¡Amor y paz!
Los invito hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera
de la lectio divina, en este miércoles de la 5ª semana de Cuaresma, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Juan
8,31-42
Lectio
Miércoles, 1 de abril de 2020
Tiempo de
Cuaresma
1) Oración inicial
Ilumina, Señor, el corazón
de tus fieles purificando por las penitencias de Cuaresma, y tú, que nos
infundes el piadoso deseo de servirte, escucha paternalmente nuestras súplicas.
Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del
Evangelio según Juan 8,31-42
Decía,
pues, Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos,
y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»
Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?» Jesús les respondió:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo.
Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre.
Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.
Ya sé que sois descendencia de Abrahán; pero tratáis de matarme, porque mi palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto junto a mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro padre.» Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abrahán.» Jesús les dice: «Si sois hijos de Abrahán, haced las obras de Abrahán.
Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad
que oí de Dios. Eso no lo hizo Abrahán.
Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.»
Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios.» Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí,
porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado.
«Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos,
y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»
Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?» Jesús les respondió:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo.
Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre.
Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.
Ya sé que sois descendencia de Abrahán; pero tratáis de matarme, porque mi palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto junto a mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro padre.» Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abrahán.» Jesús les dice: «Si sois hijos de Abrahán, haced las obras de Abrahán.
Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad
que oí de Dios. Eso no lo hizo Abrahán.
Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.»
Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios.» Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí,
porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado.
3) Reflexión
En el evangelio de hoy sigue
la reflexión sobre el capítulo 8 de Juan. Como en círculos concéntricos, Juan
profundiza en el misterio de Dios que envuelve a la persona de Jesús. Parece
una repetición, porque siempre vuelve a hablar del mismo punto. En realidad, es
el mismo punto, pero cada vez en un nivel más profundo. El evangelio de hoy
aborda el tema de la relación de Jesús con Abrahán, el Padre del pueblo de
Dios. Juan trata de ayudar las comunidades a comprender cómo Jesús se sitúa en
el conjunto de la historia del Pueblo de Dios. Las ayuda a percibir la
diferencia que hay entre Jesús y los judíos, y también entre los judíos y los
demás: todos somos hijos e hijas de Abrahán.
• Juan 8,31-32: La libertad que nace de la fidelidad a la palabra de Jesús.
Jesús manifiesta a los judíos: “Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente
mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Ser
discípulo de Jesús es lo mismo que abrirse a Dios. Las palabras de Jesús son en
realidad palabra de Dios. Comunican la verdad, porque dan a conocer las cosas
como son a los ojos de Dios y no a los ojos de los fariseos. Más tarde, durante
la última Cena, Jesús enseñará lo mismo a los discípulos.
• Juan 8,33-38: ¿Qué quiere decir ser hijo e hija de Abrahán? La reacción de
los judíos es inmediata: "Nosotros somos descendencia de Abrahán y nunca
hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?” Jesús insiste
haciendo una distinción entre hijo y esclavo y dice: "Todo el que comete
pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras
el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis
realmente libres.” Jesús es el hijo y vive en la casa del Padre. El esclavo no
vive en la casa del Padre. Vivir fuera de la casa, fuera de Dios quiere decir
vivir en el pecado. Si aceptaran la palabra de Jesús podrían llegar a ser hijos
y alcanzar la libertad. No serían esclavos. Y Jesús continúa: “Ya sé que sois
descendencia de Abrahán; pero tratáis de matarme, porque mi palabra no prende
en vosotros.” Inmediatamente aparece bien clara la distinción: “Yo hablo lo que
he visto junto a mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro
padre”. Jesús les niega el derecho a decir que son hijos de Abrahán, porque sus
obras afirman lo contrario.
• Juan 8,39-41a: Un hijo de Abrahán cumple las obras de Abrahán. Ellos insisten
en afirmar: “¡Nuestro Padre es Abrahán!” como si quisiesen presentar a Jesús un
documento de su identidad. Jesús vuelve a insistir: “Si sois hijos de Abrahán,
haced las obras de Abrahán. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la
verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis las obras de
vuestro padre.” Entre líneas sugiere que el padre de ellos es Satanás (Jn
8,44). Sugiere que son hijos de la prostitución.
• Juan 8,41b-42: “Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he
salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado”.
Usando palabras diversas, Jesús repite la misma verdad: “Aquel que pertenece a
Dios escucha las palabras de Dios”. El origen de esta afirmación viene de
Jeremías quien dice: “Pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus
corazones. Entonces yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que
enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: ‘Conozcan a Yahvé’. Pues me
conocerán todos, del más grande al más humilde. Porque yo habré perdonado su
culpa y no me acordaré más de su pecado” (Jer 31,33-34). Pero ellos no se
abrieron a esta nueva experiencia de Dios, y por esto no reconocieron a Jesús
como enviado del Padre.
4) Para la reflexión personal
• Libertad que se somete en
todo al Padre. ¿Existe algo de este tipo en ti? ¿Conoces a personas así?
• ¿Cuál es la experiencia más profunda en mí que me impulsa a reconocer a Jesús como enviado por Dios?
• ¿Cuál es la experiencia más profunda en mí que me impulsa a reconocer a Jesús como enviado por Dios?
5) Oración final
Bendito eres, Señor, Dios de
nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. (Dn 3,52)
bendito tu nombre santo y glorioso.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. (Dn 3,52)
Orden de los Carmelitas