martes, 21 de mayo de 2013

«Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos»

¡Amor y paz!

Ayer, decíamos con el beato Carlos de Foucauld que la fe es una virtud muy destacada por Jesús en el Evangelio, incluso por encima de la humildad y el amor. Hoy, el Señor exalta la humildad como una gran virtud de sus discípulos, sobre todo de aquellos que quieran ser los primeros.

Jesús predica y aplica. Es permanente su actitud de entrega y servicio: “No he venido a ser servido sino a servir y a dar mi vida por los demás”. Esto será más gráfico cuando lave los pies a sus discípulos pero, sobre todo, cuando entregue su vida en la cruz por la salvación del mundo.

En concordancia con el espíritu evangélico, el Papa Francisco ha sido muy elocuente al predicar y dar ejemplo de humildad. El domingo pasado, vestido muy sencillamente, pidió a los movimientos eclesiales reunidos en la Plaza de San Pedro que no lo corearan a él sino a Jesús. Fue así como el ¡Francisco! ¡Francisco! que gritó inicialmente la multitud fue cambiado por el ¡Jesús! ¡Jesús! ante la mirada complacida del obispo de Roma.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la VII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 9,30-37.
Se marcharon de allí y se desplazaban por Galilea. Jesús quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Y les decía: «El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo harán morir, pero tres días después de su muerte resucitará.» De todos modos los discípulos no entendían lo que les hablaba, y tenían miedo de preguntarle qué quería decir. Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, Jesús les preguntó: « ¿De qué venían discutiendo por el camino?» Ellos se quedaron callados, pues habían discutido entre sí sobre quién era el más importante de todos. Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos.» Después tomó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que recibe a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe, no me recibe a mí, sino al que me ha enviado.»
Comentario

 Aquel que gobierna al pueblo debe entender ante todo que él es el servidor de todos. No debe desdeñar su servicio... ya que el Señor de los Señores (1Tim 6,15) nunca desdeñó ponerse a nuestro servicio.

 Esta impureza de la carne que se vislumbra entre los discípulos de Cristo como un deseo de grandeza; el humo del orgullo que les nublaba la vista. De hecho, podemos leer: “Una disputa surge entre ellos para saber quién era el más grande” (Lucas 22,24). Pero el Señor sanador estaba ahí; él reprimió sus ínfulas... Él les mostró el ejemplo de humildad en un niño... Porque el orgullo es un gran mal, el primer mal, el origen de todo pecado...

 Por ello el apóstol Pablo recomienda, entre otras virtudes de los responsables de la Iglesia, la humildad (1Timoteo 3,6)... Cuando el Señor hablaba del ejemplo del niño: “El que quiera ser el más grande entre vosotros, que sea vuestro servidor” (Mateo 20,26)... Les hablo como obispo y mis advertencias me dan miedo a mí mismo... Cristo vino a la tierra “no para ser servido, sino para servir, y dar su vida para saldar la deuda de una multitud” (Marcos 10,45). Así fue como él sirvió, así es el tipo de servidor que nos ordena ser. Él dio su vida, él nos redimió. ¿Quién entre nosotros puede redimir a alguien más? Nos redimió de la muerte con su muerte, con su sangre. A nosotros que estábamos dispersos por la tierra, él nos levantó con su humildad. Pero nosotros también debemos poner de nuestra parte para sus miembros, porque nosotros fuimos hechos sus miembros. Él es la cabeza, nosotros el cuerpo (Efesios 1,22). Y el apóstol Juan nos exhorta a imitarlo: “Cristo dio su vida por nosotros; nosotros también debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos” (1Juan 3,16).

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia Sermón para la consagración de un obispo, Guelferbytanus n°32; PLS 2, 637 ©Evangelizo.org 2001-2013.