¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este viernes en que
celebramos la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: SAN
PEDRO Y SAN PABLO
Lectio:
Viernes, 29 junio, 2018
Mateo 16,13-23
Jesús dice a Pedro:
"Tú eres Piedra"
Piedra de apoyo y
piedra de escándalo
1. ORACIÓN INICIAL
Señor Jesús, envía tu
Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual
Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la
Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios
en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que
parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida
y resurrección.
Crea en nosotros el
silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que
sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los
discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y
testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de
fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María,
que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. LECTURA
a) Una clave de
lectura:
El texto litúrgico de la
fiesta de San Pedro y San Pablo está tomado del Evangelio de Mateo: 16,13-19.
En el comentario que haremos incluimos también los versículos 20-23. Porque en
el conjunto del texto, del versículo 13 al 23, Jesús volviéndose a Pedro por
dos veces lo llama "piedra". Una vez piedra de fundamento (Mt 16,18)
y otra vez piedra de escándalo. (Mt 16,23). Las dos afirmaciones se
complementan mutuamente. Durante la lectura del texto sería bueno poner
atención al modo de conducirse de Pedro y a las solemnes palabras, que Jesús le
dirige en dos ocasiones.
b) Una división del
texto para ayudar en la lectura:
13-14: Jesús quiere saber
las opiniones del pueblo sobre su persona.
15-16: Jesús pregunta a los discípulos y Pedro confiesa: "¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!"
17-20: Respuesta solemne de Jesús a Pedro (frase central de la fiesta de hoy).
21-22: Jesús pone en claro el significado de Mesías, pero Pedro reacciona y no lo acepta.
22-23: Respuesta solemne de Jesús a Pedro.
15-16: Jesús pregunta a los discípulos y Pedro confiesa: "¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!"
17-20: Respuesta solemne de Jesús a Pedro (frase central de la fiesta de hoy).
21-22: Jesús pone en claro el significado de Mesías, pero Pedro reacciona y no lo acepta.
22-23: Respuesta solemne de Jesús a Pedro.
c) El texto:
Llegado Jesús a la región
de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dicen
los hombres que es el Hijo del hombre?" Ellos dijeron: "Unos, que
Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los
profetas."
Díceles él: "Y
vosotros ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro contestó: "Tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios vivo."
Replicando Jesús le dijo:
"Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto
la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te
digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas
del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los
Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que
desates en la tierra quedará desatado en los cielos." Entonces mandó a sus
discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
Desde entonces comenzó
Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho
de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y
resucitar al tercer día.
Tomándole aparte Pedro, se
puso a reprenderle diciendo: "¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te
sucederá eso!" Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: "¡Quítate de mi
vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de
Dios, sino los de los hombres!
3. UN MOMENTO DE
SILENCIO ORANTE
para que la Palabra de
Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. ALGUNAS PREGUNTAS
para ayudarnos en la
meditación y en la oración.
a) ¿Qué punto ha llamado más
mi atención?
b) ¿Cuáles son las opiniones del pueblo sobre Jesús? ¿Qué piensan Pedro y los discípulos sobre Jesús?
c) ¿Quién es Jesús para mi? ¿Quién soy yo para Jesús?
d) Pedro es piedra de dos modos: ¿cuáles?
e) ¿Qué tipo de piedra es nuestra comunidad?
f) En el texto aparecen muchas opiniones sobre Jesús y varias maneras de presentarse la fe. Hoy también existen muchas opiniones diferentes sobre Jesús. ¿Qué opiniones son las conocidas por nuestra comunidad? ¿Qué misión resulta de todo esto para nosotros?
b) ¿Cuáles son las opiniones del pueblo sobre Jesús? ¿Qué piensan Pedro y los discípulos sobre Jesús?
c) ¿Quién es Jesús para mi? ¿Quién soy yo para Jesús?
d) Pedro es piedra de dos modos: ¿cuáles?
e) ¿Qué tipo de piedra es nuestra comunidad?
f) En el texto aparecen muchas opiniones sobre Jesús y varias maneras de presentarse la fe. Hoy también existen muchas opiniones diferentes sobre Jesús. ¿Qué opiniones son las conocidas por nuestra comunidad? ¿Qué misión resulta de todo esto para nosotros?
