sábado, 2 de abril de 2022

Como un manso cordero era llevado al matadero

¡Amor y paz!

 

Los invito a leer y meditar la Palabra de Dios, en este sábado de la 4ª semana de Cuaresma, ciclo C.

 

Dios nos bendice...

 

Lectura del libro del profeta Jeremías    11, 18-20

 

El Señor de los ejércitos me lo ha hecho saber y yo lo sé. Entonces tú me has hecho ver sus acciones.

Y yo era como un manso cordero, llevado al matadero, sin saber que ellos urdían contra mí sus maquinaciones: « ¡Destruyamos el árbol mientras tiene savia, arranquémoslo de la tierra de los vivientes, y que nadie se acuerde más de su nombre!»

Señor de los ejércitos, que juzgas con justicia, que sondeas las entrañas y los corazones, ¡que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he confiado mi causa!

 

Palabra de Dios.

 

SALMO

 

Sal 7, 2-3. 9bc-10. 11-12 (R.: 2a)

 

R.        Señor, Dios mío, en ti me refugio.

 

Señor, Dios mío, en ti me refugio:

sálvame de todos los que me persiguen;

líbrame, para que nadie pueda atraparme

como un león, que destroza sin remedio.  R.

 

Júzgame, Señor, conforme a mi justicia

y de acuerdo con mi integridad.

¡Que se acabe la maldad de los impíos!

Tú que sondeas las mentes y los corazones,

tú que eres un Dios justo, apoya al inocente.  R.

 

Mi escudo es el Dios Altísimo,

que salva a los rectos de corazón.

Dios es un Juez justo

y puede irritarse en cualquier momento.  R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Juan    7, 40-53

 

Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: «Este es verdaderamente el Profeta.» Otros decían: «Este es el Mesías.» Pero otros preguntaban: « ¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?» Y por causa de él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.

Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: « ¿Por qué no lo trajeron?»

Ellos respondieron: «Nadie habló jamás como este hombre.»

Los fariseos respondieron: « ¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita.»

Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: « ¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?»

Le respondieron: « ¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta.»

Y cada uno regresó a su casa.

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • En esta lectura primeramente, el profeta hace una confesión a causa de una persecución de sus compatriotas y familiares; en segundo lugar Jeremías plantea una cuestión sobre la felicidad de sus perseguidores y la aparente desventura de los buenos, finalmente, aparece una lamentación del mismo Yahvé porque lo han forzado a abandonar a su pueblo.
  • El profeta experimenta profundamente la persecución que, a causa de su predicación, están tramando contra él incluso sus familiares y sus amigos. Consciente de su propia debilidad, pide ayuda a Yahvé. Esta persecución, y tal vez la experiencia de otros casos de justos que sufren y de impíos que viven felices, lo mueve a preguntar a Yahvé por qué los malos viven llenos de bendiciones.
  • La respuesta de Yahvé lo desconcierta: verá cosas todavía peores y, a pesar de ello, tendrá que resistir firmemente y cumplir su deber entre inseguridades. El mismo Yahvé se debate entre su deseo de salvar y demostrar positivamente su amor, y su sentido de la justicia, que le obliga a castigar y corregir a su pueblo.
  • Está claro que leer esta confesión en momentos en que nos preparamos a revivir la Pascua del Señor obedece a la idea de que en Pascua se juega algo fundamental: el sincero sufrimiento de Dios a causa de sus hijos, y del Hijo a causa de sus hermanos. La salvación siempre pasará por el desconcierto, por la cruz, por la oscuridad de la fe. Pero el cristiano que se dispone a rememorar y revivir la Pascua, ve a través de la incertidumbre, la claridad y la luz de la nueva vida que el Señor instaura venciendo a la muerte.

