¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este miércoles de la 4ª semana de Pascua, ciclo
A.
Dios nos bendice...
Lectio:
Juan 12,44-50
Lectio
Miércoles,
6 de mayo de 2020
Tiempo
de Pascua
1)
Oración inicial
Señor,
tú que eres la vida de los fieles, la gloria de los humildes y la felicidad de
los santos, escucha nuestras súplicas y sacia con la abundancia de tus dones a
los que tienen sed de tus promesas. Por nuestro Señor.
2)
Lectura
Del
Evangelio según Juan 12,44-50
Jesús
gritó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha
enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo, la luz, he
venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si
alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido
para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe
mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la palabra que yo he hablado, ésa le
juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre
que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su
mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo
ha dicho a mí.»
3)
Reflexión
•
El evangelio de hoy nos trae la parte final del Libro de las Señales, en la
cual el evangelista hace un balance. Muchos creen en Jesús y tienen el valor de
manifestar su fe públicamente. Otros discípulos creyeron, pero no tuvieron el
valor de manifestar públicamente su fe. Tenían miedo a ser expulsados de la
sinagoga. Y muchos no creyeron: “Después de tantas señales que había hecho
delante de ellos, no creyeron en él. Así se cumplió la palabra dicha por el
profeta Isaías: "Señor, ¿quién ha dado crédito a nuestras palabras? ¿A
quién descubriste los secretos de nuestra salvación?" (Jn 12,37-38).
Después de esta constatación general, Juan vuelve a tomar algunos temas
centrales de su evangelio:
•
Juan 12,44-45: Creer en Jesús es creer en aquel que le ha enviado. Esta frase
es un resumen del evangelio de Juan. Es un tema que aparece y reaparece de
muchas maneras. Jesús está tan unido al Padre, que ya no habla en su nombre,
sino que siempre habla en nombre del Padre. Quien ve a Jesús, ve al Padre. Si
se quiere conocer a Dios, hay que mirar a Jesús. ¡Dios es Jesús!
•
Juan 12,46: Jesús es la luz que vino al mundo. Aquí Juan retoma lo que había
dicho en el prólogo: “El verbo era la luz verdadera que ilumina a todo hombre
que viene a este mundo” (Jn 1,9). “La luz brilla en las tinieblas, pero las
tinieblas no pudieron vencerla” (Jn 1,5). Aquí él repite: “Yo vine al mundo
como luz, para que todo aquel que cree en mí no siga en las tinieblas”. Jesús
es una respuesta vital a los grandes interrogantes que mueven e inspiran la
búsqueda del ser humano. Es una luz que aclara el horizonte. Hace descubrir el lado
luminoso de la oscuridad de la fe.
•
Juan 12,47-48: No vine para juzgar al mundo. Llegando al final de una etapa,
surge la pregunta: “¿Cómo va a ser el juicio? En estos dos versículos el
evangelista aclara el tema del juicio. El juicio no se hace con amenazas de
maldiciones. Jesús dice: Yo no condeno quien oye mis palabras y no obedece a
mis palabras, porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para
salvar al mundo. Quien me rechaza y no acepta mis palabras, ya tiene su juez:
la palabra que yo hablé será su juez en el último día. El juicio consiste en la
manera en que la persona se define ante la verdad y ante su propia conciencia.
•
Juan 13,49-50: Lo que digo, lo digo según el Padre me dice. Las últimas
palabras del Libro de las Señales son un resumen de todo que Jesús dice y hace
hasta ahora. El reafirma lo que afirmaba desde el comienzo: “Porque yo no he
hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que
tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo
que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí.» Jesús es el reflejo
fiel del Padre. Por esto mismo, no ofrece prueba ni argumento a los que le
provocan para que se legitime y presente sus credenciales. Es el Padre quien lo
legitima a través de las obras que él hace. Y diciendo obras, no se refiere
sólo a los grandes milagros, sino a todo lo que él dice y hace, hasta en las
más mínimas cosas. Jesús, él mismo, es Señal del Padre. El es el milagro
ambulante, la transparencia total. El ya no se pertenece, sino que es
enteramente propiedad del Padre. Las credenciales de un embajador no vienen de
él, sino que vienen de aquel que le presenta. Vienen del Padre.
4)
Para una relación personal
•
Juan hace un balance de la actividad reveladora de Jesús. Si yo hiciera un
balance de mi vida, ¿qué habría de positivo en mí?
•
¿Hay algo en mí que me condena?
5)
Oración final
¡Que
los pueblos te den gracias, oh Dios,
que todos los pueblos te den gracias!
Que se alegren y exulten las naciones,
pues juzgas al mundo con justicia,
con equidad juzgas a los pueblos,
gobiernas las naciones de la tierra. (Sal 67,4-5)
que todos los pueblos te den gracias!
Que se alegren y exulten las naciones,
pues juzgas al mundo con justicia,
con equidad juzgas a los pueblos,
gobiernas las naciones de la tierra. (Sal 67,4-5)
Orden de los Carmelitas