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sábado, 26 de noviembre de 2016

“Estén prevenidos y oren incesantemente, para salvarse de lo que ha de ocurrir”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 34a semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 21,34-36. 
Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre". 
Comentario

1. Mensaje Final

1.1 Con la liturgia de este día llegamos al final de este año litúrgico. Mañana, primer domingo de adviento, se inicia el siguiente año. Y el mensaje final es claro en medio de la compleja red de símbolos de la primera lectura: grandes combates, grandes luchas, pero un solo vencedor y una sola victoria: la del "pueblo de los elegidos del Altísimo", según el bello nombre que nos da Daniel en su texto de hoy.

1.2 Así pues deben quedarnos claras las dos cosas: que hay combate y que hay victoria. Como hay combate, debemos prepararnos; como hay victoria, deben estar firmes nuestros corazones y no cejar en su empeño ni dejar de cantar las alabanzas del Único que es grande y santo.

2. Orar y Vigilar

2.1 El evangelio de hoy está en esa misma tónica: estar despiertos, pero no angustiados; atentos, pero no desesperados; vigilantes del peligro, pero no obsesionados con él. Y, sobre todo: orar. Dejar de orar ya es perder.

2.2 Necesitamos de la oración para que nuestros ojos vean como Dios ve. Necesitamos de la oración para que nuestras fuerzas no sean sólo las nuestras, sino las de Él, que es el único que conoce la magnitud, dirección y perversidad de lo que tendremos que sufrir. Necesitamos de la oración porque ninguna previsión será perfecta y ningún razonamiento podrá deducir cuándo es aquel día y aquella hora. Necesitamos de la oración, en fin, porque ¿qué podrán temer los que han de comparecer ante el mismo que les concedió orar con fe, con 
esperanza y con amor?

http://fraynelson.com/homilias.html.


miércoles, 23 de noviembre de 2016

«Serán odiados a causa de mi Nombre; gracias a la constancia salvarán sus vidas»

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 34ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Lucas 21,12-19. 
Jesús dijo a sus discípulos: «Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.» 

Comentario

a) Jesús avisa a los suyos de que van a ser perseguidos, que serán llevados a los tribunales y a la cárcel. Y que así tendrán ocasión de dar testimonio de él.

Jesús no nos ha engañado: nunca prometió que en esta vida seremos aplaudidos y que nos resultará fácil el camino. Lo que sí nos asegura es que salvaremos la vida por la fidelidad, y que él dará testimonio ante el Padre de los que hayan dado testimonio de él ante los hombres.

b) Cuando Lucas escribía su evangelio, la comunidad cristiana ya tenía mucha experiencia de persecuciones y cárceles y martirios, por parte de los enemigos de fuera, y de dificultades, divisiones y traiciones desde dentro.

A lo largo de dos mil años, la Iglesia ha seguido teniendo esta misma experiencia: los cristianos han sido calumniados, odiados, perseguidos, llevados a la muerte. ¡Cuántos mártires, de todos los tiempos, también del nuestro, nos estimulan con su admirable ejemplo! Y no sólo mártires de sangre, sino también los mártires callados de la vida diaria, que están cumpliendo el evangelio de Jesús y viven según sus criterios con admirable energía y constancia.

Jesús nos lo ha anunciado, en el momento en que él mismo estaba a punto de entregarse en la cruz, no para asustarnos, sino para darnos confianza, para animarnos a ser fuertes en la lucha de cada día: "con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas".

El amor, la amistad y la fortaleza -y nuestra fe- no se muestran tanto cuando todo va bien, sino cuando se ponen a prueba.

Nos lo avisó: "si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros" (Jn 15,20), pero también nos aseguró: "os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí; en el mundo tendréis tribulación, pero ¡ánimo! yo he vencido al mundo" (Jn 16,33).

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 323-326

viernes, 11 de noviembre de 2016

Cuando el Señor venga, nos encuentre vigilantes, como el siervo bueno y fiel

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 32ª semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Lucas 17,26-37. 
Jesús dijo a sus discípulos: "En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé. La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos. Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos. Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre. En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará. Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada". Entonces le preguntaron: «¿Dónde sucederá esto, Señor?»Jesús les respondió: "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres". 
Comentario

Si el Señor tarda en llegar, esperémoslo constantemente con gran amor, porque ciertamente Él vendrá con gran poder y majestad; pero no nos quiere encontrar embotados por las cosas pasajeras, sino vigilantes, como el siervo bueno y fiel a quien el Amo confió el cuidado de todas sus posesiones y de los habitantes de su casa. No nos quedemos sólo comiendo, bebiendo, casándonos, comprando, sembrando, construyendo, etc. Es cierto que no podemos detener el trabajo ni el avance tecnológico y científico. Pero para quienes hemos puesto nuestra fe en Cristo eso no lo es todo, sino que estamos llamados a perder, constantemente, nuestra vida en favor de los demás. Entonces, cuando sea el final, conservaremos nuestra vida eternamente escondida en Dios; ahí donde Cristo nos aguarda después de haber padecido por nosotros.

