jueves, 29 de abril de 2010

JESÚS NOS INVITA A SERVIR, NO A SER SERVIDOS

¡Amor y paz!

A partir de hoy, y hasta el final de la Pascua, leeremos los capítulos que Juan dedica a la última Cena de Jesús con sus discípulos. Esta cena empezó con un gesto simbólico muy elocuente: el lavatorio de los pies, una gran lección de fraternidad y de actitud de servicio para con los demás. El discípulo debe poner en práctica lo que ha aprendido de su maestro.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Jueves de la 4º Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 13,16-20.

Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. No lo digo por todos ustedes; yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: El que comparte mi pan se volvió contra mí. Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy. Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió".

Comentario

Esta perícopa forma parte del relato del lavatorio de los pies, acción con la cual Jesús quiere dejar claro a los apóstoles que el servicio es la misión a la que están invitados. Los versículos siguientes se refieren a la identificación que se crea entre Dios, su enviado y los que se comprometen con su invitación. Las acciones son las que establecen el vínculo que los une. Contrariamente a lo que ocurriría en el caso de un Dios lejano y autoritario, se nos ofrece ser Dioses convirtiéndonos en hijos de un Dios que quiere entregarse a los demás a través del servicio.

En los sinópticos (Lucas y Mateo) están escritas las bienaventuranzas, que Juan resume muy acertadamente al referirse a la dicha que acompañará a quien actúe como actúa quien lo envió a él, Dios. Es Jesús la figura que nos acerca a Dios porque lo transparenta en cada acercamiento al ser humano. Jesús es coherente. Sus palabras son ratificadas por su quehacer. Quien sigue su ejemplo se acerca a Dios. Quien es receptivo a las palabras y al actuar de Jesús recibe también a quien lo envió. Dios, su hijo y sus discípulos serán uno sólo, sus vidas son el parámetro para evaluar si es cierta esta unidad.

Actuar como Jesús actuó será la mayor dicha que puede alcanzar un ser humano. Sentirá en su interior la alegría de conocer verdaderamente a Dios, que es libertad, armonía, solidaridad y justicia. Será el fin de una existencia sin sentido, de un vivir por vivir». Pero la dicha de seguir a Jesús, si el compromiso es real, traerá también dificultades. En una sociedad donde los valores de Jesús obstaculizan los planes de los poderosos, se generarán fuerzas opuestas a todo quien lo siga. Pero si la decisión de comprometerse con la causa del Todopoderoso fue tomada a conciencia, se correrá el riesgo de correr la suerte de Jesús. Cada vez que una persona le tienda su mano a un perseguido por la causa de Dios, se estará acercando a Él.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO
www.mercaba.org