domingo, 9 de enero de 2022

¡Tú eres mi Hijo muy querido!

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este Domingo en que celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, ciclo C.

Dios nos bendice…


PRIMERA LECTURA
 

Lectura del libro del profeta Isaías     40,1-5.9-11.

¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!
Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!
¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está su Dios!».
Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.

Palabra de Dios.

SALMO 

Sal 104 (103), 1b – 2.3-4.24-25.27-28.29-30.

R.      Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres!

Estás vestido de esplendor y majestad
y te envuelves con un manto de luz.
Tú extendiste el cielo como un toldo
y construiste tu mansión sobre las aguas. R

Las nubes te sirven de carruaje
y avanzas en alas del viento.
Usas como mensajeros a los vientos,
y a los relámpagos, como ministros. R

¡Qué variadas son tus obras, Señor!
¡Todo lo hiciste con sabiduría,
la tierra está llena de tus criaturas!
Allí está el mar, grande y dilatado, donde se agitan, en número incontable, animales grandes y pequeños. R

Todos esperan de ti que les des la comida a su tiempo:
se la das, y ellos la recogen; abres tu mano, y quedan saciados.
Si escondes tu rostro, se espantan;
si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo.
Si envías tu aliento, son creados,
y renuevas la superficie de la tierra. R

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta de San Pablo a Tito 2,11-14; 3,4-7.

Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.
El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres, no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo.
Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna.

Palabra de Dios

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Lucas     3,15-16. 21-22.

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías. Él tomó la palabra y dijo a todos:
Yo los bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego.
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:
Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.

Palabra del Señor

PARA REFLEXIONAR

* El Bautismo de Jesús se enmarca en el movimiento de Juan el Bautista que llama a su pueblo al Jordán para comenzar, por la penitencia y el perdón de los pecados, a prepararse para los tiempos de salvación que se acercan. Jesús se presenta como uno más de los que se acercan a recibir el bautismo que Juan está administrando a la orilla del río: se hace «uno más, uno de tantos», con los débiles del pueblo en esta  inauguración de los tiempos mesiánicos, donde todos sin excepción somos declarados  hijos de Dios.
 ***
* Jesús se hace solidario de las esperanzas y necesidades de quienes aguardan una novedad y se pone en las filas de quienes buscan un cambio. Como un penitente más, Él que es la novedad de Dios asume la condición humana en la apariencia del pecador y se hace silenciosamente solidario de la necesidad de  cambio de una humanidad distorsionada por el pecado. En la cola de los pecadores nos enseña la auténtica manera de conjugar el verbo del amor solidario.
* Hay que revertir la historia, para construir desde una esperanza compartida. «Solidaridad es acercarse a los problemas, angustias y alegrías de los demás, dar ánimo, orientación, esperanza y una palabra de conversión. Es comprometerse en la defensa de los pobres. Es construir un Reino de Dios que sea sólido, íntimo, santo, en el seno de una comunidad» (Monseñor Romero).
* La solidaridad es una concreción de la obligación cristiana del servicio mutuo, empeñada en recoger la herencia de Jesús hacia la creación de condiciones de igualdad, de libertad y justicia entre los hombres de este mundo. No es beneficencia o simplemente ayuda, sino es un mutuo dar y recibir.
* La solidaridad no es sólo una virtud, sino que expresa la misma identidad de Dios. Si Dios es amor, si Dios nos amó primero, si Dios nos ama, “debemos amarnos unos a otros como Él nos amó”. Por eso, la fidelidad de Dios al hombre y a su clamor, la intervención misma de Dios, garantiza el triunfo final de la esperanza: «El no olvidará jamás al pobre, ni la esperanza del humilde fracasará». (Sal 9,19)
* La solidaridad cristiana abarca desde la fe en el Dios de Jesucristo hasta el compartir los bienes materiales, es una exigencia del seguimiento de Jesús, es un don que enriquece al destinatario pero también a quien lo practica. Es compasión, en la medida que  esta sea capacidad de  padecer con el otro. La solidaridad es como una verificación práctica del principio del amor, como opción por los pobres del Reino y tiene una dimensión social en cuanto desemboca en el compromiso por la justicia. “La solidaridad es el fruto maduro del amor” (San Juan Pablo II).
* Solidaridad hoy es justicia social y bondad de corazón que implica un intercambio interior. Solidaridad es dar, pero sobre todo darse. La solidaridad cristiana se inspira en la generosidad de Jesús, en la comunión con su corazón. El Señor, siendo rico, se hizo pobre por nosotros para enriquecernos.
* Estamos llamados a crear la cultura de la solidaridad. La propuesta a nuestra sociedad es reconstruirla sobre bases un poco más humanas, verdaderas y justas escuchando siempre lo que dice el Hijo predilecto del Padre. “Toda la actividad de la Iglesia es una expresión de un amor que busca el bien integral del ser humano (…) y busca su promoción en los diversos ámbitos de la actividad humana.” (Deus Caritas Est, 19)

PARA DISCERNIR

* ¿Vivo mi fe desde la experiencia de solidaridad?
* ¿Cuáles son las obras de mi fe?
* ¿Me siento solidario con los dolores y luchas de los hombres?

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES
Vicaría de Pastoral