viernes, 12 de septiembre de 2014

"¿Puede un ciego guiar a otro ciego?”

¡Amor y paz!

Un apostolado que no brote de una fuente caudalosa de oración, de vida interior, de virtudes teologales, está llamado al fracaso. Antes de conquistar a los demás para Cristo, hay que dejarse conquistar por Él en la oración. Sólo si tenemos metido a Cristo en lo hondo de nuestro ser y de nuestro obrar podremos darlo a los demás.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 6,39-42. 
Jesús hizo a sus discípulos esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo', tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano." 
Comentario

Además de la ceguera física puede existir la espiritual. Necesitamos unos ojos nuevos que nos permitan vislumbrar el mundo de Jesucristo, de la eternidad, del Evangelio, de la caridad.

Imaginemos por un momento la vida de los ciegos: van caminando a tientas con su bastón, con peligro de encontrarse con un obstáculo o de caer. Así vamos todos cuando no fortalecemos nuestra vida espiritual, cuando la descuidamos. Con una fe débil no podremos guiar a otros, nos será imposible llevar a los demás hacia Cristo.

Necesitamos una fe fuerte, segura, formada, en una palabra, una fe luminosa. Cristo nos quiere dar esta fe, sólo hay que pedírsela.

El Señor nos da algunos medios sencillos para ayudarnos a crecer en la fe, como por ejemplo la participación activa y fervorosa en la Santa Misa, la adoración consciente de la Santa Eucaristía y la oración.

También es necesario ejercitarnos en la fe, pues a semejanza de las demás virtudes, la fe crece con la repetición de actos. Una forma de hacerlo es descubrir la mano de Dios en todo lo que nos rodea.


Autor: Regnum Christi