¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este jueves 29 del Tiempo Ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (Ef 3,14-21):
Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; y así, con todos los santos, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios. Al que puede hacer mucho más sin comparación de lo que pedimos o concebimos, con ese poder que actúa entre nosotros, a él la gloria de la Iglesia y de Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo responsorial: 32
R/. La misericordia del Señor llena la tierra.
Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los
buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez
cuerdas.
Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la
justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.
Pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de
edad en edad. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se
escogió como heredad.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su
misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de
hambre.
Versículo antes del Evangelio (Flp 3,8-9):
Aleluya. Todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y vivir unido a él. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 12,49-53):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».
Comentario
Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús como una persona
de grandes deseos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera
ya ardiendo!» (Lc 12,49). Jesús ya querría ver el mundo arder en caridad y
virtud. ¡Ahí es nada! Tiene que pasar por la prueba de un bautismo, es decir,
de la cruz, y ya querría haberla pasado. ¡Naturalmente! Jesús tiene planes, y
tiene prisa por verlos realizados. Podríamos decir que es presa de una santa
impaciencia. Nosotros también tenemos ideas y proyectos, y los querríamos ver
realizados enseguida. El tiempo nos estorba. «¡Qué angustia hasta que se
cumpla!» (Lc 12,50), dijo Jesús.
Es la tensión de la vida, la inquietud experimentada por las personas que
tienen grandes proyectos. Por otra parte, quien no tenga deseos es un apocado,
un muerto, un freno. Y, además, es un triste, un amargado que acostumbra a
desahogarse criticando a los que trabajan. Son las personas con deseos las que
se mueven y originan movimiento a su alrededor, las que avanzan y hacen
avanzar.
¡Ten grandes deseos! ¡Apunta bien alto! Busca la perfección personal, la de tu
familia, la de tu trabajo, la de tus obras, la de los encargos que te confíen.
Los santos han aspirado a lo máximo. No se asustaron ante el esfuerzo y la
tensión. Se movieron. ¡Muévete tú también! Recuerda las palabras de san
Agustín: «Si dices basta, estás perdido. Añade siempre, camina siempre, avanza
siempre; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Se para el que
no avanza; retrocede el que vuelve a pensar en el punto de salida, se desvía el
que apostata. Es mejor el cojo que anda por el camino que el que corre fuera
del camino». Y añade: «Examínate y no te contentes con lo que eres si quieres
llegar a lo que no eres. Porque en el instante que te complazcas contigo mismo,
te habrás parado». ¿Te mueves o estás parado? Pide ayuda a la Santísima Virgen,
Madre de Esperanza.
Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach (Vilamarí, Girona, España)
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