¡Amor y
paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado
de la 28a semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Lucas 12,8-12
Lectio
Sábado, 19 octubre
de 2019
Tiempo Ordinario
1) Oración
inicial
Te
pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera
que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Lucas 12,8-12
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si uno se pone de mi parte
ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los
ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante
los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá
perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.
Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no
os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el
Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir."
3) Reflexión
•
El contexto. En el cap. 11 que precede a nuestro relato, Lucas, en el camino de
Jesús hacia Jerusalén, muestra su intención de revelar los abismos del obrar
misericordioso de Dios y, al mismo tiempo, la profunda miseria que se esconde
en el corazón del hombre, y en particular en los que tienen la misión de ser
testimonios de la Palabra y de la obra del Espíritu Santo en el mundo. Jesús
presenta estas realidades con una serie de reflexiones que surten efecto en el
lector: verse atraído por la fuerza de su Palabra hasta el punto de sentirse
interiormente juzgado y despojado de las pretensiones de grandeza que inquietan
al hombre (9,46). El lector se identifica, además, con algunas actitudes
provocadas por la enseñanza de Jesús: ante todo, se reconoce en el discípulo
que sigue a Jesús y es enviado delante de él como mensajero del reino; en el
que tiene dudas para seguirlo; en el fariseo o doctor de la ley, esclavos de
sus propias interpretaciones y estilo de vida. En síntesis, el recorrido del
lector por el cap. 11 tiene como característica encontrarse con la enseñanza de
Jesús que le revela la intimidad de Dios, la misericordia del corazón de Dios,
pero también la verdad de su ser como hombre. Sin embargo, en el cap. 12 Jesús
contrapone al corazón pervertido del hombre la benevolencia de Dios, que
siempre da de manera sobreabundante. Está en juego la vida del hombre. Hay que
estar atento a la perversión del juicio humano, o mejor, a la hipocresía que
distorsiona los valores para sólo favorecer el propio interés y las propias
ventajas más que para interesarse por la vida, la que se recibe de manera
gratuita. La palabra de Jesús dispara al lector un interrogante sobre cómo
afrontar la cuestión de la vida: el hombre será juzgado por su comportamiento ante
los peligros. Hay que preocuparse no tanto de los que pueden “matar el cuerpo”,
sino tener en el corazón el temor de Dios que juzga y corrige. Jesús no promete
a los discípulos que se ahorrarán las amenazas y las persecuciones, pero les
asegura la ayuda de Dios en el momento de la dificultad.
•
Saber reconocer a Jesús. El compromiso valiente de reconocer públicamente la
amistad con Jesús comporta, en consecuencia, la comunión personal con él cuando
vendrá para juzgar al mundo. Al mismo tiempo, “el que me niegue”, el que tenga
miedo de confesar y reconocer públicamente a Jesús, él mismo se condena. Se
invita al lector a reflexionar sobre la importancia crucial de Jesús en la
historia de la salvación: es necesario decidirse, o con Jesús o contra Él y
contra su Palabra de gracia; de esta decisión, reconocer o negar a Jesús,
depende nuestra salvación. Lucas evidencia que la comunión que en el tiempo
presente ofrece Jesús a sus discípulos será confirmada y llegará a la
perfección en el momento de su venida en la gloria (“vendrá en su gloria, en la
de su Padre y en la de los santos ángeles”: 9,26). Es evidente la referencia a
la comunidad cristiana: aunque se está expuesto a la hostilidad del mundo, es
indispensable que el testimonio valiente de Jesús y de la comunión con Él no
disminuya, es decir, no hay que avergonzarse de ser y de manifestarse
cristianos.
•
La blasfemia contra el Espíritu Santo. Blasfemar es entendido aquí por Lucas
como hablar de manera ofensiva o en contra. Este verbo se aplicó a Jesús
cuando, en 5,21, perdonó los pecados. La cuestión que plantea nuestro pasaje
puede presentar alguna dificultad para el lector: ¿Es menos grave la blasfemia
contra el Hijo del hombre que la que va contra el Espíritu Santo? El lenguaje
de Jesús puede resultar un poco fuerte para el lector del evangelio de Lucas: a
lo largo del evangelio ha visto a Jesús mostrando la actitud de Dios que va en
búsqueda del pecador, que es exigente pero sabe esperar el momento de la vuelta
a Él y la madurez del pecador. En Marcos y en Mateo, la blasfemia contra el
Espíritu Santo es la falta de reconocimiento del poder de Dios en los
exorcismos de Jesús. Pero en Lucas más bien significa el rechazo consciente y
libre del Espíritu profético que actúa en las obras y enseñanzas de Jesús, es
decir, el rechazo del encuentro con el obrar misericordioso y salvífico del
Padre. La falta de reconocimiento del origen divino de la misión de Jesús, la
ofensa directa a la persona de Jesús, pueden ser perdonadas, pero el que niega
el obrar del Espíritu Santo en la misión de Jesús no será perdonado. No se
trata de la oposición entre la persona de Jesús y el Espíritu Santo, o de un
contraste o símbolo de dos períodos diversos de la historia, el de Jesús y el
de la comunidad post-pascual, sino que, en definitiva, el evangelista trata de
demostrar que negar la persona de Cristo equivale a blasfemar contra el
Espíritu Santo.
4) Para la reflexión
personal
•
¿Eres consciente de que ser cristiano reclama afrontar dificultades, insidias y
peligros, hasta el punto de arriesgar la propia vida para dar testimonio de la
amistad personal con Jesús?
•
¿Te avergüenzas de ser cristiano? ¿Prefieres el juicio de los hombres, su
aprobación, o el hecho de no perder tu amistad con Cristo?
5) Oración final
¡Oh
Dios, Señor nuestro,
qué
glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Tú
que asientas tu majestad sobre los cielos. (Sal 8,2)
Orden de los Carmelitas