¡Amor y paz!
Las palabras que pronunció Jesús hace más de 20
siglos parecen letra muerta para muchos. Se escuchan y se leen día tras día,
misa tras misa, pero, como decían los abuelos, “entran por un oído y salen por
el otro”.
¡¿No es lo que ocurre, acaso, con la recomendación
que encabeza esta nota y con la que concluye el evangelio que meditamos hoy!?
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este jueves de la VII Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Marcos 9,41-50.
Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Porque cada uno será salado por el fuego. La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros».
Comentario
a) El evangelio de hoy nos recuerda una serie de
rasgos que deberían presentar los que quieren seguir a Jesús:
- el que dé un vaso de agua a los seguidores de
Jesús, tendrá su premio,
- al que escandalizare a «uno de estos pequeñuelos
que creen», o sea, a los débiles, más le valdría que le echasen al fondo del
mar.
- si la mano o el pie o el ojo nos escandalizan,
sería mejor que supiéramos prescindir de ellos, porque es más importante
salvarnos y llegar a la vida, aunque sea sin una mano o un pie o un ojo,
- varias frases sobre la sal: la sal que salará al
fuego (¿purificando a los fieles y haciéndolos agradables para Dios?), la sal
que se vuelve insípida y ya no sirve para nada, y la sal que debemos tener en
nuestras relaciones con los demás (sal como símbolo de gracia y humor).
b) Ojalá en nuestra convivencia -familiar o
comunitaria- tengamos en cuenta estas cualidades que Cristo quiere para los
suyos:
- que sepamos dar un vaso de agua fresca al que la
necesita, y no sólo por motivaciones humanas, sino viendo en el prójimo al
mismo Cristo («me disteis de beber»); quien dice un vaso de agua dice una cara
amable y una mano tendida y una palabra animadora;
- que tengamos sumo cuidado en no escandalizar -o
sea, poner tropiezos en el camino, turbar, quitar la fe, hacer caer- a los más
débiles e inocentes; Pablo recomendaba en su primera carta a los Corintios una
extrema delicadeza de los «fuertes» en relación a los «débiles» de la
comunidad, para no herir su sensibilidad; nuestras palabras inoportunas y nuestros
malos ejemplos pueden debilitar la voluntad de los demás y ser ocasión de que
caigan; es muy dura esta palabra de Jesús para los que escandalizan a los
débiles;
- que sepamos renunciar a algo que nos gusta mucho
-la mano, el pie, el ojo- si nos damos cuenta de que nos hace mal, que nos
lleva a la perdición, o sea, nos «escandaliza»; aquí somos nosotros los que nos
escandalizamos a nosotros mismos, porque estamos cogiendo costumbres que se
convertirán en vicios y porque nos estamos dejando esclavizar por malas
tendencias; el sabio es el que corta por lo sano, sin andar a medias tintas,
antes que sea tarde; como el buen jardinero es el que sabe podar a tiempo para
purificar y dar más fuerza a la planta. El seguimiento de Cristo exige
radicalidad: como cuando Jesús le dijo al joven rico que vendiera todo, o
cuando dijo que el tesoro escondido merecía venderlo todo para llegarlo a
poseer, o cuando afirmó que el que quiere ganar la vida la perderá:
- que seamos sal en la comunidad para crear una
convivencia agradable, armoniosa, con humor. El que crea un clima de humor, de
serenidad, de gracia, quitando hierro en los momentos de tensión, fijándose en
las cosas buenas: ése es para los demás como la sal que da gusto a la carne o
la preserva de la corrupción.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 196-200
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 196-200
www.mercaba.org