lunes, 8 de noviembre de 2021

"Señor, auméntanos la fe"

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este lunes de la 32ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo B.

 

Dios nos bendice...

 

1ª Lectura

 

Sab 1,1-7:

 

Amad la justicia, los que regís la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con corazón entero. Lo encuentran los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían. Los razonamientos retorcidos alejan de Dios, y su poder, sometido a prueba, pone en evidencia a los necios. La sabiduría no entra en alma de mala ley ni habita en cuerpo deudor del pecado. El espíritu educador y santo rehúye la estratagema, levanta el campo ante los razonamientos sin sentido y se rinde ante el asalto de la injusticia. La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al deslenguado; Dios penetra sus entrañas, vigila puntualmente su corazón y escucha lo que dice su lengua. Porque el espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido.

 

Salmo responsorial: 138

 

R/. Guíame, Señor, por el camino eterno.

 

Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso.

Todas mis sendas te son familiares. No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R/.

Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha.

 

Versículo antes del Evangelio

 

Flp 2,15d.16a:

 

 Aleluya. Iluminad al mundo con la luz del Evangelio reflejada en vuestras vidas. Aleluya.

 

Texto del Evangelio

 

 Lc 17,1-6

 

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos.

»Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás».

Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe». El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido».

 

Comentario

1. Sabiduría 1,1-7

Esta semana leemos como primera lectura el libro de la Sabiduría, el último escrito del AT (unos cincuenta años antes de Cristo).

Está dedicado a los judíos de la diáspora, sobre todo a los que vivían en Alejandría de Egipto, en medio de la cultura helénica, con problemas para mantener su propia identidad de pueblo de la Alianza. Todo el libro es un canto a la sabiduría verdadera, opuesta a la de los impíos, que no tienen la mentalidad de Dios.

Aun entre los libros sapienciales -Proverbios, Eclesiástico, Qohelet etc.-, éste de la Sabiduría supone un paso adelante en la maduración: la sabiduría aparece cada vez más "personificada" y proveniente del mismo Dios. El libro de la Sabiduría está ya muy cercano y prepara el NT. Su lenguaje sobre el espíritu y sobre la sabiduría de Dios se asemejan mucho a lo que se nos revelará sobre Cristo Jesús y el Espíritu Santo. También ha llegado, en su gradual maduración, a vislumbrar bastante claramente (más aún que el libro de Daniel o el de los Macabeos), la doctrina de la vida futura y del premio y castigo tras la muerte.

a) La sabiduría es un don de Dios, es "un espíritu amigo de los hombres": porque "el espíritu del Señor, que llena la tierra y da consistencia al universo", "penetra en su interior".

Pero esta sabiduría sólo la pueden llegar a poseer los de corazón sencillo, "los que no desconfían", los que no tienen "razonamientos retorcidos". La encuentran "los que la buscan con corazón entero". Sobre todo, "la sabiduría no entra en alma de mala ley ni habita en cuerpo deudor del pecado". Los necios y los deslenguados tampoco sabrán acoger en sí mismos esta sabiduría que viene de Dios.

b) Todos necesitamos sabiduría, que no significa erudición, o un cúmulo de conocimientos, sino esa intuición interior que nos hace ver las cosas con la mirada de Dios.

En nuestro mundo nos inundan con su propaganda las más diversas ideologías, que nos llenan de palabras e intentan manipularnos, atrayéndonos a su respectiva "verdad". ¿Dónde está la verdad auténtica, la que nos orienta por el recto camino? Los judíos para los que se escribió este libro estaban tentados por la cultura pagana del helenismo.

Nosotros, por otras parecidas, y necesitamos afianzar nuestra identidad, para no dejarnos contaminar ni perder los valores fundamentales de nuestra fe cristiana.

Los cristianos estamos convencidos de que la respuesta de Dios ha sido su Hijo Jesús, el verdadero Maestro. Como Pedro, le decimos: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna".

Pero también ahora sigue siendo verdad que el pecado está reñido con la lucidez de la sabiduría. Que los que andan por caminos turbios no ven, o no quieren ver, la luz que emana de Dios. Y también que los que tienen un corazón enrevesado y unos razonamientos retorcidos, no llegarán a gustar de esta sabiduría. Jesús dio gracias al Padre porque estas cosas las escondió a los que se creían sabios y las reveló a los humildes y sencillos (Lc 10). Todos conocemos personas que no tienen gran cultura, pero sí sabiduría: han llegado a ver la vida desde los ojos de Dios.

Con el salmo podemos pedirlo hoy a Dios: "Señor, tú me sondeas y me conoces, todas mis sendas te son familiares... Guíame, Señor, por el camino recto". Es la única manera de encontrar respuesta a la desorientación que reina en nuestro mundo.

2. Lucas 17,1-6

a) Escuchamos hoy varias recomendaciones breves de Jesús sobre el escándalo, el perdón y la fe.

Sobre el escándalo dice palabras muy duras: el que escandaliza a los débiles -o sea, el que les hace caer, el que les sirve de tropiezo- más le valdría que lo arrojaran al fondo del mar. Además nos enseña a tener corazón generoso y saber perdonar al hermano, hasta siete veces en un día.

Los apóstoles, un poco asustados de un estilo tan exigente de vida, le piden a Jesús que aumente su fe.

b) En los tres aspectos podemos aplicar el pensamiento de Jesús a nuestra vida.

Podemos ser ocasión de escándalo para los demás, con nuestra conducta. No somos islas. Influimos en bien o en mal en los que conviven con nosotros. Si hay personas débiles, que a duras penas tienen ánimos para ser fieles, y nos ven a nosotros claudicar, contribuimos a que también ellas caigan. Si no acudo a la oración de la comunidad, también otros se sentirán dispensados y no irán. Al revés, si participo, a otros les estoy dando ánimos para que no falten. Y quien dice de la oración, dice de la conducta moral: si una familia está dando testimonio de vivir en cristiano, contra corriente de la mayoría, está influyendo en los ánimos de los demás. Mientras que, si cede a los criterios de este mundo, también a otros se les debilitarán los argumentos y fallarán.

La corrección fraterna, que es un buen acto de caridad si se realiza con delicadeza y amor, tiene que conjugarse con el saber perdonar y con el tener un corazón generoso. A todos nos cuesta perdonar. Se nos da mucho mejor lo de juzgar, condenar y echar en cara. Jesús nos dice que tenemos que saber perdonar, aunque se repita el motivo siete veces en un día.

Desde luego, para cumplir esto, tendremos que decirle al Señor, como los apóstoles: "Auméntanos la fe". Tendremos que rezar fuerte y apoyarnos en la gracia de Dios. Porque con criterios meramente humanos no tendremos fuerzas para evitar todo escándalo y para cumplir lo del perdón al hermano.

Cuando, preparándonos a comulgar, rezamos en el Padrenuestro lo de "perdónanos como nosotros perdonamos", nos parece imposible. Pero con la fuerza de la Eucaristía sí podrá suceder que a lo largo del día perdonemos al hermano. Que será algo tan sorprendente, al menos, como lo de la morera transplantada al mar.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 266-270

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