domingo, 24 de febrero de 2019

“Hagan ustedes con los demás como quieren que los demás hagan con ustedes”


¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este Día litúrgico: Domingo VII (C) del tiempo ordinario.

Dios nos bendice...

Texto del Evangelio (Lc 6,27-38):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.

»Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos. Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».

Palabra del Señor

Comentario

El Dr. Arun Gandhi, nieto de Mahatma Gandhi, contó en la Universidad de Puerto Rico la siguiente historia como un ejemplo de la vida sin violencia: “Tenía 16 años y estaba viviendo con mis padres en el Instituto que mi abuelo había fundado a 18 millas de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de plantaciones de azúcar. No teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mi nos entusiasmaba poder ir a la ciudad a visitar amigos o para ir al cine. Un día mi padre me pidió que lo acompañara a la ciudad pues tenía que dar una conferencia que duraba todo el día. Mi madre me dio una lista de cosas que necesitaba y mi padre me pidió que llevara el carro al taller.

Al despedirnos, mi padre dijo: ‘Nos vemos aquí a las 5 p.m. y volvemos a la casa juntos’. Después de completar rápidamente todos los encargos, me fui hasta el cine más cercano. Me entretuve tanto con la película que olvidé la cita. Cuando me acordé, eran las 5:30 p.m. Corrí al taller, recogí el carro y fui hasta donde mi padre me esperaba. Eran casi las 6 p.m. Me preguntó con ansiedad: ‘¿Por que llegas tarde?’ Me sentí mal, pero no podía decirle que estaba viendo una película de John Wayne, de modo que dije que el carro no estaba listo y había tenido que esperar, sin saber que él ya había llamado al taller.

Cuando se dio cuenta que había mentido, me dijo: “Algo no anda bien en la manera como te he criado, que no te ha dado la confianza de decirme la verdad.. Voy a reflexionar qué es lo que hice mal contigo. Voy a caminar las 18 millas hasta la casa para pensar sobre esto. Así que, vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta la casa por caminos sin asfaltar y en medio de la oscuridad de la noche. No lo podía dejar solo, así que manejé 5 horas y media detrás de él, viéndolo sufrir la agonía de una mentira estúpida que yo había dicho. Decidí desde ahí que nunca más iba a mentir. Recuerdo muchas veces esto y pienso que si me hubieran castigado como nosotros castigamos a nuestros hijos, seguramente no habría aprendido la lección. Habría sufrido el castigo para seguir haciendo lo mismo. Esta acción no violenta de mi padre fue tan fuerte, que la recuerdo como si fuera hoy.  Este es el poder de la vida sin violencia”.

Jesús vivió y nos enseñó un estilo de vida no violento. Expresiones como las que nos presenta hoy san Lucas, hablan de esta actitud fundamental de Jesús: “Amen a sus enemigos, hagan bien a los que los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los insultan. Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra; y si alguien te quita la capa, déjale que se lleva también tu camisa. A cualquiera que te pida algo dáselo, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames. Hagan ustedes con los demás como quieren que los demás hagan con ustedes”.

Estoy convencido de que, si aplicáramos estas enseñanzas de Jesús en nuestra vida diaria, nuestros conflictos se transformarían radicalmente. Lo que pasa normalmente es que cuando leemos estos textos, no encontramos la forma de emplearlas en lo cotidiano de nuestras vidas. No podemos olvidar que no se trata de fórmulas para seguir al pie de la letra, sino de principios para aplicar a nuestras circunstancias particulares. Tenemos que ser creativos, como lo fue el papá del Dr. Arun Gandhi. Seguro que seremos más eficaces.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Sacerdote jesuita, delegado para la Misión. Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina – Lima