguimos, porque llevamos su nombre y estamos bautizados en él? Seguirle es aceptar lo que él dice: no sólo lo que va de acuerdo con nuestra línea, sino también lo que va en contra de las apetencias de este mundo o de nuestros gustos.
 
Si es el Maestro y Profeta que Dios nos ha enviado, tenemos que tomarle en serio a él, como Persona, y lo que nos enseña. Y eso tiene que ir iluminando y cambiando nuestra vida.
 
Podemos recordar además otro aspecto de este evangelio: que también nosotros podemos ser objeto de malas interpretaciones por llevar en medio de este mundo una vida cristiana, que muchas veces puede despertar persecuciones o bien sonrisas irónicas. Eso nos puede pasar entre desconocidos y también en nuestros círculos más cercanos, incluidos los familiares. Deberíamos seguir nuestro camino de fe cristiana con convicción, dando testimonio a pesar de las contradicciones. Como hizo Cristo Jesús. Con libertad interior.
 
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 66-70
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viernes, 20 de enero de 2012

Jesús nos llama a ayudarle a salvar el mundo

¡Amor y paz!

Hasta ahora eran cinco los discípulos de Jesús: los hermanos Simón y Andrés; Santiago y Juan, también hermanos,  y Leví. Hoy Marcos nos narra la institución de los Doce. Para hacerlo, el Señor sube a la montaña, lugar escogido por Él para orar.
 
Destaca el evangelista que Jesús “llamó a su lado a los que quiso”, lo cual indica que Él es quien toma la iniciativa de la vocación, y también afirma que los instituyó “para que estuvieran con Él” y “para enviarlos a predicar”. Los apóstoles, por tanto, están con Jesús, deben estar con Él, a su lado, lo cual indica una relación muy directa y personal, pero al mismo tiempo son enviados, que es lo que significa ‘apóstol’.
 
Es interesante notar también que al nombrar a ‘doce’ apóstoles, se indica que está instituyendo el nuevo Israel, el nuevo Pueblo de Dios. Hay que recordar que Israel tiene como estructura nacional fundamental a las doce tribus que llevan el nombre de los doce hijos de Jacob.
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este viernes de la 2ª. Semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 3,13-19.  
Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él,  y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios. Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
Comentario
 
En el Evangelio, Jesús hace compañeros suyos a doce discípulos, escogidos de entre la multitud que lo seguía; les da poder sobre los demonios y los envía a predicar. Estos doce, cuyos nombres gloriosos nos trae hoy el Evangelio, fueron el comienzo de la Iglesia a la que todos pertenecemos por la fe, el amor y el bautismo, así como los doce hijos de Jacob fueron el comienzo de las tribus de Israel.
 
¿Acaso Jesús no nos ha llamado a cada uno por nuestro nombre? ¿Acaso no nos sentimos compañeros de Jesús, como los doce, enviados a predicar la Buena Noticia, a expulsar los demonios, a conformar la Iglesia?
 
A veces pensamos que eso es asunto de los curas y de las monjas, y no asumimos el lugar y el papel que nos corresponden al lado de Jesús. ¿Qué hubiera pasado si los doce apóstoles hubieran actuado, como tantas veces actuamos nosotros? ¿O si todos hubieran entregado a Jesús como Judas?
 
Hoy deberíamos sentir el llamado de Jesús a seguirle, a ayudarle en la tarea de la predicación del Evangelio y de la construcción de la Iglesia. Lo deberíamos sentir todos, hombres y mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos. Porque a todos Jesús nos sigue llamando y enviando.
 
Servicio Bíblico Latinoamericano
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jueves, 19 de enero de 2012

¿Buscamos los milagros del Señor o al Señor de los milagros?

¡Amor y paz!

Hoy se produce una pausa en el Evangelio en la confrontación entre Jesús y los fariseos. Al Señor, nos relata Marcos, lo sigue “una gran multitud”. Y ese ‘seguimiento’ nos merece una reflexión. Porque tanto ayer como hoy muchos buscan a Jesús porque los puede curar, pero una vez hecha la petición y conseguido o no lo buscado no vuelven a interesarse en Él.
 
¡¿Cuántos ‘amigos’ tenemos que sólo se acuerdan de nosotros cuando necesitan un favor, pero luego nunca volvemos a saber de ellos!?

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves de la 2ª. Semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 3,7-12 
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón.  Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
Comentario
 
El pasaje que nos presenta hoy san Marcos nos dice que: “Una multitud lo seguía”. Y nos aclara que lo seguían “porque había sanado a muchos” por lo que todos querían tocarlo. Sin embargo, ¿cuántos de esta multitud estaban dispuestos a vivir de acuerdo con la enseñanza del Maestro, a vivir de acuerdo con el Evangelio? ¿Cuántos de los que fueron sanados y liberados de espíritus inmundos, ya una vez libres de sus males, continuaron viviendo según el estilo de vida propuesto por Jesús? Al parecer pocos, pues en la escena del juicio de Jesús no hubo nadie que dijera nada en su favor.
 
Es triste que todavía entre nosotros los cristianos se repita la misma historia: que la gente continúe buscando los milagros del Señor, en lugar de buscar al Señor de los milagros. Es lamentable que muchas personas, una vez que han recibido la gracia que tanto necesitaban, no vuelvan a acordarse del Señor, sino hasta que una nueva necesidad aparezca en el horizonte de su vida.
 
¿Tú estás buscando que Jesús resuelva tu vida, o vivir de acuerdo con el evangelio de Jesús?

Pbro. Ernesto María Caro
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miércoles, 18 de enero de 2012

¿Está permitido en sábado salvarle la vida a una persona o dejarla morir?

¡Amor y paz!
 
Jesús no ha venido para abolir la ley y los profetas, sino a darle plenitud. El pasaje del Evangelio hoy lo hace evidente. Los fariseos se molestan porque el Señor hace algo prohibido por la ley. Y Él pone de relieve que lo más importante es hacer el bien; en este caso, salvar una vida.
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este miércoles de la 2ª. Semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 3,1-6. 
Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: "Ven y colócate aquí delante". Y les dijo: "¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada. Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.
Comentario
 
Otra vez, frente a los acuciosos judíos, vuelve Jesús a cuestionar lo que ellos consideraban como "centro" de su fe judía: la Ley. Un sábado hay en la sinagoga un hombre con la mano paralizada. Y aunque sabe que por esto lo acusarán, Jesús hace caso omiso y procede a curarlo.
 
Al anunciar el Reino Jesús se da cuenta de que el primer enemigo de este Reino es la ley, es tenida como valor supremo, incuestionable, absoluto, que como oprime tanto al hombre termina por destruirlo. Mientras que el Reino propone la reconstrucción del ser humano, desde dentro y desde fuera. En los evangelios se ve simbólicamente que esta reconstrucción va sucediendo gradualmente: una vez en la vista, otra en sus manos o en sus acciones, y del todo cuando resucita a alguien, etc. Para Jesús "dejar de hacer el bien" el sábado, negando una curación a un pobre que la necesita, es pecar. Así, la dinámica del Reino también es exigente: si no reconstruimos, estamos colaborando a la destrucción.
 
Los que seguimos la dinámica de este Reino que Jesús anuncia, no podemos entrar en la misma dinámica de la ley, la cual considera que con "no hacer el mal" y guardar determinadas normas es suficiente. El Reino exige que se trabaje por la reconstrucción del ser humano, individual y social. Y con su testimonio Jesús nos hace entender que la despreocupación por las personas, como ocurre siempre en todo legalismo, es pecado. Ese pecado, que es el egoísmo, que engendra todas las otras acciones pecaminosas, es lo que Jesús viene a destruir.
 
