En Colombia ha causado debate
el que la líder de un movimiento político-religioso haya declarado que una persona
discapacitada no puede predicar en su iglesia.
Y precisamente en el
Evangelio leemos hoy sobre cuatro hombres que no se detienen ante los
obstáculos humanos para hacer que su amigo pueda acceder a la misericordia de
Dios.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 1ª. Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Marcos
2,1-12.
Unos días después, Jesús
volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió
tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él les
anunciaba la Palabra. Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre
cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud,
levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero
descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús
dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Unos
escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: "¿Qué está
diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados,
sino sólo Dios?" Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo:
"¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: 'Tus pecados
te son perdonados', o 'Levántate, toma tu camilla y camina'? Para que ustedes
sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los
pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete
a tu casa". Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista
de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: "Nunca
hemos visto nada igual".
Comentario
Muchas veces el anuncio de
la Palabra encuentra obstáculos a causa del particularismo humano, presente
incluso en los propios dirigentes de la institución religiosa. En tiempos de
Jesús los escribas, encargados de transmitir la Palabra, se habían convertido
en obstáculos para su comunicación debido a las múltiples prescripciones y
leyes con que la acompañaban, ahogando la Palabra viva de Dios.
También hoy en las mejores
instituciones y grupos religiosos pueden existir nuevos escribas, personas
preocupadas de tal forma por la letra y las prescripciones que dificultan, a
veces, la difusión de la Buena Noticia de salvación.
Acarrear a la humanidad
doliente para presentarla ante Jesús supondrá, como en aquellas cuatro personas
que trasladaban al paralítico, romper el techo de la casa en lo que tiene de
impedimento para la actualización de la sanación y del perdón.
Desde el poder que tiene
el Hijo del hombre para perdonar los pecados, la comunidad eclesial debe
convertirse en el lugar de la transmisión de dicho perdón aunque, a veces, esa
tarea se convierta en fuente de conflictos aún dentro de la propia institución
religiosa.
Aferrarse a toda costumbre
o ley que signifique legitimar ámbitos de exclusión es la actitud de los
escribas, que se sienten dueños de la casa en que se encuentra también Jesús y
que, invocando motivos religiosos, impiden la realización del designio divino.
Se hace necesario, por
tanto, revisar toda práctica comunitaria que no esté en consonancia con la
práctica de la misericordia de Dios que debe manifestarse en los seguidores del
Hijo del hombre.
Diario
Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana deLatinoamérica).-
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