viernes, 17 de enero de 2014

No les neguemos a los hermanos la posibilidad de acceder a la misericordia de Dios

¡Amor y paz!

En Colombia ha causado debate el que la líder de un movimiento político-religioso haya declarado que una persona discapacitada no puede predicar en su iglesia.
Y precisamente en el Evangelio leemos hoy sobre cuatro hombres que no se detienen ante los obstáculos humanos para hacer que su amigo pueda acceder a la misericordia de Dios.  

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 1ª. Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 2,1-12.
Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra. Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: "¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?" Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: "¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: 'Tus pecados te son perdonados', o 'Levántate, toma tu camilla y camina'? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: "Nunca hemos visto nada igual".

Comentario
Muchas veces el anuncio de la Palabra encuentra obstáculos a causa del particularismo humano, presente incluso en los propios dirigentes de la institución religiosa. En tiempos de Jesús los escribas, encargados de transmitir la Palabra, se habían convertido en obstáculos para su comunicación debido a las múltiples prescripciones y leyes con que la acompañaban, ahogando la Palabra viva de Dios.

También hoy en las mejores instituciones y grupos religiosos pueden existir nuevos escribas, personas preocupadas de tal forma por la letra y las prescripciones que dificultan, a veces, la difusión de la Buena Noticia de salvación.
Acarrear a la humanidad doliente para presentarla ante Jesús supondrá, como en aquellas cuatro personas que trasladaban al paralítico, romper el techo de la casa en lo que tiene de impedimento para la actualización de la sanación y del perdón.

Desde el poder que tiene el Hijo del hombre para perdonar los pecados, la comunidad eclesial debe convertirse en el lugar de la transmisión de dicho perdón aunque, a veces, esa tarea se convierta en fuente de conflictos aún dentro de la propia institución religiosa.
Aferrarse a toda costumbre o ley que signifique legitimar ámbitos de exclusión es la actitud de los escribas, que se sienten dueños de la casa en que se encuentra también Jesús y que, invocando motivos religiosos, impiden la realización del designio divino.

Se hace necesario, por tanto, revisar toda práctica comunitaria que no esté en consonancia con la práctica de la misericordia de Dios que debe manifestarse en los seguidores del Hijo del hombre.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de
Latinoamérica).-
www.mercaba.org