Hoy también hay en nuestra sociedad actual, en la que nosotros queremos ser seguidores de Jesús y constructores de su Reino, principios o "valores" que se constituyen en nueva Ley -como la Ley Judía que encontró Jesús-, y se los considera también como algo supremo, absoluto, aunque sacrifique el bien de las personas, tanto de individuos como de grandes mayorías. Son una nueva "Ley" que, como en el caso de la sociedad de Jesús, es presentada como el fundamento incuestionable de la sociedad, ocultando los intereses particulares y de grupo a los que sirve, en desfavor de la gran mayoría de los seres humanos. Los problemas que descubrió Jesús en su sociedad no se acabaron, también hoy están entre nosotros...
 
Al final, con el anuncio del Reino, Jesús pone al descubierto la maldad interior de las autoridades, que se preocupaban más por la ley que por los seres humanos. Esto les derrumba su aparente santidad, porque su pecado queda descubierto. A los dirigentes les quedan dos alternativas: eliminar a Jesús o convertirse. Terminan escogiendo el más fácil para el poder: el crimen.

Servicio Bíblico Latinoamericano
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martes, 17 de enero de 2012

La ley se hizo para el hombre y no el hombre para la ley

¡Amor y paz!

Dijimos ayer que en esta semana Marcos nos hablaría sobre los enfrentamientos entre Jesús y los fariseos. Antes el choque ocurrió porque el Señor declaró que tiene el poder de perdonar los pecados; luego porque los discípulos no ayunan y hoy porque Jesús y sus discípulos tienen un espíritu muy amplio respecto al sábado.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 2ª. Semana del tiempo ordinario.

Dios los bendiga...

Evangelio según San Marcos 2,23-28.
Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar.  Entonces los fariseos le dijeron: "¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?". El les respondió: "¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?". Y agregó: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado".
Comentario

La Ley vuelve a ser cuestionada por el comportamiento de Jesús y sus discípulos, quienes se mueven y actúan en un plano que para la mentalidad judía tradicional no es correcto. La necesidad de arrancar unas espigas para alimentarse, como haría cualquier persona con hambre, es tachada como conducta incorrecta por quienes consideran que la Ley de guardar el sábado, por ser Ley, es más importante que cualquier necesidad humana, sea la que sea. 

Jesús recuerda el caso de otros que, por necesidad, pusieron la ley a un lado para poder sobrevivir a la adversidad, y finaliza su aclaración afirmando que no se debe ser esclavo de preceptos que deshumanizan.
 
Los tan afamados doctores de la ley se han apegado a ella de manera perniciosa. La Ley que ellos están interpretando ya no es humanizadora de las personas, sino que se ha corrompido poniéndose por encima de todo, absolutizándose, esclavizando al ser humano. 
Ponen a un lado lo que es fundamental y absolutizan lo secundario. La ley no puede ser la depositaria única del plan que Dios tiene para con el ser humano. Los doctores de la ley la han desviado, sin duda por defender consciente o inconscientemente sus intereses. Jesús, al hacer su propuesta, la propuesta del "Reinado de Dios", que es tan superior a la Ley, la relativiza, la pone en el lugar que le es debido, y con ello, inevitablemente, salen a la luz los mecanismos de manipulación que la habían absolutizado para utilizarla como defensa de intereses y de grupos particulares, intereses que en toda sociedad privilegian a unos pocos y postergan a una mayoría.

Para nosotros es de vital importancia saber que cuando no vivimos centrados en lo sustancial, tendemos a reemplazarlo inconscientemente con prácticas exageradamente piadosas, que a la postre resultan ser falsas. La ley no debe malversarse, no puede pasar de ser instrumento que facilitara la convivencia del ser humano, a ser otra forma de opresión. El espíritu de la ley debe estar siempre al servicio de Dios para glorificarlo, y al servicio del humano para dignificarlo. Nadie lo ha dicho tan claramente como Jesús: el sábado se hizo para el ser humano, y no el ser humano para el sábado.