Esperamos alegres la venida de nuestro Salvador. Él llega a nosotros en cada Eucaristía que celebramos. Contemplando a Cristo llegamos a conocer el amor que Dios nos tiene. Por eso elevamos agradecidos a Él nuestra alabanza y le reconocemos como el Señor de nuestra vida. ¡Ojalá y alcancemos a interpretar los signos del amor y de la salvación, que Dios nos ha manifestado por medio de su Hijo, hecho uno de nosotros! Aceptarlo a Él y reconocerlo como nuestro Dios, como Camino, Verdad y Vida es no perder la oportunidad de que Aquel que es el esperado como Juez al final del tiempo, llegará para nosotros como Pastor Misericordioso para llevarnos, sobre sus hombros, de retorno a la Casa del Padre.

Esforcémonos constantemente por construir la ciudad terrena conforme a la orden inicial dada por el Creador al hombre: Domina la tierra y sométela. Pero no nos olvidemos que quienes creemos en Cristo, hemos sido convocados por Él para participar de su Vida y para ser enviados a construir, entre nosotros, el Reino de Dios. Sabiendo que el Señor se acerca a nosotros en cada hombre y en cada acontecimiento de la vida, sirvámosle con amor hasta que Él vuelva para dar a cada uno lo que corresponda a sus obras. Que no nos angustie la cercanía, o no, de la venida del Señor; que más bien nos preocupe entregar nuestra vida por Cristo y por su Evangelio: amando, sirviendo, socorriendo, alimentando, visitando, consolando a nuestros prójimos que viven desprotegidos. Esforcémonos también por construir un mundo más en paz y más fraternalmente unido por el amor. Entonces estaremos ciertos de que, al final, seremos de Dios y estaremos con Él eternamente.

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lunes, 7 de noviembre de 2016

La consigna: pedir perdón y perdonar a los demás

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 32ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Lucas 17,1-6.
Jesús dijo a sus discípulos: "Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: 'Me arrepiento', perdónalo". Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". Él respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería."  
Comentario

 “Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos” (Sl 24,10). Eso que dice el salmo sobre el amor y la verdad es de suma importancia…Habla del amor porque Dios, para perdonar nuestros pecados y prometernos la vida eterna, no se fija en nuestros méritos sino en su bondad. Habla también de la verdad porque Dios mantiene siempre sus promesas. Reconozcamos a este modelo divino e imitemos a Dios que nos manifiesta su amor y su verdad… Hagamos como él, llevando a cabo en este mundo obras llenas de amor y de verdad. Seamos buenos para con los débiles, los pobres e incluso con nuestros enemigos. 

      Vivamos en la verdad evitando de hacer el mal. No multipliquemos los pecados, porque el que peca y presume de la bondad de Dios, corre el riesgo de hacer creer que Dios es injusto. Se imagina  que, a pesar de obstinarse en el pecado y no querer arrepentirse, Dios vendrá igualmente y le dará un lugar entre sus fieles servidores. Pero ¿sería justo que Dios te coloque en el mismo lugar que los que han renunciado a sus pecados siendo así que tú has querido perseverar en los tuyos?... ¿Por qué, pues, quieres forzarlo a que haga tu voluntad?... Mejor que tú te sometas a la suya. 

      El salmista dice, precisamente, a propósito de esto: “¿Quién buscará la misericordia y la verdad del Señor junto a él?” (Sl 60,8 Vlg)… ¿Por qué decir “junto a él”? Son muchos los que buscan en los Libros santos conocer el amor del Señor y su verdad. Pero una vez lo han conseguido viven para ellos, no para él. Buscan sus propios intereses, no los de Jesucristo. Predican el amor y la verdad pero no los practican. Siendo así que aquel que ama Dios y a Cristo, cuando predica la verdad y el amor divinos, los busca por Dios, no por su propio interés. No predica para sacar de ello ventajas materiales, sino por el bien de los miembros de Cristo, es decir, de sus fieles. Les da lo que ha aprendido en espíritu de verdad, “de manera que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos (2 C 5,15) “¿Quién buscará la misericordia y la verdad el Señor?”

