domingo, 12 de julio de 2009

EL MISIONERO NECESITA SER LIBRE

¡Amor y paz!

¡Cómo es de difícil ser libres! La búsqueda y disfrute de las riquezas, de los placeres y del poder nos pueden enceguecer y esclavizar. Sin embargo, Dios intervino en la historia para liberar al hombre: Abraham fue liberado de lo que lo ataba a la tierra, a la casa, a las costumbres, incluso a la familia…; el pueblo israelita fue liberado de la esclavitud del Faraón, y así, a lo largo de la historia de salvación. Con su pasión, muerte y resurrección, Jesús nos libera de la muerte y del pecado, causa de toda esclavitud.

El discípulo tiene la tarea de seguir la misma misión del Maestro, pero ¿cómo es posible ser misioneros de liberación si no somos libres? El discípulo misionero sólo debe poner su confianza en la Palabra de Dios.

Hoy Domingo XV del Tiempo Ordinario, el evangelista san Marcos nos dice a su manera lo que habíamos leído en san Mateo recientemente.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 6,7-13.

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

COMENTARIO

1. "La misión de la Iglesia se halla todavía en sus comienzos" (Juan Pablo II, Redemptoris Missio 1). Estas palabras pueden ser pronunciadas en cada generación y en cada época histórica, porque es necesario estar siempre comenzando. En efecto, siendo el Evangelio para todos, cuando llegan nuevos hombres a nuestro planeta hay que comenzar con ellos la labor de evangelización. Por otra parte, constatamos que los creyentes en Cristo, después de dos mil años de cristianismo, son aproximadamente el 27% de la población global. Queda, por tanto, un 73% al cual hay que hacer llegar el Evangelio de Jesucristo. ¿No será nuestro siglo XXI la hora de Dios para todos esos pueblos, sobre todo asiáticos, que todavía no conocen a Cristo? Por lo dicho es evidente que todos los cristianos tenemos que vivir "en estado de misión". Los padres de familia son "misioneros" de sus hijos; los maestros de sus alumnos; los médicos y enfermeros de sus pacientes; los voluntarios de aquellos a quienes asisten; los párrocos y sus colaboradores de los fieles de su parroquia... Lo único que en esta hora de Dios no podemos hacer es cruzarnos de brazos, estar sin hacer nada. ¡Sería una postura irresponsable e indigna de un buen cristiano!

2. Libres para la misión. Para ser "misioneros" se requiere ser libres. Libres para aceptar esta dimensión propia de la vocación cristiana; libres para responder a Dios con generosidad, sin ataduras de instintos y pasiones egoístas; libres para seguir dócilmente las luces y los movimientos del Espíritu Santo dentro de nosotros mismos. Se nos pide ser libres de todo apego a los bienes y medios materiales, para presentarnos con el Evangelio puro, sin glosa; libres de todo orgullo y ansia de poder, con la conciencia clara de que somos servidores del hombre. Se nos pide estar únicamente equipados con un gran amor a Jesucristo, nuestro modelo; equipados con el Evangelio hecho vida; equipados con la confianza en Dios y con la esperanza en la acción del Espíritu Santo en el corazón de los hombres.

Con información de: www.agustinosnet.org.mx