5. UNA CLAVE DE LECTURA
para profundizar en el
tema.
i) El contexto:
En las partes narrativas
de su Evangelio, Mateo acostumbra seguir el orden del Evangelio de Marcos. Tal
vez él cita otra fuente conocida por él y por Lucas. Pocas veces presenta
informaciones propias que aparezcan sólo en su Evangelio, como en el caso del evangelio
de hoy. Este texto, con el diálogo entre Jesús y Pedro, recibe diversas
interpretaciones, incluso hasta opuestas, en las iglesias cristianas. En la
iglesia católica constituye el fundamento del primado de Pedro. Sin disminuir a
propósito la importancia de este texto, conviene situarlo en el contexto del
Evangelio de Mateo, en el cual, en otros textos las mismas cualidades
conferidas a Pedro son atribuidas casi todas también a otras personas. No son
una exclusiva de Pedro.
ii) Comentario del
texto:
a) Mateo: 16,13-16: Las
opiniones del pueblo y de los discípulos con respecto a Jesús.
Jesús quiere saber la
opinión del pueblo sobre su persona. Las respuestas son muy variadas: Juan
Bautista, Elías, Jeremías, uno de los profetas. Cuando Jesús pide la opinión a
los mismos discípulos, Pedro en nombre de todos, dice: "¡Tú eres el Cristo
el Hijo de Dios vivo!" Esta respuesta de Pedro no es nueva. Anteriormente,
después de caminar sobre las aguas, ya los mismos discípulos habían hecho una
confesión de fe semejante: "¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!"
(Mt 14, 33). Es el reconocimiento de que en Jesús se realizan las profecías del
Antiguo Testamento. En el Evangelio de Juan la misma profesión de fe se hace
por medio de Marta: "¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que ha venido a
este mundo!" (Jn 11,27).
b) Mateo: 16-17: La
respuesta de Jesús a Pedro: ¡Dichoso tú, Pedro!
Jesús proclama
"dichoso" a Pedro, porque ha recibido una revelación del Padre.
Tampoco aquí es nueva la respuesta de Jesús. Anteriormente Jesús había hecho
una idéntica proclamación de beatitud a los discípulos porque veían y oían
cosas que ninguno antes había conocido (Mt 13,16), y había alabado al Padre
porque había revelado el Hijo a los pequeños y no a los sabios (Mt 11,25).
Pedro es uno de los pequeños a los que el Padre se revela. La percepción de la
presencia de Dios en Jesús no "viene de la carne ni de la sangre", o
sea, no es fruto de estudio, ni es mérito de ningún esfuerzo humano, sino que
es un don que Dios concede a quien quiere.
c) Mateo: 16,18-20: Las
calificaciones de Pedro: Ser piedra de fundamento y recibir en posesión las
llaves del Reino.
1. Ser Piedra: Pedro debe
ser la piedra, a saber, debe ser el fundamento firme para la Iglesia, de modo
que pueda resistir contra los asaltos de las puertas del infierno. Con estas
palabras de Jesús a Pedro, Mateo animaba a las comunidades de la Siria o de la
Palestina, que sufrían y eran perseguidas y que veían en Pedro el jefe que las
había sellado desde los orígines. A pesar de ser débiles y perseguidas, ellas
tenían un fundamento sólido, garantizado por la palabra de Jesús. En aquel
tiempo, las comunidades cultivaban una estrecha relación afectiva muy fuerte
con los jefes que habían dado origen a la comunidad. Así las comunidades de la Siria
y Palestina cultivaban su relación con la persona de Pedro. La de la Grecia con
la persona de Pablo. Algunas comunidades de Asia con la persona del Discípulo
amado y otras con la persona de Juan el del Apocalipsis. Una identificación con
estos jefes de sus orígines les ayudaba a cultivar mejor la propia identidad y
espiritualidad. Pero podía ser también motivo de conflicto, como en el caso de
la comunidad de Corinto (1Cor 1,11-12). Ser piedra como fundamento de la fe
evoca la palabra de Dios al pueblo en el destierro de Babilonia: "Oídme
vosotros, los que seguís la justicia, los que buscáis a Yahvé. Considerad la
roca de la que habéis sido tallados y la cantera de la que habéis sido sacados.
Mirad a Abrahán, vuestro padre y a Sara que os dio a luz; porque sólo a él lo
llamé yo, lo bendije y lo multipliqué." (Is 51,1-2). Aplicada a Pedro,
esta cualidad de piedra-fundamento, indica un nuevo comienzo del pueblo de
Dios.
2. Las llaves del Reino:
Pedro recibe las llaves del Reino para atar y desatar, o sea, para reconciliar
entre ellos y con Dios . El mismo poder de atar y desatar se les ha sido dado a
las comunidades (Mt 18,8) y a los discípulos (Jn 20,23). Uno de los puntos en
el que el Evangelio de Mateo insiste más, es el de la reconciliación y el
perdón. (Mt 5,7.23-24.38-42.44-48; 6,14-15; 18,15-35). El hecho es que en los
años 80 y 90, allá en la Siria existían muchas tensiones en las comunidades y
divisiones en las familias por causa de la fe en Jesús. Algunos lo aceptaban
como Mesías y otros no, y esto era fuente de muchos desavenencias y conflictos.
Mateo insiste sobre la reconciliación. La reconciliación era y sigue siendo uno
de los más importantes deberes de los coordinadores de las comunidades.
Imitando a Pedro, deben atar y desatar, esto es, trabajar para que haya
reconciliación, aceptación mutua, construcción de la verdadera fraternidad.
3. La Iglesia: La palabra
Iglesia, en griego ekklesia, aparece 105 veces en el Nuevo Testamento, casi
exclusivamente en las Actas de los Apóstoles y en las Cartas. Sólamente tres
veces en los Evangelios, y sólo en Mateo. La palabra significa" asamblea
convocada" o " asamblea elegida". Esta indica el pueblo que se
reúne convocado por la Palabra de Dios, y trata de vivir el mensaje del Reino
que Jesús nos ha traído. La Iglesia o la comunidad no es el Reino, sino un
instrumento y una señal del Reino. El Reino es más grande. En la Iglesia, en la
comunidad, debe o debería aparecer a los ojos de todos, lo que sucede cuando un
grupo humano deja a Dios reinar y tomar posesión de su vida.
d) Mateo: 16,21-22: Jesús
completa lo que falta en la respuesta de Pedro y éste reacciona y no acepta.
Pedro había confesado:
"¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo!" Conforme a la ideología
dominante del tiempo, él se imaginaba un Mesías glorioso. Jesús lo corrige: Es
necesario que el Mesías sufra y sea muerto en Jerusalén". Diciendo
"es necesario", Él indica que el sufrimiento ya estaba previsto en
las profecías (Is 53, 2-8). Si los discípulos aceptan a Jesús como Mesías e
Hijo de Dios, deben aceptarlo también como Mesías Siervo que va a morir. ¡No
sólo el triunfo de la gloria, sino también el camino de la cruz! Pero Pedro no
acepta la corrección de Jesús y trata de disuadirlo.
e) Mateo: 16-23: La
respuesta de Jesús a Pedro: piedra de escándalo.
La respuesta de Jesús es
sorprendente: "¡Retírate de mi, Satanás! Tú me sirves de escándalo, porque
no sientes las cosas de Dios sino la de los hombres". Satanás es el que
nos aparta del camino que Dios ha trazado para nosotros. Literalmente Jesús dice:
"¡Colócate detrás de mi!" (Vada retro! En latín). Pedro quería tomar
la guía e indicar la dirección del camino. Jesús dice: "¡Detrás de
mí!" Quien señala la dirección y el ritmo no es Pedro, sino Jesús. El
discípulo debe seguir al maestro. Debe vivir en conversión permanente. La
palabra de Jesús era también un mensaje para todos aquéllos que guiaban la
comunidad. Ellos deben "seguir" a Jesús y no pueden colocarse delante
como Pedro quería hacer. Non son ellos los que pueden indicar la dirección o el
estilo. Al contrario, como Pedro, en vez de piedra de apoyo, pueden convertirse
en piedra de escándalo. Así eran algunos jefes de las comunidades en tiempos de
Mateo. Había ambigüedad. ¡Así nos puede suceder a nosotros hoy!
iii) Ampliando
informaciones del evangelio sobre Pedro: un retrato de San Pedro
Pedro de pescador de peces
se transformó en pescador de hombres (Mc 1,7). Estaba casado (Mc 1,30). Hombre
bueno, muy humano. Estaba llamado naturalmente a ser el jefe entre los doce
primeros discípulos de Jesús. Jesús respetó esta tendencia natural e hizo de
Pedro el animador de su primera comunidad (Jn 21, 17). Antes de entrar en la
comunidad de Jesús, Pedro se llamaba Simón bar Jona (Mt 16,17), Simón hijo de
Jonás. Jesús le dió el sobrenombre de Cefas o Piedra, que luego se convirtió en
Pedro. (Lc 6,14).
Por naturaleza, Pedro
podía serlo todo, menos una piedra. Era valiente en el hablar, pero a la hora
del peligro se dejaba llevar del miedo y huía. Por ejemplo, aquella vez que
Jesús llegó caminando sobre las aguas, Pedro pidió: "Jesús, ¿puedo yo
también ir a ti sobre las aguas?" Jesús respondió "¡Ven, Pedro!"
Pedro desciende de la barca, se pone a caminar sobre las aguas. Pero cuando
llega una ola un poco más alta de lo acostumbrado, se asusta, comienza a
hundirse y exclama: "¡Sálvame, Señor!" Jesús lo tomó de la mano y lo
salvó (Mt 14, 28-31). En la última cena, Pedro dice a Jesús: "¡Yo no te
negaré jamás, Señor!" (Mc 14,31), pero pocas horas después, en el palacio
del sumo sacerdote, delante de una sierva, cuando Jesús ya había sido
arrestado, Pedro negó con juramento el tener algo que ver con Jesús (Mc 14,
66-72). En el huerto de los olivos, cuando Jesús fue arrestado, él llega hasta
desenvainar la espada (Jn 18, 10), pero luego huyó, dejando solo a Jesús (Mc 14,50).
Por naturaleza ¡Pedro no era piedra!
Sin embargo, este Pedro
tan débil y tan humano, tan igual a nosotros, se convirtió en Piedra, porque
Jesús ha rezado por él diciendo: "¡Pedro, yo he orado por ti, para que no
desfallezca tu fe. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos!" (Lc
22,31-32). Por esto, Jesús podía decir: "¡Tú eres Pedro y sobre esta
piedra yo edificaré mi Iglesia!" (Mt 16,18). Jesús le ayudó a ser piedra.
Después de la resurrección, en Galilea, Jesús se apareció a Pedro y le pidió
dos veces: "¿Pedro me amas?" Y Pedro dos veces respondió:
"Señor, Tú sabes que te amo.". " (Jn 21, 15.16). Cuando Jesús
hizo la misma pregunta por tercera vez, Pedro se entristeció. Debió recordar
que lo había negado tres veces. A la tercera pregunta, él respondió:
"Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que yo te amo". Y fue en aquel
momento cuando Jesús le confió el cuidado de las ovejas, diciendo: ¡Pedro,
apacientas mis ovejas! Con la ayuda de Jesús la firmeza de la piedra crecía en
Pedro y se reveló en el día de Pentecostés.
