¡Amor y paz!
Al bajar del monte, después
de la escena de la transfiguración, Jesús se encuentra con un grupo de sus
apóstoles que no han sido capaces de curar a un epiléptico.
Jesús atribuye el fracaso
a su poca fe. No han sabido confiar en Dios. Si tuvieran fe verdadera, «nada
les sería imposible».
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la XVIII Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 17,14-20.
Cuando se reunieron con la multitud, se le acercó un hombre y, cayendo de rodillas, le dijo: "Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar". Jesús respondió: "¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí". Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado. Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?". "Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: 'Trasládate de aquí a allá', y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes".
Comentario
¡Cuántas veces fracasamos
en nuestro empeño por falta de fe! Tendemos a poner la confianza en nuestras
fuerzas, en los medios, en las instituciones. No planificamos con la ayuda de
Dios y de su Espíritu.
Jesús nos avisó: «sin mí
no podéis hacer nada». Apoyados en él, con su ayuda, con un poco de fe, fe
auténtica, curaríamos a más de un epiléptico de sus males. El que cura es
Cristo Jesús. Pero sólo se podrá servir de nosotros si somos «buenos
conductores» de su fuerza liberadora. Como cuando Pedro y Juan curaron al
paralítico del Templo.
La de cosas increíbles que
han hecho los cristianos (sobre todo, los santos) movidos por su fe en Dios.
Tener fe no es cruzarse de brazos y dejar que trabaje Dios. Es trabajar no
buscándonos a nosotros mismos, sino a Dios, motivados por Él, apoyados en su
gracia.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 245-248
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 245-248