miércoles, 11 de diciembre de 2013

“Aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón”

¡Amor y paz!

Dicen que una de las características de Jesús, como Maestro, era su comprensión hacia los discípulos y discípulas. Mientras otros maestros en Israel echaban pesadas cargas sobre los hombros de los discípulos, Jesús muestra su alternativa: “en mi encontraréis vuestro descanso”. Pongamos atención a las palabras del Señor.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 2ª. Semana de Adviento.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 11,28-30.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". 
Comentario

Hay maestros que son muy exigentes. Imponen a los alumnos un trabajo excesivo, que los agobia y desconcierta. Hay maestros de moral rígida, que culpabilizan, castigan, piden lo imposible. Jesús es el Maestro alternativo. Acoge a los agobiados, a los cansados. Les promete que en él encontrarán paz, descanso.

¡Cargad con mi yugo!, dice el maestro. Imaginemos una yunta de bueyes. Los dos bueyes llevan el yugo con la carga detrás. ¡Lo que para uno seria demasiada carga, para dos es mucho más fácil! Jesús promete que pondrá sobre el discípulo ninguna carga que él no lleve y comparta. Cargando con su yugo, en alianza de trabajo y carga con Jesús, descubrirán los discípulos que es “algo llevadero y ligero”.

Finalmente, Jesús muestra su interioridad como Maestro: manso y humilde de corazón. La mansedumbre nos dice cómo es nuestro maestro: no se deja llevar por la ira, es comprensivo, nos acepta como somos. Humilde: quiere decir que se pone a ras de tierra, que acoge todo como lo acoge el humus de la tierra. Que en él todo germina.

El Magisterio de la Iglesia debe atenerse a este canon, a esta norma del Magisterio de Jesús. No debe cargar a la iglesia con pesos pesados e inaguantables, no debe ser un magisterio petulante y orgulloso, dogmatista y rigorista. El principio misericordia y mansedumbre debe presidir toda enseñanza que se precie seguir el estilo de Jesús.

Son necesarios los Maestros para no perdernos en la vida. Pero para vivir auténticamente ¡es una suerte encontrarse con el único Maestro! El único que nos saca de nuestros agobios, nos comprende hace ligera y entusiasta nuestra vida.

José Cristo Rey García Paredes
Claretianos 2003