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Disertación sobre los salmos, Sl 60,9; PL 39,771
©Evangelizo.org 2001-2016



sábado, 5 de noviembre de 2016

Si con el dinero, tan lleno de injusticias, no fueron fieles, ¿quién les confiará los bienes verdaderos?

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 31ª semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Lucas 16,9-15. 
Jesús decía a sus discípulos: "Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero". Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús. Él les dijo: "Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta despreciable para Dios."  

Comentario

Pienso que la traducción que hemos publicado (...) acierta al escribir "el dinero, tan lleno de injusticias". Literalmente, el texto griego dice "dinero de injusticia".

¿Y por qué asocia Cristo el dinero con la injusticia? ¿No se supone que el dinero es el instrumento para un intercambio justo entre productos o servicios de similar valor? Pues esa es la gran paradoja: designado como puente entre los intereses de los seres humanos, no puede cambiarlos, ni saciarlos, sino sólo enfrentarlos en tal manera que gana el que más tiene y pierde el que más necesita. De este modo el dinero termina siendo un instrumento, un arma de la injusticia.

El comentario sobre "hacerse amigos" indudablemente tiene su pizca de sal, y no es sencillo saber a qué se refiere aquí el Señor: ¿a la gratitud que experimentan los necesitados cuando reciben nuestras ayudas? ¿A Dios Padre y su Hijo, que nos recibirán en las moradas celestiales? ¿A los ángeles que testifican de nuestras obras y estarán con nosotros en la gloria? Estas y otras interpretaciones han sido propuestas. Lo que parece claro es que Jesús invita con esas palabras a no hacer del dinero un absoluto o una fuente de satisfacción solitaria, y en el fondo estéril.

O es posible que el texto nos esté invitando más bien a evaluar qué clase de amigos nos está trayendo el dinero: ¿son de aquellos que, cuando falte el dinero, estarán a nuestro lado y nos recibirán en el cielo?

En todo caso, Cristo propone dos cosas. Primera: "hazte amigos con el dinero"; segunda: "no puedes servir a Dios y al dinero." Creo que lo más sabio es tomar estas dos moniciones juntas. Según esto, de lo que se trata en el fondo es de revertir la situación de injusticia que brota del uso y abuso del dinero.

http://fraynelson.com/homilias.html. 

jueves, 6 de octubre de 2016

“Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 27ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 11,5-13.
Jesús dijo a sus discípulos: "Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: 'Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle', y desde adentro él le responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'. Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!". 
Comentario

Muchos comentaristas de la Biblia centran sus interpretaciones en el poder que tiene la oración cuando se hace de modo persistente. La razón que presentan parece ser el postulado: “la persona que pide, recibe; la que busca, encuentra, y a la que llama se le abre”.

Muy pocos deducen el aspecto económico de la oración que propone Jesús. ¿Por qué una persona no tiene pan para ofrecer la cena a su amigo que ha llegado de sorpresa? ¿Por qué el vecino sí puede dar tres panes para sacar del apuro a su “amigo”? ¿Por qué Jesús usa componentes de “la canasta básica” (pan, pescado y huevo) como ejemplo?

Estas preguntas tienen que ver con el aspecto económico/alimenticio que gratuitamente proporciona el Espíritu Santo. Llama la atención que quien suplica no pide cosas superfluas ni para sí mismo. Pan, pescado y huevo eran (¿son?) los alimentos de la gente pobre y de ello dependía la vida.

Dios viendo la carencia de la comunidad no se queda ajeno. Lucas anuncia que Dios dará el Espíritu Santo a la persona que pide. Y nos preguntamos, ¿no necesitamos más el pan, pescado y huevo que el Espíritu Santo? En la teología de Lucas, teniendo el Espíritu Santo, se tiene todo lo necesario para vivir. ¿Qué pides en tu oración? ¿Te sientes culpable por pedir lo necesario para vivir dignamente? 

Servicio Bíblico Latinoamericano

viernes, 5 de agosto de 2016

¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario,  este viernes de la 18ª semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 16,24-28. 
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino". 
Comentario

El texto evangélico se inicia con un “Jesús dijo a los discípulos” que sirve de introducción a una enseñanza sobre las exigencias de la vida cristiana. Se parte de la afirmación del seguimiento como elemento constitutivo fundamental de la vida del discípulo. Este se define en su relación con Jesús en su camino histórico de Pasión, anunciado precedentemente (v.21) y en su venida gloriosa para el futuro.

