domingo, 25 de junio de 2017

“No juzguéis y no os juzgarán”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario, en este lunes de la XII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...

Primera Lectura

Lectura del libro del Génesis 12,1-9

En aquellos días, el Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.»
Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abran tenía setenta y cinco años cuando salió de Harán. Abrán llevó consigo a Saray, su mujer, a Lot, su sobrino, todo lo que había adquirido y todos los esclavos que había ganado en Harán. Salieron en dirección de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán. Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén, hasta la encina de Moré. En aquel tiempo habitaban allí los cananeos.
El Señor se apareció a Abrán y le dijo: «A tu descendencia le daré esta tierra.»
Él construyó allí un altar en honor del Señor, que se le había aparecido. Desde allí continuó hacia las montañas al este de Betel, y plantó allí su tienda, con Betel a poniente y Ay a levante; construyó allí un altar al Señor e invocó el nombre del Señor. Abrán se trasladó por etapas al Negueb.

Salmo

Sal 32,12-13.18-19.20.22

R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,1-5

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tuhermano.»

Comentario

1. El Gran llamado


1.1 Atendamos a la primera lectura. Con estas palabras de Dios a Abraham algo nuevo acontece en la Biblia. Los primeros once capítulos del Génesis, en efecto, resultan imposibles de asir por la Historia no bíblica. Es decir: no podemos hallar un rastro fiable, según los métodos de la historia que se apoya en evidencia científica, para Adán, ni para Caín, ni para Noé, por decir algo. Esto no significa que no haya habido un primer ser humano, al que podríamos llamar "Adán", pero no podemos situar una evidencia, digamos arqueológica, que nos señale "los huesos de Adán".

1.2 En el capítulo 12 del Génesis las cosas cambian. Contamos con evidencia extrabíblica que nos permite incluso situar a Abraham en el conjunto de nuestra "Historia Universal". Sabemos que vivió cerca del 1850 a.C. Estas coordenadas producen un impacto muy fuerte cuando releemos las palabras del llamado de hoy: Dios ha hablado al hombre. Esto sucedió en algún momento determinado, en un lugar determinado, a una persona determinada.


2. Dejar la propia tierra


2.1 En un mundo como el nuestro, marcado por la movilidad, es difícil hacerse una idea apropiada de lo que implicaban las palabras que Abraham escuchó de Dios. En nuestra época recorremos cientos de kilómetros para hacer un negocio, escuchar un concierto, visitar a un amigo, estudiar un postgrado, o simplemente para pasear.

2.2 La tierra, para nosotros los occidentales, es un recurso, casi un recurso más, que puede ser canjeado por dinero, y que de hecho está desconectado de valores culturales o religiosos. Este pensamiento se ve reforzado por la convicción intensa que tenemos a partir de los presupuestos liberales que de hecho marcan nuestras naciones. Se supone que lo público es "neutro"; se supone que públicamente no existe una religión, sino el derecho a manifestar, dentro de ciertas condiciones, que se tiene una religión (entre muchas posibles). Este presupuesto afecta directamente a la tierra, que es un bien "público" por excelencia. En nuestro medio se deja la tierra por cualquier otro motivo, menos por religión. O por lo menos se supone que así debería ser.

2.3 Para los antiguos semitas la situación era completamente distinta. Su referencia de existencia era su familia, ampliada a la tribu o el clan. No existían como miembros de un "país", ni como gobernados dentro de un "estado", sino que miraban su ser defendido, posibilitado y prolongado básicamente por ese entorno familiar ligado a unas condiciones de vida que se resumen en "una tierra". Y esto era así incluso para los nómadas, porque ningún nómada era simplemente un "vago". El nomadismo, más que un errar sin rumbo, era y es el modo de aprovechar, para la ganadería y la recolección de frutos, terrenos o pozos que en sí mismos no permiten establecerse.

2.4 La conclusión de todo esto es que el llamado que llega a Abraham tenía que sonar a simple locura. O pura fe.


3. La Viga en el Ojo


3.1 ¿Cuál será la "astilla" o "paja" de que nos habla el Señor, y a qué 
corresponderá la "viga" de su ejemplo?

3.2 Distintas versiones se han propuesto. Quizá la "viga" es mi orgullo, y la "astilla" el pecado, cualquier otro pecado de mi hermano. Mi orgullo nubla cualquier opinión que yo me haga sobre el estado de alma de mi hermano.

3.3 Quizá la viga es mi resistencia a convertirme, y la astilla, mis defectos cuando los "proyecto" en mi hermano. Al fin y al cabo, la viga y la paja o la astilla son de materias semejantes.

