¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este martes de la
14ª semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice...
MATEO 9,32-38
Lectio:
Martes, 10 Julio, 2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que por medio
de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus
fieles la verdadera alegría, para que, quienes han sido librados de la
esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Mateo
9,32-38
Salían ellos todavía,
cuando le presentaron un mudo endemoniado. Y expulsado el demonio, rompió a
hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: «Jamás se vio cosa igual en
Israel.» Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a
los demonios.» Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus
sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y
toda dolencia.
Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.»
Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy
presenta tres hechos: (a) la curación de un endemoniado mudo (Mt 9,32-34) y (b)
un resumen de las actividades de Jesús (Mt 9,35-38). Estos dos episodios
enmarcan la parte narrativa de los capítulos 8 y 9 del evangelio de Mateo, en la
que el evangelista trata de mostrar cómo Jesús practicaba las enseñanzas dadas
en el Sermón de la Montaña (Mt 5 a 7). En el capítulo 10, cuya meditación
empieza en el evangelio de mañana, veremos el segundo gran discurso de Jesús:
el Sermón de la Misión (Mt 10,1-42).
• Mateo 9,32-33a: La
curación de un mudo. En un único versículo, Mateo nos dice que un endemoniado
mudo fue presentado ante Jesús, y que Jesús expulsa el demonio y el mudo
empieza de nuevo a hablar. Lo que impresiona en la actitud de Jesús, aquí y en
todos los cuatro evangelios, es el cuidado y el cariño con las personas
enfermas. Las enfermedades eran muchas, y no existía la seguridad social. Las
enfermedades no eran sólo corporales: mudez, parálisis, lepra, ceguera y muchos
otros males. En el fondo, estos males eran apenas una manifestación de un mal
mucho más amplio y más profundo que arruinaba la salud de la gente, a saber, el
abandono total y el estado deprimente y no humano en que se veía obligada a
vivir. Las actividades y las curaciones de Jesús se dirigían no sólo contra las
deficiencias corporales, sino también y sobre todo contra ese mal mayor del
abandono material y espiritual en que la gente se veía obligada a pasar los
pocos años de su vida.
Pues, además de la
explotación económica que robaba la mitad de los ingresos familiares, la
religión oficial de la época, en vez de ayudar a la gente a encontrar en Dios
la fuerza y a tener esperanza, enseñaba que las enfermedades eran un castigo de
Dios por el pecado.
Aumentaba en la gente el
sentimiento de exclusión y de condena. Jesús hacía lo contrario. La acogida
llena de ternura y la curación de los enfermos formaban parte del esfuerzo más
amplio para rehacer la relación humana entre las personas y reestablecer la
convivencia comunitaria en los poblados y en las aldeas de su tierra, Galilea.
• Mateo 9,33b-34: La doble
interpretación de la curación del mudo. Ante la curación del endemoniado mudo,
la reacción de la gente es de admiración y de gratitud: “¡Nunca se vio cosa
semejante en Israel!” La reacción de los fariseos es de desconfianza y de
malicia: “Por el príncipe de los demonios expulsa a los demonios” No pudiendo
negar los hechos que producen la admiración de la gente, la única manera que
los fariseos tienen para neutralizar la influencia de Jesús ante la gente es
atribuir la expulsión al poder del maligno. Marcos trae una larga argumentación
de Jesús para poner de manifiesto la malicia y la falta de coherencia de la
interpretación de los fariseos (Mc 3,22-27). Mateo no trae ninguna respuesta de
Jesús a la interpretación de los fariseos, pues cuando la malicia es evidente,
la verdad brilla por si misma.
• Mateo 9,35: Incansable,
Jesús recurre los poblados. Es bonita la descripción de la actividad incansable
de Jesús, en la que se manifiesta la doble preocupación a la que aludimos: la
acogida llena de ternura y la curación de los enfermos: “Jesús recorría todas
las ciudades y poblados enseñando en las sinagogas, propagando la Buena Nueva
del Reino, y curando todo tipo de dolencia y enfermedad”. En los capítulos
anteriores, Mateo había aludido ya a esta actividad ambulante de Jesús por los
poblados de Galilea (Mt 4,23-24; 8,16).
• Mateo 9,36: La compasión
de Jesús. “Y al ver la muchedumbre, sintió compasión por ella porque estaban
vejados y abatidos, como ovejas sin pastor”. Los que debían ser los pastores no
eran pastores, no cuidaban del rebaño. Jesús trata de ser el pastor (Jn
10,11-14). Mateo ve aquí la realización de la profecía del Siervo de Yahvé
“Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias” (Mt
8,17 e Is 53,4). Al igual que Jesús, la gran preocupación del Siervo era
“encontrar una palabra de consuelo para quien estaba desanimado” (Is 50,4). La
misma compasión para con el pueblo abandonado, Jesús la mostró en ocasión de la
multiplicación de los panes: son como ovejas sin pastor (Mt 15,32). El
evangelio de Mateo tiene una preocupación constante en revelar a los judíos
convertidos de las comunidades de Galilea y de Siria que Jesús es el Mesías
anunciado por los profetas. Por esto, frecuentemente, muestra cómo en las
actividades de Jesús se realizan las profecías (cf. Mt 1,23; 2,5.15.17.23; 3,3;
4,14-16; etc.).
• Mateo 9,37-38: La mies
es mucha y los obreros son pocos. Jesús transmite a los discípulos la
preocupación y la compasión que lo animan por dentro: "La mies es mucha y
los obreros son pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su
mies.”
4) Para la reflexión
personal
• Compasión ante la
multitud cansada y hambrienta. En la historia de la humanidad, nunca hubo tanta
gente cansada y hambrienta como ahora. La TV divulga los hechos, pero no ofrece
respuesta. Los cristianos ¿tenemos esa misma compasión de Jesús y sabemos
irradiarlas a los demás?
• La bondad de Jesús para
con los pobres molestaba a los fariseos. Ellos recurren a la malicia para
deshacer y neutralizar el malestar causado por Jesús. ¿Hay muchas actitudes
buenas en las personas que me incomodan? ¿Cómo las interpreto: con admiración
agradecida como la gente o con malicia como los fariseos?
5) Oración final
¡Cantadle, tañed para él,
recitad todas sus maravillas;
gloriaos en su santo nombre,
se alegren los que buscan al Señor! (Sal 105,2-3)
recitad todas sus maravillas;
gloriaos en su santo nombre,
se alegren los que buscan al Señor! (Sal 105,2-3)
Orden de los Carmelitas