¡Amor y paz!
Hoy leemos por última vez
el evangelio de Mateo, que nos ha acompañado durante doce semanas, desde la 10ª
hasta la 21ª. No lo hemos leído entero: por ejemplo, dejamos los capítulos
finales, con la pasión, muerte y resurrección de Jesús, para los días de la
Semana Santa y Pascua.
Concluye hoy el «discurso
escatológico», sobre la vigilancia que debe caracterizar a los cristianos ante
la Venida del Señor. Después de las parábolas del ladrón, de la vuelta del amo
y de las jóvenes que esperan al novio, hoy Jesús nos transmite su enseñanza con
la de los talentos.
Cada uno tiene que hacer
fructificar los talentos que recibió del amo: cinco, dos o uno. No importa
cuántos recibió. Dios es libre y sorprendente a la hora de conceder su gracia. (José
Aldazábal).
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el evangelio y el comentarlo, en este Sábado de la XXI Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga….
Evangelio según San Mateo 25,14-30.
El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor. Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. 'Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado'. 'Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'. Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: 'Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado'. 'Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'. Llegó luego el que había recibido un solo talento. 'Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!'. Pero el señor le respondió: 'Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes'.
Comentario
La parábola de los
talentos concierne a todos los hombres que, en lugar de ayudar a sus hermanos
con sus bienes, sus consejos o cualquier otro medio, viven sólo para sí
mismos... En esta parábola, Jesús quiere revelarnos la enorme paciencia de
nuestro Señor, pero, a mi parecer, también se refiere a la resurrección en
general... En primer lugar los servidores que dan cuenta de su gestión
reconocen sin rodeos lo que es el don de su dueño y lo que es fruto de su
gestión. El primero dice: "Señor, me confiaste cinco talentos", y el
segundo: "Señor, me confiaste dos talentos"; reconocen así, que por
la bondad de su dueño tienen el capital que hicieron valer a su provecho.
Su
reconocimiento llega tan lejos que atribuyen todo el mérito y toda gloria de su
éxito a la confianza en su dueño. ¿Qué responde entonces el Señor? "Muy
bien, siervo bueno y fiel". ¿No es realmente bueno esforzarse en hacer
bien a los hermanos?... "Entra en el gozo de tu Señor": se trata de
la bienaventuranza de la vida eterna.
Pero
no ocurre lo mismo con el servidor malvado... ¿Cuál es pues la respuesta
del dueño? "siervo malo y perezoso, debías haber invertido mi
dinero el banco", es decir que debías haber hablado, exhortado y
aconsejado a tus hermanos. "Pero, este replica, la gente no me escuchaba".
A lo que el Señor responde: "Este no es tu asunto... Por lo menos, habrías
podido poner el dinero en el banco y yo a mi regreso lo habría recogido con los
intereses".
Estos intereses son las buenas obras que proceden de la
escucha de la Palabra que debemos predicar. "Tenías que hacer solamente la
parte más fácil del trabajo y a mi dejarme la más difícil"... Ante esto
¿qué decir? Al que recibe para bien de otros la gracia de la palabra y de la
enseñanza y no hace uso de ella, se le quitará incluso esta gracia. Pero al que
utilice la gracia que recibió, con celo y sabiduría, recibirá una gracia más
abundante todavía.
San
Juan Crisóstomo (hacia 345-407), presbítero de Antioquía más tarde obispo de
Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilías sobre el evangelio de Mateo, n° 78, 2-3; PG 58, 713-714
Homilías sobre el evangelio de Mateo, n° 78, 2-3; PG 58, 713-714
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