3.4 Quizá la viga es mi afán de buscar perfección que no tengo, y la astilla o paja sean las imperfecciones que creo encontrar en otros.

3.5 Quizá la viga es lo que yo no acepto que me digan, y la astilla lo que quiero decir de los demás.

3.6 O quizá todas estas interpretaciones son útiles y válidas.

http://fraynelson.com/homilias.html.

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¡No tengan miedo!

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Domingo XII del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 26-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
- «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.
Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»

Palabra de Dios

Comentario

San Hilario de Poitiers vivió en el Siglo IV, en la época del emperador Constancio, hijo de Constantino. La Iglesia atravesaba una etapa de expansión y estrenaba legitimidad, habiendo sido declarada, ya no sólo religión permitida, sino Religión oficial del Imperio. Aparentemente, se trataba de un momento bueno y deseable; sin embargo, después tantas persecuciones y martirios, durante los primeros siglos, los cristianos habían comenzado a tener un estilo de vida mediocre y cada vez más instalado, en una Iglesia que se iba haciendo rica y poderosa. En estas circunstancias, San Hilario escribe unas palabras que me vinieron a la memoria al leer el texto del Evangelio de Mateo que nos propone la liturgia de hoy:

"¡Oh Dios todopoderoso, ojalá me hubieses concedido vivir en los tiempos de Nerón o de Decio...! Por la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, yo no habría tenido miedo a los tormentos (...). Me habría considerado feliz al combatir contra tus enemigos declarados, ya que en tales casos no habría duda alguna respecto a quienes incitarían a renegar... Pero ahora tenemos que luchar contra un perseguidor insidioso, contra un enemigo engañoso, contra el anticristo Constancio. Este nos apuñala por la espalda, pero nos acaricia el vientre. No confisca nuestros bienes, dándonos así la vida, pero nos enriquece para la muerte. No nos mete en la cárcel, pero nos honra en su palacio para esclavizarnos. No desgarra nuestras carnes, pero destroza nuestra alma con su oro. No nos amenaza públicamente con la hoguera, pero nos prepara sutilmente para el fuego del infierno. No lucha, pues tiene miedo de ser vencido. Al contrario, adula para poder reinar.

Confiesa a Cristo para negarlo. Trabaja por la unidad para sabotear la paz. Reprime las herejías para destruir a los cristianos. Honra a los sacerdotes para que no haya Obispos. Construye iglesias para demoler la fe. Por todas partes lleva tu nombre a flor de labios y en sus discursos, pero hace absolutamente todo lo que puede para que nadie crea que Tú eres Dios. (...) Tu genio sobrepasa al del diablo, con un triunfo nuevo e inaudito: Consigues ser perseguidor sin hacer mártires” (Jesús Álvarez Gómez, Historia de la Vida Religiosa, Publicaciones Claretianas, Madrid, Volumen I, 1987, 170).

Afortunadamente, hoy contamos con el testimonio de auténticos mártires que no han querido someterse dócilmente a los embates de una sociedad que niega, en la práctica, los principios más fundamentales del Evangelio del Señor. Hay quienes han denunciado un orden injusto que aplastaba a las mayorías, como Monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 en San Salvador, mientras celebraba la eucaristía; otros, como Monseñor Isaías Duarte Cancino, han tenido el valor de señalar el influjo de los dineros del narcotráfico en la elección de congresistas en Colombia; y junto a ellos, muchos hombres y mujeres, fieles al Evangelio, han estado dispuestos a morir antes que ceder frente a una sociedad que nos quiere postrados por el silencio y la pasividad.

No se trata de buscar el martirio por el martirio; Luis Espinal, jesuita catalán, asesinado en Bolivia por denunciar las injusticias de un régimen totalitario, escribió poco antes de morir una oración que tituló: No queremos mártires. Tampoco hoy queremos mártires. Pero tampoco queremos una Iglesia que le tenga miedo a los que matan el cuerpo... Como bien lo afirma Jesús, hay que tenerle miedo, “más bien al que puede darles muerte y también puede destruirlos para siempre en el infierno”. En lugar de dejarnos cooptar por los halagos de una sociedad cada vez más opulenta y suficiente, tenemos que ser testimonio vivo de una propuesta que, efectivamente, contraste con lo que nos invita a vivir el orden establecido. De lo contrario, como en la época de San Hilario, terminaremos siendo apuñalados por la espalda, mientras nos acarician, delicadamente, el vientre.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Profesor Asociado de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

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