¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este martes de la 16a semana del tiempo ordinario.
Dios nos bendice...
Evangelio según San Mateo 12,46-50.
Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte". Jesús le respondió: "¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?". Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".
Comentario
Para la mayor parte de los cristianos no católicos el pasaje del
evangelio de hoy es una demostración de que Jesús tuvo hermanos y hermanas, que
ellos suponen hijos de José y María. Ya uno no debería tener que aclarar esas
cosas pero puede ser saludable para muchos, así que comentemos un poco el tema.
Ante todo hemos de recordar que, aunque en griego existe la
palabra para decir "primo", ese término no existe en el arameo
corriente, y lo más frecuente para la lengua y la mentalidad en que vivió
nuestro Señor era simplemente llamar "hermanos" a los parientes, como
vemos que por ejemplo Abraham llama "hermano" a Lot (Gén 13,8), que
en realidad era su sobrino (Gén 11,27).
Además, en la escena del evangelio de hoy aparece María con
algunos de estos "hermanos y hermanas". Mas en la crucifixión no hay
nadie, y Jesús confía su madre al cuidado de un discípulo, Juan (Jn 19,26-27).
Esta escena sería superflua y por completo ajena a la mentalidad hebrea si
María hubiera tenido más hijos.
La familia
de Cristo
Así que la familia de Cristo no viene de los nacidos de la carne y
la sangre. Viene de otra realidad, que enlaza bellamente el texto del evangelio
con la primera lectura, pues dice el Señor: "El que cumple la voluntad de
Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mc 3,35). Así como por la
obediencia a la voluntad del Padre Cristo es Cristo, por esa obediencia
nosotros somos cristianos.
No dejemos de notar un hecho muy
bello, que tantos otros predicadores nos han enseñado: cuando Jesús dice que su
"madre" será quien haga la voluntad de Dios no estaba descartando ni
dando la espalda a María, que precisamente definió su vida con una consigna
nunca quebrantada: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a
tu palabra" (Lc 1,38). De modo que el evangelio de hoy, lejos de disminuir
la figura de la Madre del Señor, la presenta en su hermosa y formidable
proporción.
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