¡Amor
y paz!
Jesús
piensa en los que ocupan el primer lugar en su corazón y en su preocupación:
los humildes, los desvalidos, los que sufren,
los excluidos, los incomprendidos, los enfermos, los pobres, los tristes... La lista
es larga, pero la misericordia del Señor es infinita…
“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y
yo los aliviaré”, dice Jesús, en la
continuación del Evangelio de ayer. Y
como una interpretación de sus palabras, se recuerdan las de San Francisco en
la Oración por la Paz:
“Oh,
Maestro!, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar”.
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar”.
O
la oración de la beata Teresa de Calcuta, que ojalá hagamos nuestra:
“Señor, cuando tenga
hambre, dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado…”
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado…”
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves
de la XV Semana del Tiempo Ordinario.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Mateo 11,28-30.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".
Comentario
Para
ser santos necesitamos humildad y oración. Jesús nos enseñó el modo de orar y
también nos dijo que aprendiéramos de Él a ser mansos y humildes de corazón.
Pero no llegaremos a ser nada de eso a menos que conozcamos lo que es el
silencio. La humildad y la oración se desarrollan de un oído, de una mente y de
una lengua que han vivido en silencio con Dios, porque en el silencio del
corazón es donde habla Él.
Impongámonos
realmente el trabajo de aprender la lección de la santidad de Jesús, cuyo
corazón era manso y humilde. La primera lección de ese corazón es un examen de
conciencia; el resto, el amor y el servicio, lo siguen inmediatamente.
El
examen no es un trabajo que hacemos solos, sino en compañía de Jesús. No
debemos perder el tiempo dando inútiles miradas a nuestras miserias sino
emplearlo en elevar nuestros corazones a Dios para dejar que su luz nos
ilumine.
Si la persona es humilde nada la perturbará, ni la alabanza ni la ignominia, porque se conoce, sabe quién es. Si la acusan no se desalentará; si alguien la llama santa no se pondrá sobre un pedestal. Si eres santo dale gracias a Dios; si eres pecador, no sigas siéndolo.
Cristo
nos dice que aspiremos muy alto, no para ser como Abraham o David ni ninguno de
los santos, sino para ser como nuestro padre celestial. No me elegisteis
vosotros a Mí, fui Yo quien os eligió a vosotros... (Juan 15:16)
Beata
Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la
Caridad
El amor más grande p. 23 (trad.”formarse”)
El amor más grande p. 23 (trad.”formarse”)
©Evangelizo.org
2001-2012