***

  • En el evangelio vemos cómo la persona de Jesús, concretamente su origen, provoca discusiones y posturas diversas. Se ignora lo más profundo de su personalidad: su origen divino. La vida de los hombres se decide según la actitud vivencial que se tome con respecto a Jesús.
  • La escena evangélica de hoy se desarrolla en torno a las fiestas de las chozas o de los tabernáculos, una de las tres ocasiones que los israelitas visitaban Jerusalén. Era una fiesta cargada de mesianismo y de expectativas. Para muchos, esta fiesta se asociaba al triunfo definitivo de la experiencia del Reino de Dios y nadie quería perderse tal espectáculo; menos todo lo que iba a ocurrir en la ciudad santa de Jerusalén.
  • Este es el motivo por el que había allí tanta gente, y las preguntas que se hacen acerca de Jesús; asociando su misteriosa, popular, y profética personalidad. En ella, muchos habían depositado expectativas mesiánicas, en medio de la dominación romana, que mantenía en la ciudad una rigurosa guardia de soldados, para mantener el control público.
  • El tema que se discute es la posibilidad de que Jesús sea o no el Mesías, se barajan los criterios de lugar, clase social, autoridad en la enseñanza, continuidad con las instituciones, etc. Según los fariseos, la opinión oficial es normativa para todos; los individuos no tienen dere­cho a formarse un juicio; desprecian al pueblo, maldito porque no conoce la Ley y no puede practicarla; sólo quienes estudian pueden estar bien con Dios; la suya es una religión de privilegiados. Los fariseos confunden el conoci­miento de la Ley con el conocimiento de Dios.
  • Jesús aparece nuevamente como signo de contradicción porque los guardias, encargados de prenderlo, quedan maravillados de cómo habla. En cambio los dirigentes del pueblo discuten entre ellos y no lo quieren reconocer, a pesar de que los motivos que presentan son débiles al lado de los grandes signos que hace Jesús.
  • Las palabras y actitudes de Jesús siguen creando desconcierto y confusión en muchas personas. Mientras el pueblo esperaba un gran profeta o a Elías mismo en persona; aparece Jesús cuestionador de la estructura, y el poder religioso del Templo. No es posible que un campesino, venido de Galilea, se atreva a criticar el poder central. El pueblo entra aún en mayor confusión, cuando los dirigentes judíos encuentran en Jesús más motivos de condenación que de aprobación.
  • No seguir a los maestros de la ley era un gran problema. Pero seguir a un carpintero pueblerino que ofrece vida eterna como enviado del Padre, ponía en riesgo de ser acusados de blasfemia.
  • Por eso la autoridad establecida empieza a cuestionar la procedencia de Jesús y plantea abiertamente la posibilidad de una condena. Nicodemo, fariseo, apoyándose en la Ley, exige un juicio justo; son las obras, no los prejuicios, las que han de decidir. Los fariseos han hecho de la Ley un instru­mento de injusticia. Ellos no respon­den a lo que ha planteado Nicodemo, no atienden a razones; lo tachan de ignorante y lo atacan invitándolo a estudiar y ver que de Galilea no salen profetas. Están cegados por su aversión a Jesús. Ni consideran la posibilidad de que sea el Mesías.
  • Jesús sigue siendo signo de contradicción en el mundo: divide a los hombres y a sus opiniones con su sola presencia. Obliga a definirse, a tomar posición, así como lo hizo en su época palestinense, lo hace también ahora. El galileo perseguido, es Señor de su destino y del destino de todos. Los cristianos proclamamos que es Jesús de Nazaret. Es el Señor; Él nos lo ha dicho con palabras y obras y espera que le creamos: “Yo soy el Enviado por el Padre, el Camino, la Verdad y la Vida”.
  • Necesitamos optar, porque Dios no se impone; se ofrece, se entrega. Y queda para nosotros la decisión a favor de Él o contra Él. Es una cuestión personal que cada uno con la ayuda del Espíritu Santo tiene que resolver. Los milagros sirven de poco, si no tenemos las disposiciones de humildad y de sencillez para reconocer en Jesús la presencia del Reino. Ante los mismos hechos, vemos a los judíos divididos, y a los hombres de hoy también. Y es que en cuestiones de fe y amor no se puede dar una respuesta tibia, a medias: la vocación cristiana comporta una respuesta radical, tan radical como fue el testimonio de entrega y obediencia de Cristo en la Cruz.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Mi fe es intelectual o dejo que se exprese a través de la realidad más profunda de mi necesidad?
  • ¿Someto a Dios a la prueba de mi inteligencia y de mi sabiduría?
  • ¿Valoro la fe del pueblo sencillo o la desprecio?
  • ¿Valoro su expresión sensible como manifestación de cariño o la desvalorizo creyendo que es magia o fetichismo?

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral