¡Amor y paz!
En América se celebra hoy la Fiesta de la
Exaltación de la Santa Cruz, en tanto que, en Europa, la fiesta de los santos
Santiago y Felipe Apóstoles.
Los invito a leer la Palabra de Dios y el
comentario de la fiesta de la Exaltación de las Santa Cruz, toda vez que este
blog se escribe en América, aunque se lee en los dos continentes.
Dios nos bendice...
Primera
lectura
Números
21, 4b-9
En
aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y
contra Moisés: "¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el
desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo."
El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y
murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
"Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que
aparte de nosotros las serpientes." Moisés rezó al Señor por el pueblo, y
el Señor le respondió: "Haz una serpiente venenosa y colócala en un
estandarte: los mordidos de serpiente quedarán sanos al mirarla." Moisés
hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente
mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.
Palabra
de Dios
Salmo
77
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, / inclinad el
oído a las palabras de mi boca: / que voy a abrir mi boca a las sentencias, /
para que broten los enigmas del pasado. R.
Cuando los hacía morir, lo buscaban, / y madrugaban
para volverse hacia Dios; / se acordaban de que Dios era su roca, / el Dios
Altísimo su redentor. R.
Lo adulaban con sus bocas, / pero sus lenguas
mentían: / su corazón no era sincero con él, / ni eran fieles a su alianza. R.
Él, en cambio, sentía lástima, / perdonaba la culpa
y no los destruía: / una y otra vez reprimió su cólera, / y no despertaba todo
su furor. R.
Segunda
lectura
Filipenses
2, 6-11
Cristo,
a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al
contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por
uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta
someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó
sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que
al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el
abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios
Evangelio
Juan 3, 13-17
En
aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino el
que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente
en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el
que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo
único para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que tengan vida
eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para
que el mundo se salve por él."
Palabra de Dios
Comentario
1.1 El Papa
Juan Pablo nos regaló en abril de 1999 una preciosa reflexión sobre el valor de
la Cruz como insignia para el mundo. De ese mensaje entresacamos nuestra
reflexión de este día. La numeración aquí es nuestra.
1.2 “Padre,
a tus manos encomiendo mi espíritu”. Éstas son las palabras, este es el último
grito de Cristo en la cruz. Con esas palabras se cierra el misterio de la
pasión y se abre el misterio de la liberación a través de su muerte, que se
realizará en la Resurrección. Son palabras importantes. La Iglesia, consciente
de su importancia, las ha asumido en la liturgia de las Horas, que cada día se
concluye así: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.
1.3 Hoy
queremos poner estas palabras en labios de la humanidad. Hoy queremos poner
estas palabras de Cristo en labios de todos estos hombres, porque estas
palabras, este grito de Cristo sufriente, sus últimas palabras no solamente
cierran; también abren. Significan una apertura al futuro.
1.4 “Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu”. Estas palabras abren. Esperamos que estas
palabras sean también las últimas palabras para cada uno de nosotros, las que
nos abran a la eternidad.
2. La Cruz, lugar de amor y profecía
2.1 Cristo
por nosotros se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Flp 2, 8).
Con estas palabras, la liturgia resume lo que aconteció en el Gólgota, hace
ahora dos mil años. El evangelista Juan, testigo ocular, narra los
acontecimientos dolorosos de la pasión de Cristo. Cuenta su dura agonía, sus
últimas palabras: “Todo se ha consumado” (cf. Jn 19, 30) y cómo un soldado
romano traspasó su costado con una lanza. Del pecho atravesado del Redentor
salió sangre y agua, prueba inequívoca de su muerte (cf. Jn 19, 34) y don
extremo de su amor misericordioso.
2.2
“Despreciado y evitado”. como dijo Isaías, está Cristo en el hombre afrentado y
aniquilado en la guerra y en cualquier lugar donde triunfe la cultura de la
muerte; “triturado por nuestros crímenes” está el Mesías en las víctimas del
odio y del mal de todos los tiempos y en cualquier lugar. “Como ovejas
errantes” parecen a veces los pueblos divididos y marcados por la incomprensión
y la indiferencia.
3. Luz de esperanza
3.1 Sin
embargo, en el horizonte de este escenario de sufrimiento y de muerte, brilla
para la humanidad la esperanza: “A causa de los trabajos de su alma, verá y se
hartará (...); mi Siervo justificará a muchos”. La cruz, en la noche del dolor
y del abandono, es antorcha que mantiene viva la espera del nuevo día de la
resurrección. Miramos con fe hacia la cruz de Cristo, mientras por medio de
ella queremos proclamar al mundo el amor misericordioso del Padre por cada
hombre.
3.2 Sí, hoy
es el día de la misericordia y del amor, el día en el que se ha llevado a cabo
la redención del mundo, porque el pecado y la muerte han sido derrotados por la
muerte salvífica del Redentor.
4. Oración
4.1 Divino
Rey crucificado, que el misterio de tu muerte gloriosa triunfe en el mundo.
4.2 Haz que
no perdamos el valor y la audacia de la esperanza ante los dramas de la
humanidad y ante cada situación injusta que mortifica a la criatura humana,
redimida con tu sangre preciosa.
4.3 Al
contrario, haz que con renovada fuerza proclamemos: Tu cruz es victoria y
salvación, porque con tu sangre y tu pasión has redimido al mundo.
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