miércoles, 3 de noviembre de 2010

Seguir a Jesús exige renuncias y compromiso

¡Amor y paz!

Seguir a Jesús es exigente y muchos, hoy como ayer, rehúsan a comprometerse con su causa. Otros lo hacen a medias: creen, pero no viven lo que creen. Recuerdo, entonces, una frase atribuida al Mahatma Gandhi: “Los cristianos son como piedras de río: mojados por fuera, pero secos por dentro” y también del libro del Apocalipsis: “Puesto que eres tibio y no frío ni caliente, voy  a  vomitarte de mi boca” (Ap 3, 16-17). Hoy Jesús nos insiste sobre las renuncias que hay que hacer para seguirlo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Miércoles de la XXXI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…


Evangelio según San Lucas 14,25-33. 
Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: 'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'. ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. 
Comentario
A poco que cualquiera de nosotros hayamos frecuentado nuestros templos nos habremos dado cuenta de que siempre hay gente que se queda justo, o casi, en el umbral de la puerta. Desde ahí participan en la misa dominical o en la misa de diario. No es porque no haya sitio dentro de la Iglesia. Esto, ciertamente, sucede algunas veces. Pero incluso cuando hay muchos bancos vacíos, donde se podría estar más cómodo y participar mejor, hay siempre personas que se quedan en la puerta. Puede ser por muchas razones. Y lo último que podemos hacer es juzgar sin escuchar a las personas.

Pero la imagen de la persona que se queda a medio camino, dentro del templo pero sin entrar del todo nos puede servir como una buena metáfora para comprender la actitud práctica, interior de muchos cristianos frente al Evangelio. Diría que ese estar dentro y fuera a la vez, justo en el límite, es una actitud vital. Somos muchos los que nos decimos cristianos pero a la vez no queremos comprometernos del todo. Queremos "nadar y guardar la ropa".

¡Ya está bien de mediocridad! Jesús nos desafía claramente en el evangelio de hoy a seguirle con todas las consecuencias. A no andar con componendas ni mediastintas. A tomar nuestras decisiones sabiendo que solamente vale la pena seguir a Jesús si vamos "a por todas".

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
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