¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este sábado
después de Ceniza.
Dios
nos bendice...
Primera lectura
Lectura del libro de
Isaías (58,9b-14):
ESTO dice el Señor:
«Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan.
Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas,
volverás a levantar los cimientos de otros tiempos;
te llamarán “reparador de brechas”,
“restaurador de senderos”,
para hacer habitable el país.
Si detienes tus pasos el sábado,
para no hacer negocios en mi día santo,
y llamas al sábado “mi delicia”
y lo consagras a la gloria del Señor;
si lo honras, evitando viajes,
dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos,
entonces encontrarás tu delicia en el Señor.
Te conduciré sobre las alturas del país
y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre.
Ha hablado la boca del Señor».
Palabra de Dios
ESTO dice el Señor:
«Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan.
Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas,
volverás a levantar los cimientos de otros tiempos;
te llamarán “reparador de brechas”,
“restaurador de senderos”,
para hacer habitable el país.
Si detienes tus pasos el sábado,
para no hacer negocios en mi día santo,
y llamas al sábado “mi delicia”
y lo consagras a la gloria del Señor;
si lo honras, evitando viajes,
dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos,
entonces encontrarás tu delicia en el Señor.
Te conduciré sobre las alturas del país
y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre.
Ha hablado la boca del Señor».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 85,1-2.3-4.5-6
R/. Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad
V/. Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti. R/.
V/. Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor. R/.
V/. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R/.
R/. Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad
V/. Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti. R/.
V/. Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor. R/.
V/. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (5,27-32):
EN aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús:
«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les respondió:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».
Palabra del Señor
EN aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús:
«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les respondió:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».
Palabra del Señor
Comentario
1.1 La
primera lectura nos ofrece una descripción de acciones típicas y propias de la
conversión. La idea es: reemplaza tus obras malas por obras buenas. Y lo
primero que nos llama la atención es esto, que la conversión se describe en
términos de "obras" y no en términos, por ejemplo, de afectos,
propósitos, sentimientos, resoluciones, ideas claras, conceptos diferentes, o
lo que sea. Convertirse es aquí: obrar de otro modo.
1.2 Esto
es importante subrayarlo porque nuestra sociedad y nuestro tiempo estiman que
la vida sólo se reforma bajo premisa de presentar un nuevo proyecto y que es la
aceptación de esa nueva versión de mi "yo" la que abre la posibilidad
de que yo mismo llegue a ser distinto. De este modo, el yo conserva siempre el
control sobre todas las versiones de sí mismo, y en el fondo no cambia: no se
convierte.
1.3 Así
entendemos que toda conversión supone dos cosas: un acto de confianza, por el
que entregamos el control del proceso de cambio a Otro, es decir, a Dios; y un
acto de obediencia, por el que nos dejamos moldear y rehacer en sus manos. La
confianza nos abre a una escucha profunda y sincera; la obediencia nos lleva a
realizar aquellos actos concretos que van dando un perfil a nuestra vida.
2. La
importancia del sábado
2.1 Para
nuestra mentalidad puede sonar extraño el requerimiento del profeta en la
primera lectura: "Si observas el descanso del sábado y no haces negocios
en mi día santo; si consideras al sábado tu delicia y lo consagras a la gloria
del Señor; si lo honras absteniéndote de viajes y evitas hacer negocios y
contratos, entonces el Señor será tu delicia. Te encumbraré en medio del país y
disfrutarás de la herencia de tu antepasado Jacob." Lo menos que uno se
pregunta es: ¿por qué es tan importante el sábado?
2.2 Hay
unas reflexiones del Papa Juan Pablo II en su Carta Apostólica "Dies
Domini" que nos enseñan sobre el valor del descanso ante Dios y en Dios,
como una alternativa liberadora a una sociedad que se debate entre el
agotamiento activista y el ocio cargado de pecado. Escuchemos al Sumo Pontífice
en algunos textos tomados de esta Carta, números 14 al 17.
2.3 El
día del descanso es tal ante todo porque es el día "bendecido" y
"santificado" por Dios, o sea, separado de los otros días para ser,
entre todos, el "día del Señor". Para comprender plenamente el
sentido de esta "santificación" del sábado, en la primera narración
bíblica de la creación, conviene mirar el conjunto del texto del cual emerge
claramente como cada realidad está orientada, sin excepciones, hacia Dios. El
tiempo y el espacio le pertenecen. Él no es el Dios de un solo día, sino el
Dios de todos los días del hombre.
2.4 En
realidad, toda la vida del hombre y todo su tiempo deben ser vividos como
alabanza y agradecimiento al Creador. Pero la relación del hombre con Dios
necesita también momentos de oración explícita, en los que dicha relación se
convierte en diálogo intenso, que implica todas las dimensiones de la persona.
