¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y
meditar el Evangelio, en este martes de la 27a semana del Tiempo Ordinario,
ciclo C.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Lucas 10,38-42
Lectio
Martes, 8 octubre de
2019
Tiempo Ordinario
1) Oración
inicial
Dios
todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de
los que te suplican; derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres
nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos
atrevemos a pedir. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Lucas 10,38-42
Yendo
ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en
su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del
Señor, escuchaba su palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos
quehaceres. Al fin, se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me
deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» Le respondió el Señor:
«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de
pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será
quitada.»
3) Reflexión
•
El contexto. El viaje de Jesús emprendido en 9,51, está sembrado de encuentros
singulares, entre ellos el de un doctor de la ley (10,25-37), que precede al
encuentro con Marta y María (vv. 38-42). Ante todo, pues, el doctor de la Ley
hace una pregunta a Jesús, lo cual propicia al lector ocasión para descubrir
cómo se consigue la vida eterna, que es la intimidad con el Padre. A ella se
llega participando en la misión de Jesús, el primer enviado que nos muestra la
misericordia de Dios en su plenitud (v.37). En Jesús, el Padre se ha acercado a
los hombres mostrando de manera tangible su paternidad. La expresión que Jesús
dirige al doctor de la Ley y al lector, al final del encuentro, es crucial:
“Vete y haz tú lo mismo” (v.37). Hacerse próximo, acercarse a los otros como ha
hecho Jesús, nos hace instrumentos para mostrar de manera viva el amor
misericordioso del Padre. Esta es la llave secreta para entrar en la vida
eterna.
•
La escucha de la Palabra. Después de este encuentro con un experto de la Ley
mientras iba de camino, Jesús entra en un poblado y es acogido por sus viejos
amigos Marta y María. Jesús no es sólo el primer enviado del Padre, sino
también el que, por ser Él la Palabra única del Padre, reúne a los hombres, en
nuestro caso los miembros de la familia de Betania. Si es verdad que hay muchos
servicios que llevar a cabo, como la acogida y atención a las necesidades de
los demás, es aún más cierto que lo que es insustituible es la escucha de la
Palabra. Aquí, el relato de Lucas es al mismo tiempo un hecho real y algo
ideal. Empieza con la acogida por parte de Marta (v.38), y después presenta a
María en la actitud propia del discípulo, sentada a los pies de Jesús y atenta
a escuchar su Palabra. Esta actitud de María resulta extraordinaria, porque en
el judaísmo del tiempo de Jesús no estaba permitido a una mujer asistir a la
escuela de un maestro. Hasta aquí vemos un cuadro armonioso: la acogida de
Marta y la escucha de María. Pero la acogida de Marta se convertirá en breve en
un súper activismo: la mujer está “tensa”, dividida por las múltiples
ocupaciones; está tan ocupada que no consigue abastecer las múltiples
ocupaciones domésticas. La gran cantidad de actividades, comprensible por
tratarse de un huésped singular, sin embargo resulta desproporcionada, hasta el
punto de impedirle vivir lo esencial justo en el momento en que Jesús se
presenta en su casa. Su preocupación es legítima, pero pronto se convierte en
ansia, un estado de ánimo no conveniente para acoger a un amigo.
•
Relacionar el servicio y la escucha. Su servicio de acogida es muy positivo,
pero resulta perjudicado por el estado ansioso con que lo realiza. El
evangelista deja ver al lector que no hay contradicción entre la diaconía de la
mesa y la de la Palabra, pero pretende presentar el servicio en relación con la
escucha. Marta, al no haber relacionado la actitud espiritual del servicio con
la de la escucha, se siente abandonada por su hermana y en vez de dialogar con
María se queja al Maestro. Atrapada en su soledad, se enfada con Jesús que
parece permanecer indiferente ante su problema (“¿No te importa…?”) y con la
hermana (“que me ha dejado sola en el trabajo”). En su respuesta, Jesús no la
reprocha ni la crítica, pero busca ayudar a Marta a recuperar lo que es
esencial en aquel momento: escuchar al maestro. La invita a escoger la parte
única y prioritaria que María ha escogido espontáneamente. El episodio nos
alerta sobre un peligro siempre frecuente en la vida del cristiano: los afanes,
el ansia y el activismo pueden apartar de la comunión con Cristo y con la
comunidad. El peligro aparece de manera muy sutil, porque con frecuencia las
preocupaciones materiales que se realizan con ansia las consideramos una forma
de servicio. Lo que preocupa a Lucas es que en nuestras comunidades no se
descuide la prioridad que hay que dar a la Palabra de Dios y a su escucha. Es
necesario que, antes de servir a los otros, los familiares y la comunidad
eclesial sean servidos por Cristo con su Palabra de gracia. Cuando estamos
inmersos en las tareas cuotidianas, como Marta, olvidamos que el Señor quiere
cuidar de nosotros. Por el contrario, es necesario poner en manos de Jesús y de
Dios todas nuestras preocupaciones.
4) Para la reflexión
personal
•
¿Sabes relacionar el servicio con la escucha de la Palabra de Jesús? ¿Te dejas
llevar más bien por la ansiedad ante tus múltiples ocupaciones?
•
¿Has entendido que antes de servir debes aceptar ser servido por Cristo? ¿Eres
consciente de que tu servicio sólo será divino si antes acoges a Cristo y a su
palabra?
5) Oración final
Tú
me escrutas, Señor, y me conoces;
sabes
cuándo me siento y me levanto,
mi
pensamiento percibes desde lejos;
de
camino o acostado, tú lo adviertes,
familiares
te son todas mis sendas. (Sal 139,1-3)
Orden de los
Carmelitas