Servicio Bíblico Latinoamericano
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lunes, 16 de enero de 2012

Debemos estar alegres: ¡Jesús está con nosotros!

¡Amor y paz!

Dice el Eclesiastés (Qohelet) (3) que “Hay bajo el sol un momento para todo, y un tiempo para hacer cada cosa: tiempo para nacer, y tiempo para morir; tiempo para plantar, y tiempo para arrancar lo plantado (…); tiempo para demoler y tiempo para edificar; tiempo para llorar y tiempo para reír; tiempo para gemir y tiempo para bailar…”
 
Hoy en el Evangelio según San Marcos (el que leemos entre semana, porque los domingos leemos el Evangelio según San Juan) se nos habla de un nuevo enfrentamiento entre Jesús y los fariseos esta vez debido a que los discípulos de Jesús no ayunan. 
 
El tiempo en que Jesús está con sus discípulos es, por supuesto, un tiempo de fiesta y alegría, no un tiempo de ayuno y eso no lo entienden los fariseos, quienes aún esperan al Mesías que ya llegó.

Marcos, quien fue una especie de secretario de la predicación de San Pedro, nos mostrará esta semana, en cada página, a Jesús y sus discípulos, como un grupo solidario frente a sus adversarios...
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 2ª semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 2,18-22.
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?".  Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!"
 Comentario
 
a) Nos encontramos con un tercer motivo de enfrentamiento de Jesús con los fariseos: después del perdón de los pecados y la elección de un publicano, ahora murmuran porque los discípulos de Jesús no ayunan. Los argumentos suelen ser más bien flojos. Pero muestran la oposición creciente de sus enemigos.
 
Los judíos ayunaban dos veces por semana -los lunes y jueves- dando a esta práctica un tono de espera mesiánica. También el ayuno del Bautista y sus discípulos apuntaba a la preparación de la venida del Mestas. Ahora que ha llegado ya, Jesús les dice que no tiene sentido dar tanta importancia al ayuno.
 
Con unas comparaciones muy sencillas y profundas se retrata a sí mismo:
 
- él es el Novio y por tanto, mientras esté el Novio, los discípulos están de fiesta; ya vendrá el tiempo de su ausencia, y entonces ayunarán; - él es la novedad: el paño viejo ya no sirve; los odres viejos estropean el vino nuevo.
 
Los judíos tienen que entender que han llegado los tiempos nuevos y adecuarse a ellos.
 
El vino nuevo es el evangelio de Jesús. Los odres viejos, las instituciones judías y sobre todo la mentalidad de algunos. La tradición -lo que se ha hecho siempre, los surcos que ya hemos marcado- es más cómoda. Pero los tiempos mesiánicos exigen la incomodidad del cambio y la novedad. Los odres nuevos son la mentalidad nueva, el corazón nuevo. Lo que les costó a Pedro y los apóstoles aceptar el vino nuevo, hasta que lograron liberarse de su formación anterior y aceptar la mentalidad de Cristo, rompiendo con los esquemas humanos heredados.
 
b) El ayuno sigue teniendo sentido en nuestra vida de seguidores de Cristo.
 
Tanto humana como cristianamente nos hace bien a todos el saber renunciar a algo y darlo a los demás, saber controlar nuestras apetencias y defendernos con libertad interior de las continuas urgencias del mundo al consumo de bienes que no suelen ser precisamente necesarios. Por ascética. Por penitencia. Por terapia purificadora. Y porque estamos en el tiempo en que la Iglesia «no ve» a su Esposo: estamos en el tiempo de su ausencia visible, en la espera de su manifestación final.
 
Ahora bien, este ayuno no es un «absoluto» en nuestra fe. Lo primario es la fiesta, la alegría, la gracia y la comunión. Lo prioritario es la Pascua, aunque también tengan sentido el  Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo como preparación e inauguración de la Pascua. También el amor supone muchas veces renuncia y ayuno. Pero este ayuno no debe disminuir el tono festivo, de alegría, de celebración nupcial de los cristianos con Cristo, el Novio.
 