El texto vuelve sucesivamente su mirada al presente entendido como “negación de sí mismo” y como “tomar la propia cruz” (v.24), al futuro entendido como “venida del Hijo del Hombre entre sus ángeles con la gloria de su Padre”(v.27) y a la contemporaneidad de ambos en la vida del discípulo: “algunos de los aquí presentes no morirán sin ver al Hijo del hombre venir”.
De esa forma presente y futuro se encuentran no solamente ligados como una causa y su efecto sino también íntimamente entrelazados en la existencia histórica de cada hombre.

La esperanza cristiana se presenta, de este modo, íntimamente asociada a la historia del dolor y el sufrimiento humano. Sin fatalismos ni búsqueda de padecimientos, las circunstancias históricas en que se desarrollan la vida de Jesús y del discípulo exigen la capacidad de asumir el padecimiento necesario para la transformación de la realidad en vistas a adecuarla al designio divino.

Con tres solemnes “porque”, Jesús describe el camino que se debe recorrer. Se debe perder la propia vida en su muerte para encontrarla en su resurrección. De esta forma contrapone su actuación de entrega generosa a la búsqueda egoísta de perpetuarse a sí mismo.

Esta última puede llenar las preocupaciones personales pero se revela infructuosa y estéril. Se
puede ganar el mundo entero pero éste no asegura la continuidad de la existencia, nada es suficientemente valioso para recobrar la vida de este modo perdida.

Sólo la identificación con Jesús hecha realidad en el seguimiento que lleva a recorrer el mismo camino recorrido por Jesús en su existencia histórica puede hacer que el presente adquiera perennidad y consistencia plena.

Frente a frente se encuentran de nuevo presentadas las opciones que delante de sí tiene toda existencia humana. La búsqueda egoísta de sí mismo, el replegamiento sobre los propios intereses no puede dar una respuesta satisfactoria al ansia humana de supervivencia. Por el contrario, las acciones humanas adquieren consistencia desde el futuro de Dios y de su Juicio. En él, sólo la capacidad y donación semejantes a las mostradas por la actuación del Jesús terreno, son los únicos criterios que pueden asegurar la supervivencia. El presente se coloca de esta forma en íntima relación con el futuro, es el ámbito en que éste puede ser construido según el designio de la “gloria de Dios”. 

Pero esta realidad no se posterga para ese momento posterior. Ya en el presente es operante en la vida del discípulo que puede hacer experiencia de ella “verla” antes de morir. 

De esa forma, el futuro se hace realidad en la existencia del discípulo que tiene la posibilidad de acceder a ese Reino anticipadamente compartiendo la suerte de Jesús.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).

martes, 7 de junio de 2016

«Ustedes son la sal de la tierra. (...) Ustedes son la luz del mundo»

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 10ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Mateo 5,13-16. 
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. 
Comentario

a) Después de las bienaventuranzas, Jesús empieza su desarrollo sobre el estilo de vida que quiere de sus discípulos. Hoy emplea tres comparaciones para hacerles entender qué papel les toca jugar en medio de la sociedad.

Deben ser como la sal. La sal condimenta y da gusto a la comida (si no nos la ha prohibido el médico). Sirve para evitar la corrupción de los alimentos (lo que ahora hacen las cámaras frigoríficas). Y también es símbolo de la sabiduría.

Deben ser como la luz., que alumbre el camino, que responda a las preguntas y las dudas, que disipe la oscuridad de tantos que padecen ceguera o se mueven en la oscuridad.

Deben ser como una ciudad puesta en lo alto de la colina, que guíe a los que andan buscando camino por el descampado, que ofrezca un punto de referencia para la noche y cobijo para los viajeros. Una ciudad como Jerusalén que ya desde lejos, alegra a los peregrinos con su vista.

b) Va por nosotros. Hoy y aquí. Nuestra fe, y la vida que Dios nos comunica, no deben quedar en nosotros mismos: deben, de alguna manera, repercutir en bien de los demás.

Se nos dice que debemos ser sal en el mundo, que sepamos dar gusto y sentido a la vida. Que contagiemos sabiduría, o sea, el gusto de Dios y, a la vez, el sabor humano, sinónimo de esperanza, de amabilidad y de humor. Que seamos personas que contagian felicidad y visión optimista de la vida (en otra ocasión dijo Jesús: «tened sal en vosotros y tened paz unos con otros», Mc 9,50). Como la sal, debemos también preservar de la corrupción, siendo una voz profética de denuncia, si hace falta, en medio de la sociedad (se nos invita a ser sal, no azúcar).

