sábado, 21 de enero de 2012

A Jesús le llueven los elogios...y las críticas

¡Amor y paz!

El evangelio de hoy es bien corto y un tanto paradójico. Sus mismos familiares no comprenden a Jesús y dicen que «es un exaltado», porque no se toma tiempo ni para comer.
 
Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este sábado de la 2ª. Semana del tiempo ordinario.
 
Dios los bendiga…
 
Evangelio según San Marcos 3,20-21.
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer.  Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".
Comentario
 
Ciertamente no lo tiene fácil el nuevo Profeta. Las gentes le aplauden por interés. Los apóstoles le siguen pero no le comprenden en profundidad. Los enemigos le acechan continuamente y le interpretan todo mal. Ahora, su clan familiar -primos, allegados, vecinos- tampoco le entienden. Además de su ritmo de trabajo, les deben haber asustado las afirmaciones tan sorprendentes que hace, perdonando pecados y actuando contra instituciones tan sagradas como el sábado. Se cumple lo que dice Juan en el prólogo de su evangelio: 

«Vino a los suyos y los suyos no le recibieron». Algunos le aplaudieron mientras duró lo de multiplicar los panes. Pero luego se sumaron al coro de los que gritaban «crucifícale».
 
Entre estos familiares críticos, no nos cabe en la cabeza que pudiera estar también su madre, María, la que, según Lucas, «guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» y a la que ya desde el principio pudo alabar su prima Isabel: «dichosa tú, porque has creído». Pero a Jesús le dolería ciertamente esta cerrazón de sus paisanos y familiares.
 
También en el mundo de hoy podemos observar toda una gama diferente de reacciones ante Cristo. Más o menos como entonces. Desde el entusiasmo superficial hasta la oposición radical y displicente.
 
Pero, más que las opiniones de los demás, nos debe interesar cuál es nuestra postura personal ante Cristo: ¿le seguimos de verdad, o sólo decimos que le seguimos, porque llevamos su nombre y estamos bautizados en él? Seguirle es aceptar lo que él dice: no sólo lo que va de acuerdo con nuestra línea, sino también lo que va en contra de las apetencias de este mundo o de nuestros gustos.
 
Si es el Maestro y Profeta que Dios nos ha enviado, tenemos que tomarle en serio a él, como Persona, y lo que nos enseña. Y eso tiene que ir iluminando y cambiando nuestra vida.
 
Podemos recordar además otro aspecto de este evangelio: que también nosotros podemos ser objeto de malas interpretaciones por llevar en medio de este mundo una vida cristiana, que muchas veces puede despertar persecuciones o bien sonrisas irónicas. Eso nos puede pasar entre desconocidos y también en nuestros círculos más cercanos, incluidos los familiares. Deberíamos seguir nuestro camino de fe cristiana con convicción, dando testimonio a pesar de las contradicciones. Como hizo Cristo Jesús. Con libertad interior.
 
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 66-70
www.mercaba.org

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