domingo, 31 de enero de 2016

Señor, enséñanos a amar como Tú nos has amado

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la 2ª. Lectura de la Santa Misa, en este Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Carta I de San Pablo a los Corintios 12,31.13,1-13. 
Hermanos: Aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más perfecto todavía. Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto. Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor. 
Oración

Señor, enséñanos a amar
como tú nos has amado,
como tú nos has encargado amar,
como le inspiraste al apóstol que fuera el amor.

Asístenos,
para que seamos comprensivos sin complicidad,
para que seamos serviciales sin servilismo,
para que confiemos en el amor sin envidias,
para que no seamos egoístas,
ni rencorosos,
ni indiferentes.

Danos un corazón grande,
para disculpar sin límites,
para perdonar sin límites,
para confiar sin límites,
para aguantar sin límites,
para hacer el bien sin límites.

Ayúdanos
a ser testigos de tu amor,
a poner paz en las contiendas,
amabilidad en las disputas,
cordialidad en las relaciones,
lealtad en los compromisos,
alegría en los momentos bajos,
gozo en la vida
y vida en la tierra.
Señor,
que tu amor haga crecer en nosotros el amor
y que inundemos el mundo de amor.
EUCARISTÍA 1989, 6