Se nos pide que seamos luz para los demás. El que dijo que era la Luz verdadera, con mayúscula, aquí nos dice a sus seguidores que seamos luz, con minúscula. Que, iluminados por él, seamos iluminadores de los demás. Todos sabemos qué clase de cegueras y penumbras y oscuridades reinan en este mundo, y también dentro de nuestros mismos ambientes familiares o religiosos. Quién más quién menos, todos necesitamos a alguien que encienda una luz a nuestro lado para no tropezar ni caminar a tientas. El día de nuestro Bautismo se encendió una vela del Cirio pascual de Cristo. Cada año, en la Vigilia Pascual, tomamos esa vela encendida en la mano. Es la luz que debe brillar en nuestra vida de cristianos, la luz del testimonio, de la palabra oportuna, de la entrega generosa. No se nos ha dicho que seamos lumbreras, sino luz.

No se espera de nosotros que deslumbremos, sino que alumbremos. Hay personas que lucen mucho e iluminan poco.

Se nos dice, finalmente, que seamos como una ciudad puesta en lo alto de un monte, como punto de referencia que guía y ofrece cobijo. Esto lo aplica la Plegaria Eucarística II de la Reconciliación a la comunidad eclesial: «la Iglesia resplandezca en medio de los hombres como signo de unidad e instrumento de tu paz»; y la Plegaria V b: «que tu Iglesia sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando». Pero también se pide eso mismo de las familias y las comunidades cristianas. Qué hermoso el testimonio de aquellas casas que están siempre abiertas, disponibles, para niños y mayores, parientes o vecinos. Cada vez no les darán de cenar, pero sí, caras acogedoras y una mano tendida.

¿Somos de verdad sal que da sabor en medio de un mundo soso, luz que alumbra el camino a los que andan a oscuras, ciudad que ofrece casa y refugio a los que se encuentran perdidos?


J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 15-19

jueves, 18 de febrero de 2016

"Pidan y se les dará"

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves de la 1ª. Semana de Cuaresma.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 7,7-12.

Jesús dijo a sus discípulos: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan! Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.

Comentario

1. La frase que rompió el muro

1.1 Tal vez la frase más alentadora de la Biblia entera es la que escuchamos en el evangelio de hoy: "pidan y se les dará".

1.2 Es una frase que rompió para siempre el muro de miedo y prejuicio que había creado el pecado. Del lado de acá de ese muro, el hombre asustado y aislado termina por abalanzarse sobre las cosas, queriendo exprimir en ellas una felicidad infinita que no pueden darle. Del lado de allá del muro, un Dios que parece inaccesible, un Dios sospechosamente inteligente y fisgón que no tiene otro objetivo sino cazar los errores de su creatura para precipitarla cuanto antes al infierno.

1.3 ¡Oh muro de maldición, que pretendía robarnos la verdad más entrañable: "Dios es bueno". No es un monstruo; no es un espía; no es un témpano de ciencia inalcanzable; no es una energía sin nombre: es mi Padre; es nuestro Padre, y como Padre y Papá es mejor que todo lo que podemos aprender de nuestros papás en la tierra. Cristo, Cristo Jesús: ¡GRACIAS!

2. Siendo malos, saben dar cosas buenas

2.1 Cristo nos invita a reconocer la bondad de Dios a partir de las imágenes de bondad que nos brinda la experiencia de cada día. Los papás son buenos con sus hijos, hablando en general. Pero el Señor hace más que una comparación en este texto, porque nos conduce a una cuestión de fondo: ¿cómo es que en una humanidad donde hay tanta maldad aún es posible encontrar alguna imagen válida del amor divino?

2.2 Esta bella pregunta me hace recordar uno de las bendiciones que nuestra Iglesia Católica tiene para el matrimonio. Se dice después del Padrenuestro y va así: "Oh Dios, que unes la mujer al varón y otorgas a esta unión, establecida desde el principio, la única bendición que no fue abolida ni por la pena del pecado original, ni por el castigo del diluvio".

2.3 ¿Sabes lo que eso significa? Implica que hay algo del paraíso que, por voluntad divina y como principio de victoria sobre la serpiente enemiga, ha permanecido en el hecho y acto de dar vida. Los papás conservan algo del paraíso original cuando sienten que son buenos con los hijos más allá de sus propias fuerzas y de sus propias convicciones. Esa capacidad de "dar cosas buenas" a los hijos no es un puro accidente sociológico o un puro impulso biológico: es parte del plan por el que Dios vence sobre las fuerzas de la muerte; es sabiduría suya con la que ya desde antes de la primera alianza preparaba terreno para fundar esta última y definitiva alianza en Cristo. 
¡Alabanza a su Nombre!

http://fraynelson.com/homilias.html.