El cristianismo es fiesta y comunión, en principio. Así como en el Antiguo Testamento se presentaba con frecuencia a Yahvé como el Novio o el Esposo de Israel, ahora en el Nuevo Testamento es Cristo quien se compara a sí mismo con el Novio que ama a su Esposa, la Iglesia. Y eso provoca alegría, no tristeza.
 
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 44-48
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domingo, 15 de enero de 2012

“¿Qué quieren?”

¡Amor y paz!
 
Hace poco reanudé la publicación de este blog, luego de las vacaciones. Siempre me fijo en cuántas personas lo visitan y de dónde proceden. Mi interés es ofrecer la oportunidad de que lean y mediten el Evangelio. E incluso de que practiquen otras formas complementarias de orar, como la Liturgia de las Horas o el Santo Rosario, que también pueden encontrar aquí (columna de la derecha). Acá ofrezco además otros textos, documentos de la Iglesia, el Catecismo de la Iglesia Católica, enlaces con otras páginas católicas y videos de música religiosa y clásica.
 
Sin embargo, a veces me pregunto, ¿qué están buscando quienes ven el blog? ¿Leerán y meditarán la Palabra de Dios? ¿Buscarán acá otra información? ¿Llegarán acá por casualidad y saldrán casi sin enterarse de qué se trata esta página? ¿Serán defensores de los derechos de autor de los textos e imágenes que publico?
 
Como les pregunta hoy Jesús a quienes lo siguen: “¿Qué quieren?” Ojalá sea a Jesús a quien buscan, de tal manera que yo pueda responderles también como Él: "Vengan y lo verán".
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario en este II Domingo del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Juan 1,35-42.

Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios". Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?". "Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo. Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro.
 
Comentario
 
Un vecino encontró a don Simón en cuatro patas en medio del andén, buscando algo en el piso. «¿Qué andas buscando, buen amigo?». Simón, levantando la mirada como quien pide ayuda, respondió: «Mi llave. La he perdido». De manera que el buen vecino se arrodilló allí mismo y los dos se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un buen rato dijo el vecino: «¿Dónde la perdiste?». Don Simón, casi disculpándose con una voz que salió para adentro, respondió: «En casa».
 
«¡Santo Dios! Y, entonces, ¿por qué estamos buscando en plena calle?».
«Porque aquí hay más luz», fue la respuesta inocente de don Simón (Tomado con algunas libertades de Anthony de Mello, El Canto del Pájaro).
 
Es una verdad bastante obvia, pero estoy convencido de que no sólo es importante saber qué estamos buscando, sino también tener claro dónde hacerlo; cuando queremos acercarnos a Dios tenemos que clarificar primero qué es lo que buscamos, qué es lo que queremos de él; para qué lo invocamos, qué le pedimos... pero esto no basta; es importante también definir muy bien dónde lo vamos a buscar; porque puede ser que haya sitios aparentemente iluminados que nos parecen más idóneos para encontrar a Dios; y, sin embargo, él puede estar esperándonos en otra parte menos luminosa, como nuestra vida ordinaria y cotidiana...
 
Suelo comenzar la experiencia de los Ejercicios Espirituales proponiéndole a las personas esta pregunta: «¿Qué están buscando?», porque me parece fundamental que cada uno establezca su propio encuentro con el Señor aclarándose, para sí mismo qué es lo que nos lleva a buscarlo. Las motivaciones que se develan ante nosotros son muy diversas y, muchas veces contradictorias. El milagro que realiza en esa experiencia es muy sencillo: cuando hemos aclarado lo que buscamos, cuando decimos que buscamos a Dios, entonces, comienza a concretarse el lugar en que debemos buscarlo.
 
