¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este lunes de la 7ª semana de Pascua, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Juan
16,29-33
Lectio
Lunes, 25 de mayo de 2020
Tiempo de Pascua
1) Oración inicial
Derrama, Señor, sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos
cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Por
nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Juan 16,29-33
Le dicen sus discípulos: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios.» Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo.»
3) Reflexión
• El contexto del evangelio de hoy sigue siendo el ambiente de la Última Cena, ambiente de convivencia y de despedida, de tristeza y de
expectativa, en el cual se refleja la situación de las comunidades de Asia
Menor de finales del primer siglo. Para poder entender bien los evangelios, no
podemos nunca olvidar que no relatan las palabras de Jesús como si fuesen
grabadas en un CD para transmitirlas literalmente. Los evangelios son escritos
pastorales que procuran encarnar y actualizar las palabras de Jesús en las
nuevas situaciones en que se encontraban las comunidades en la segunda mitad del
siglo primero en Galilea (Mateo), en Grecia (Lucas), en Italia (Marcos) y en
Asia Menor (Juan). En el Evangelio de Juan, las palabras y las preguntas de los
discípulos no son sólo de los discípulos, sino que en ellas afloran también las
preguntas y los problemas de las comunidades. Son espejos, en los que las
comunidades, tanto las de aquel tiempo como las de hoy, se reconocen con sus
tristezas y angustias, con sus alegrías y esperanzas. Encuentran luz y fuerza
en las respuestas de Jesús.
• Juan 16,29-30: Ahora estás hablando claramente. Jesús había dicho a
los discípulos: pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis
que salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el
mundo y voy al Padre (Jn 16,27-28). Al oír esta afirmación de Jesús, los
discípulos responden: Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola.
Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto
creemos que has salido de Dios. Los discípulos pensaban que lo entendían todo.
Sí, realmente, ellos captaron una luz verdadera para aclarar sus problemas.
Pero era una luz aún muy pequeña. Captaron la semilla, pero de momento no
conocían el árbol. La luz o la semilla era una intuición básica de la fe: Jesús
es para nosotros la revelación de Dios como Padre: Por esto creemos que has
salido de Dios. Pero esto no era que el comienzo, la semilla. Jesús mismo, era
y sigue siendo una gran parábola o revelación de Dios para nosotros. En él Dios
llega hasta nosotros y se nos revela. Pero Dios no cabe en nuestros esquemas.
Supera todo, desarma nuestros esquemas y nos trae sorpresas inesperadas que, a
veces, son muy dolorosas.
• Juan 16,31-32: Me dejaréis solo, pero yo no estoy solo. El Padre
está conmigo. Jesús pregunta: "¿Ahora creéis? El conoce a sus discípulos.
Sabe que falta mucho para la comprensión total del misterio de Dios y de la
Buena Nueva de Dios. Sabe que, a pesar de la buena voluntad y a pesar de la luz
que acabaron de recibir en aquel momento, ellos tenían que enfrentarse todavía
con la sorpresa inesperada y dolorosa de la Pasión y de la Muerte de Jesús. La
pequeña luz que captaron no bastaba para vencer la oscuridad de la crisis:
Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por
vuestro lado y me dejaréis solo. Pero yo no estoy solo, porque el Padre está
conmigo. Esta es la fuente de la certeza de Jesús y, a través de Jesús, ésta es
y será la fuente de la certeza de todos nosotros: El Padre está conmigo. Cuando
Moisés fue enviado para la misión a liberar al pueblo de la opresión de Egipto,
recibió esta certeza: “¡Va! Yo estoy contigo” (Ex 3,12). La certeza de la
presencia libertadora de Dios está expresada en el nombre que Dios asumió en la
hora de iniciar el Éxodo y liberar a su pueblo: JHWH, Dios con nosotros: Este
es mi nombre para siempre (Ex 3,15). Nombre que está presente más de seis mil
veces solo en el Antiguo Testamento.
• Juan 16,33: ¡Animo! Yo he vencido al mundo. Y viene ahora la última
frase de Jesús que anticipa la victoria y que será fuente de paz y de
resistencia tanto para los discípulos de aquel tiempo como para todos nosotros,
hasta hoy: Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo
tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo. “Con su sacrificio por
amor, Jesús vence al mundo y a Satanás. Sus discípulos están llamados a
participar en la lucha y en la victoria. Sentir el ánimo que él infunde es ya
ganar la batalla.” (L.A.Schokel)
4) Para la reflexión personal
• Una pequeña luz ayudó a los discípulos a dar un paso, pero no
iluminó todo el camino. ¿Has tenido una experiencia así en tu vida?
• ¡Animo! ¡Yo he vencido al mundo! Esta frase de Jesús ¿te ha ayudado alguna vez en tu vida?
• ¡Animo! ¡Yo he vencido al mundo! Esta frase de Jesús ¿te ha ayudado alguna vez en tu vida?
5) Oración final
Guárdame, oh Dios, que en Ti me refugio.
Digo a Dios: «Tú eres mi Señor,
mi bien, nada hay fuera de Ti».
El Señor es la parte de mi herencia y de mi copa,
tú aseguras mi suerte. (Sal 16,1-2,5)
Digo a Dios: «Tú eres mi Señor,
mi bien, nada hay fuera de Ti».
El Señor es la parte de mi herencia y de mi copa,
tú aseguras mi suerte. (Sal 16,1-2,5)
Orden de los Carmelitas