sábado, 28 de enero de 2023

¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este sábado de la 3ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura de la carta a los Hebreos  11, 1-2. 8-19

 

Hermanos:

La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.

Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si hubieran pensado en aquella de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse «su Dios» y, de hecho, les ha preparado una Ciudad.

Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.

 

Palabra de Dios.

 

SALMO         

 

Lc 1, 69-70. 71-72. 73-75 (R.: cf. 68)

 

R.        ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque visitó a su Pueblo!

 

Nos ha dado un poderoso Salvador

en la casa de David, su servidor,

como lo había anunciado mucho tiempo antes

por boca de sus santos profetas.  R.

 

Para salvarnos de nuestros enemigos

y de las manos de todos los que nos odian.

Así tuvo misericordia de nuestros padres

y se acordó de su santa Alianza.  R.

 

Se acordó del juramento que hizo a nuestro padre Abraham

de concedernos que, libres de temor,

arrancados de las manos de nuestros enemigos,

lo sirvamos en santidad y justicia bajo su mirada,

durante toda nuestra vida.  R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-41

 

Al atardecer de aquel día, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla.» Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.

Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: « ¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?»

Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: « ¡Silencio! ¡Cállate!» El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: « ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • Para animar en la perseverancia a sus lectores, el autor de la carta les pone delante unos modelos del AT, personas que han tenido fe y han sido fieles a Dios en las circunstancias más difíciles.
  • “La fe es anticipo de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven”. La fe es paradojal: nos hace «poseer» ya lo que no tenemos, y además nos hace “conocer”, lo está fuera de la capacidad de nuestros sentidos. La fe es un dinamismo vital, extraordinario con un nuevo modo de conocimiento. 
  • Gracias a la fe, Abraham obedeció a la llamada de Dios partiendo sin saber adónde iba, con la esperanza en la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
  • La fe es confiar en la palabra de alguien, es ponerse en camino, es avanzar en la noche hacia la luz, es esperar una vida donde todo será “edificado sobre el amor”. La fe es trabajar haciendo todo como si no se esperase nada de Dios, sabiendo que de Él lo poseemos todo. La fe es poder morir pensando que la muerte no es caída en el vacío, sino en las manos del Padre que nos regala una patria mejor.

***

  • El evangelio de Marcos ejemplifica el tema de la fe. Después de las parábolas, empieza aquí una serie de cuatro milagros de Jesús, para demostrar verdaderamente que el Reino de Dios ya ha llegado y está actuando. Estos milagros no fueron hechos en presencia de la muchedumbre, sino sólo ante los discípulos para educarlos en la fe.
  • Jesús deja la Galilea. Va con sus discípulos a la región pagana, de los Gerasenos, país de misión donde la Palabra de Dios no ha sonado todavía. Suben a la barca para pasar a la otra orilla y se desata la tormenta.
  • El mar es sinónimo, en la Biblia, del peligro y del lugar del maligno. Las olas se echaban sobre la barca, de tal modo que parecía hundirse y Jesús en la popa continúa durmiendo. Los discípulos reprochan a Jesús por su poco interés, y Él a su vez les reprocha su poca fe.
  • Ellos creían que estar con Jesús, los libraba de todo problema o calamidad. Este fue el momento del desencanto y de la provocación a la fe. Se dieron cuenta que aun junto a Jesús, las olas pueden ser muy fuertes y hacer estremecer la barca. Jesús los lleva a la aventura de poder enfrentarse a la vida con fe.
  • Cuando Marcos escribe este evangelio, la comunidad cristiana sabe mucho de persecuciones y de fatigas. A veces son dudas, otras miedo, o dificultades de fuera, crisis y tempestades que nos zarandean.
  • Frente a la realidad de la persecución y del miedo, el evangelista se sirve del testimonio de algunos creyentes que manifiestan que Jesús durante su vida histórica, en algún momento, se enfrentó con las fuerzas de la naturaleza cuando ellas eran incontrolables. Jesús se enfrenta a los poderes del mal, haciendo prevalecer la vida allí donde la muerte quiere imponer su dominio y su imperio.
  • Una tempestad es un buen símbolo de muchas crisis humanas, personales y sociales. Muchas veces experimentamos en nuestra vida, tanto en la personal como en la comunitaria y eclesial, la presencia tormentosa de acontecimientos o situaciones que nos llevan a  remar contra fuertes corrientes, con la impresión de que todo parece que se hunde. Mientras Dios parece que duerme.
  • A los cristianos, no se nos ha prometido una travesía apacible en el mar de esta vida. La fe no es un depósito del que vamos sacando recetas para solucionar todos los males. La fe no nos libera de la dureza del camino, de la búsqueda compartida, del remar contra corriente, pero nos mantiene en la seguridad de que el Señor está con nosotros.
  • La fe es hoy una “reserva de confianza” en el mar embravecido de la vida. Cristo Jesús está presente en nuestra vida todos los días, como nos prometió, hasta el fin del mundo. Su Espíritu es el animador de la Iglesia y de la historia.
  • Cristo con su muerte y resurrección aparece como el vencedor del mal. Con Él nos ha llegado la salvación de Dios. La fe es despertar cotidianamente al Cristo que está durmiendo dentro de nosotros.
  • Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. A pesar de las dificultades, Dios jamás se ha olvidado de nosotros; Él va siempre como compañero de viaje en nuestra vida. Sin embargo Él no está con nosotros para suplir lo que a cada uno corresponde realizar. Cada uno de nosotros, debe aportar todo su esfuerzo, toda su vida, para construir un mundo que no se quede estancado en el egoísmo, ni se resigne con lo que ya logró; siempre será necesario ir más allá.
  • Los signos de su compañía y presencia serán el esfuerzo por hacer de este mundo un signo cada vez más claro del Reino de Dios, en que todos disfrutemos de la paz y vivamos la solidaridad, la comunión fraterna y la justicia auténtica.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Creemos también en tiempos de crisis?
  • ¿Sentimos la ausencia de problemas como garantía de su cercanía?
  • ¿Cuándo nuestros cálculos fallan, sentimos que Dios nos ha abandonado?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Fortalece mi fe

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral