martes, 29 de noviembre de 2011

¿Un cristianismo sin Cristo?

¡Amor y paz!

En esta época de leche deslactosada, de dulce sin azúcar, de café sin cafeína, de chocolote sin cacao, de jugos con sabor y color de fruta, pero sin fruta, muchos nos quieren ‘vender’ un cristianismo sin Cristo. ¿Una religión 'light'?

El Evangelio de hoy también nos da luces sobre quién es Cristo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este martes de la I Semana de Adviento.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 10,21-24.
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!". 
Comentario

Ocasionalmente encontramos formas de cristianismo que se pasan a Jesús por la faja. El centro de su devoción no es el Jesús de los evangelios, sino un conjunto aficiones por imágenes, santos y otras figuras interesantes de la fe cristiana. Pero, muchas veces, sin querer, ignoran a quien es el centro de nuestra fe.

Lo que nos enseñan los evangelios en su extensa catequesis es esto precisamente: para la cabal comprensión y asimilación del cristianismo es insustituible conocer y comprender al hombre Jesús de Nazaret. El pasaje que hoy leemos nos enfatiza precisamente este asunto.

En boca de Jesús el evangelista nos propone una reflexión sumamente interesante. Para nosotros los cristianos, la relación con Dios está mediada por la historia concreta de una persona concreta que es indispensable para nuestra fe. Y esta persona no es otra que Jesús, el que venía de Galilea y murió en Jerusalén. El evangelista es enfático en decirnos "Nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo". Jesús y su historia son de este modo insustituibles para la fe. Quien pretenda ser cristiano ignorando el significado de Jesús para la fe, pierde el tiempo y se equivoca de camino.

Hoy asistimos al nacimiento de muchos movimientos religiosos que se saltan olímpicamente la relevancia de Jesús y lo reemplazan por espiritualismo de poco vuelo. Cambian el núcleo de la fe por cualquier ideología, ilusión o engañifa creyendo que con hacer más fácil la religión y ponerle estrategias publicitarias hacen un gran aporte al cristianismo. El evangelio, por el contrario, nos invita a tomarnos a Jesús en serio y a valorarlo como el tesoro hallado en el campo: por Él damos todo y vibramos de alegría.

Servicio Bíblico Latinoamericano