El "día del Señor" es, por excelencia, el día de esta relación, en la
que el hombre eleva a Dios su canto, haciéndose voz de toda la creación.
2.5
Precisamente por esto es también el día del descanso. La interrupción del ritmo
a menudo avasallador de las ocupaciones expresa, con el lenguaje plástico de la
"novedad" y del "desapego", el reconocimiento de la
dependencia propia y del cosmos respecto a Dios. ¡Todo es de Dios! El día del
Señor recalca continuamente este principio. El "sábado" ha sido pues
interpretado sugestivamente como un elemento típico de aquella especie de
"arquitectura sacra" del tiempo que caracteriza la revelación
bíblica. El sábado recuerda que el tiempo y la historia pertenecen a Dios y que
el hombre no puede dedicarse a su obra de colaborador del Creador en el mundo
sin tomar constantemente conciencia de esta verdad.
3.
"Recordar" para "santificar»
3.1 El
mandamiento del Decálogo con el que Dios impone la observancia del sábado
tiene, en el libro del Éxodo, una formulación característica: "Recuerda el
día del sábado para santificarlo" (20,8). Más adelante el texto inspirado
da su motivación refiriéndose a la obra de Dios: "Pues en seis días hizo
el Señor el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo
descansó; por eso bendijo el Señor el día del sábado y lo hizo sagrado".
Antes de imponer algo que hacer el mandamiento señala algo que recordar. Invita
a recordar la obra grande y fundamental de Dios como es la creación. Es un
recuerdo que debe animar toda la vida religiosa del hombre, para confluir
después en el día en que el hombre es llamado a descansar. El descanso asume
así un valor típicamente sagrado: el fiel es invitado a descansar no sólo como
Dios ha descansado, sino a descansar en el Señor, refiriendo a él toda la
creación, en la alabanza, en la acción de gracias, en la intimidad filial y en
la amistad esponsal.
3.2 El
tema del "recuerdo" de las maravillas hechas por Dios, en relación
con el
descanso sabático, se encuentra también en el texto del Deuteronomio
(5,12-15), donde el fundamento del precepto se apoya no tanto en la obra de la
creación, cuanto en la de la liberación llevada a cabo por Dios en el Éxodo:
"Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto y que el Señor tu Dios
te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso el Señor tu Dios te ha
mandado guardar el día del sábado" (Dt 5,15). Esta formulación parece
complementaria de la anterior. Consideradas juntas, manifiestan el sentido del
"día del Señor" en una perspectiva unitaria de teología de la
creación y de la salvación. El contenido del precepto no es pues primariamente
una interrupción del trabajo, sino la celebración de las maravillas obradas por
Dios.
3.3 En la
medida en que este "recuerdo", lleno de agradecimiento y alabanza
hacia Dios, está vivo, el descanso del hombre, en el día del Señor, asume
también su pleno significado. Con el descanso el hombre entra en la dimensión
del "descanso" de Dios y participa del mismo profundamente,
haciéndose así capaz de experimentar la emoción de aquel mismo gozo que el
Creador experimentó después de la creación viendo "cuanto había hecho, y
todo estaba muy bien" (Gn 1,31).
4.
Jesucristo, Médico Divino
4.1 Hoy
Jesús se ha dado el título de "médico". ¡Qué buena noticia para los
que reconocemos nuestras dolencias!
4.2
Miremos las actitudes y el corazón de este médico que en su generosidad, como
dice Santa Catalina de Siena, llegó a beber la amarga medicina que el enfermo
ya no podía recibir en su maltrecha humanidad. Por eso se acerca piadoso al
pecador y con la cercanía de su trato y conversación va destruyendo los
prejuicios y temores que encierran con su tiranía al que se sabe culpable.
4.3 Observemos en el evangelio de hoy a quien llama Jesús
"enfermo" : es un hombre cruel y tirano que con la opresión de los
impuestos cobrados a nombre del Imperio Romano va haciendo su propia fortuna.
Es un opresor, y Jesús lo llama "enfermo". No quiere destruirlo sino
reconstruirlo. No quiere devastarlo sino levantarlo. Jesús sabe bien, y quiere
que nosotros sepamos, que la primera víctima de la crueldad o de la opresión es
el mismo cruel opresor, y por eso le trata de "enfermo". Nos resulta
fácil compadecernos de un anciano desvalido o de un niño abandonado, pero la
verdadera caridad descubre al enfermo, aunque lo encuentre con alientos para
hacer daño a otros. ¡Bendito amor que en esta cuaresma ha de movernos a
entregarnos a nuestro Médico y a entender que su caridad desborda nuestros
juicios miopes!
http://fraynelson.com/homilias.html.