Una pregunta como esta fue la que Jesús le lanzó un día a dos de los discípulos de Juan el Bautista que lo seguían por el camino: “¿Qué están buscando? Ellos dijeron: – Maestro, dónde vives?” Una canción de Glenda, una religiosa chilena que transmite una experiencia muy profunda de Dios a través de su música, tiene este estribillo que se va repitiendo muchas veces: “Maestro, ¿dónde vives?” Termina diciendo: “¿Dónde está el Señor? ¿Dónde iré a buscarle? Indícame el camino”.
 
La respuesta del Señor fue “– Vengan a verlo. Fueron, pues, y vieron dónde vivía, y pasaron con él el resto del día, porque eran como las cuatro de la tarde”. La Iglesia nos propone este texto del Evangelio porque quiere suscitar en nosotros el hambre del encuentro con el Señor y el deseo de saber más de él. Pidámosle en este comienzo del tiempo ordinario que el Señor quiera mostrarnos dónde vive, de manera que lo vayamos conociendo cada vez más, para que más le amemos y le sigamos en nuestras vidas. Lo importante es que no terminemos como don Simón, buscándolo en otra parte.
 
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 14 de enero de 2012

Jesús vino a salvar a los pecadores

¡Amor y paz!

Jesús llama hoy a su quinto discípulo y escoge esta vez a alguien no bien visto por los judíos, porque es recaudador de los impuestos de la potencia ocupante. Pero el Señor supera los prejuicios de su tiempo y si antes acogió a un leproso y ayer a un paralítico, hoy elige como su discípulo a un pecador y come con estos y con los publicanos. Ante las murmuraciones que suscita su actitud, Jesús responde con contundencia: “Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 1ª. Semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 2,13-17.
Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?". Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
Oración
 
‘Habla, Señor, que tu siervo escucha’
 
Hoy, Señor, me presento ante ti
con todo lo que soy y lo que tengo.
Acudo a ti como persona sedienta, necesitada...
porque sé que en ti encontraré respuesta.
Siento que no puedo vivir con la duda todo el tiempo
y que se acerca el momento de tomar una decisión.

Deseo ponerme ante ti con un corazón abierto como el de María,
con los ojos fijos en ti esperando que me dirijas tu Palabra.
Deseo ponerme ante ti como Abraham,
con el corazón lleno de tu esperanza,
poniendo mi vida en tus manos.
Deseo ponerme ante ti como Samuel,
con los oídos y el corazón dispuestos a escuchar tu voluntad.

Aquí me tienes, Señor,
con un deseo profundo de conocer tus designios.
Quisiera tener la seguridad
de saber lo que me pides en este momento;
quisiera que me hablases claramente, como a Samuel.
Muchas veces vivo en la eterna duda.
Vivo entre dos fuerzas opuestas que me provocan indecisión
y en medio de todo no acabo de ver claro.

Sácame, Señor, de esta confusión en que vivo.
Quiero saber con certeza el camino que tengo que seguir.
Quiero entrar dentro de mí mismo
y encontrar la fuerza suficiente
para darte una respuesta sin excusas, sin pretextos.
Quiero perder tantos miedos
que me impiden ver claro
el proyecto de vida que puedas tener sobre mí.

¿Qué quieres de mí, Señor? ¡Respóndeme!
¿Quieres que sea un discípulo tuyo
para anunciarte en medio de este mundo?
Señor, ¿qué esperas de mí? ¿Por qué yo y no otro?
¿Cómo tener la seguridad de que es este mi camino y no otro?

En medio de este enjambre de dudas
quiero que sepas, Señor, que haré lo que me pidas.
Si me quieres para anunciar tu Reino, cuenta conmigo, Señor.
Si necesitas mi colaboración
para llevar a todas las personas con las que me encuentre hacia ti,
cuenta conmigo, Señor.

Si me llamas a ser testigo tuyo de una forma más radical
como consagrado en medio de los hombres,
cuenta conmigo, Señor.
Y si estás con deseos de dirigir tu Palabra a mis oídos y a mi corazón,
habla, Señor, que tu siervo escucha.
 
Claretianos 2002
www.mercaba.org