viernes, 1 de agosto de 2014

La falta de fe impide ver más allá de nuestras narices

¡Amor y paz!

Una vez ha pronunciado las parábolas mediante las cuales compara el Reino de los Cielos, Jesús retorna a su pueblo, donde maravilla a todos, pero no hace milagros, a causa de la falta de fe de sus paisanos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 17ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Mateo 13,54-58. 
Al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros?  ¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas?  ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia". Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente. 

Comentario

Jesús regresa a su pueblo después de haber proclamado el sermón de las parábolas. La intimidad con el Padre le permite llamarlo “Abba”. Jesús nos revela la presencia de un Dios Padre y Madre que no se cansa de acompañar a su pueblo en el camino de la historia. Pero Jesús sigue siendo para la gente de su pueblo el hijo del carpintero.

¿Cómo unir estas dos realidades? Imposible sin la fe. Es lo que sucede con sus paisanos y con su misma familia. Siempre es bueno regresar al lugar donde se nace, pero qué difícil allí la profecía. Dios, para la conciencia de la gente de Nazaret está lejos y es demasiado excelso. Para la gente de su pueblo esa sabiduría solo se puede conseguir en alguna escuela rabínica de Jerusalén, que no es el caso de Jesús, hijo del carpintero y de María.

Su adhesión a la ley no les permite entender los milagros de Jesús, no como espectáculos de poder sino como signos del Reino del amor y la solidaridad con los marginados. La falta de fe impide ver más allá de nuestras narices. La fe, en cambio, nos habilita para abrir nuestra vida a las novedades cotidianas del Reino.


Servicio Bíblico Latinoamericano
Assertum