jueves, 21 de enero de 2010

JESÚS NO NOS LIBERA CON LA FUERZA SINO CON EL AMOR

¡Amor y paz!

Después de las controversias de Jesús con los fariseos, a propósito del sábado y del ayuno, hoy nos presenta el Evangelio una escena diferente: Jesús va con sus discípulos a la orilla del lago y le sigue mucha gente.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 2ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 3,7-12.

Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.

Comentario

Tras la confrontación con los fariseos, Jesús se retira en dirección al mar. Éste representa la frontera con los pueblos paganos, frontera que Él ha venido a abolir. Rechazado por los suyos, Jesús se abrirá a to¬dos. De hecho, la acción liberadora de Jesús crea unas inmensas expectativas en el pueblo oprimido que acude a El de todas partes. Todos, judíos y paganos, podrán entrar a formar parte de su reino, un reino con vocación universal...

Jesús toma precauciones con esta multitud que «se le echa encima para tocarlo» y arrebatarle de este modo la liberación, como si ésta fuese algo que se consigue por arte de magia, con un leve contacto y no como resultado de un largo proceso de fe, de adhe¬sión a su persona y estilo de vida.

También los espíritus inmundos, es decir, toda aquella gente imbuida de falsas ideas mesiánicas, quie¬ren ver en Jesús ese Mesías davídico que liberaría al pueblo mediante el poder y la fuerza. Pero Jesús no se identifica con ese tipo de Mesías, que se impone por la fuerza, y manda callar... La verdadera liberación del pueblo se conseguirá no mediante la fuerza, la domi-nación o la opresión de los demás, sino mediante la práctica individual y comunitaria de un amor capaz de dar la vida para dar vida. La liberación se basa en el desarrollo del ser humano en libertad, autonomía y amor solidario. ¿Estarán dispuestas las multitudes a seguir este camino? Parece que no, pues al final tam-bién dejarán solo a un maestro que despertó tantas expectativas. ¿Y nosotros?

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica
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