En el día de Pentecostés,
después de la venida del Espíritu Santo, Pedro abrió la puerta de la sala,
donde estaban todos reunidos, a puertas cerradas por miedo de los judíos (Jn
20,19), se llenó de valor y comenzó a anunciar la Buena Noticia de Jesús al
pueblo (Act 2,14-40). ¡Y no se paró nunca más! Por causa de este anuncio
valeroso de la resurrección, fue arrestado (Act 4,3). En el interrogatorio le
fue prohibido anunciar la buena noticia (Act 4,18), pero Pedro no obedeció la
prohibición. Él decía: "¡Nosotros pensamos que debemos obedecer a Dios
antes que a los hombres!" (Act 4, 19; 5,29). Fue arrestado de nuevo y (Act
5,18.26). Fue castigado (Act 5,40). Pero el dijo: "Muchas gracias. Pero
nosotros continuaremos" (cfr Act 5,42).
La tradición cuenta que,
al final de su vida, cuando estaba en Roma, Pedro tuvo todavía un momento de
miedo. Pero luego volvió sobre sus pasos, fue arrestado y condenado a la muerte
de cruz. Él pidió que le crucificasen con la cabeza hacia abajo. Pensaba que no
era digno de morir del mismo modo que su maestro Jesús. ¡Pedro fue fiel así
mismo hasta el final!
6. SALMO 103 (102)
Acción de gracias
Bendice, alma mía, al
Señor,
el fondo de mi ser, a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
nunca olvides sus beneficios.
Él, que tus culpas perdona,
que cura todas tus dolencias,
rescata tu vida de la fosa,
te corona de amor y ternura,
satura de bienes tu existencia,
y tu juventud se renueva como la del águila.
El Señor realiza obras de justicia
y otorga el derecho al oprimido,
manifestó a Moisés sus caminos,
a los hijos de Israel sus hazañas.
Yahvé es clemente y compasivo,
lento a la cólera y lleno de amor;
no se querella eternamente,
ni para siempre guarda rencor;
no nos trata según nuestros yerros,
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se alzan sobre la tierra los cielos,
igual de grande es su amor con sus adeptos;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros crímenes.
Como un padre se encariña con sus hijos,
así de tierno es Yahvé con sus adeptos;
que él conoce de qué estamos hechos,
sabe bien que sólo somos polvo.
¡El hombre! Como la hierba es su vida,
como la flor del campo, así florece;
lo azota el viento y ya no existe,
ni el lugar en que estuvo lo reconoce.
Pero el amor de Yahvé es eterno
con todos que le son adeptos;
de hijos a hijos pasa su justicia,
para quienes saben guardar su alianza,
y se acuerdan de cumplir sus mandatos.
Yahvé asentó su trono en el cielo,
su soberanía gobierna todo el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
héroes potentes que cumplís sus órdenes
en cuanto oís la voz de su palabra.
Bendecid a Yahvé, todas sus huestes,
servidores suyos que hacéis su voluntad.
Bendecid a Yahvé, todas sus obras,
en todos los lugares de su imperio.
¡Bendice, alma mía, al Señor!
el fondo de mi ser, a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
nunca olvides sus beneficios.
Él, que tus culpas perdona,
que cura todas tus dolencias,
rescata tu vida de la fosa,
te corona de amor y ternura,
satura de bienes tu existencia,
y tu juventud se renueva como la del águila.
El Señor realiza obras de justicia
y otorga el derecho al oprimido,
manifestó a Moisés sus caminos,
a los hijos de Israel sus hazañas.
Yahvé es clemente y compasivo,
lento a la cólera y lleno de amor;
no se querella eternamente,
ni para siempre guarda rencor;
no nos trata según nuestros yerros,
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se alzan sobre la tierra los cielos,
igual de grande es su amor con sus adeptos;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros crímenes.
Como un padre se encariña con sus hijos,
así de tierno es Yahvé con sus adeptos;
que él conoce de qué estamos hechos,
sabe bien que sólo somos polvo.
¡El hombre! Como la hierba es su vida,
como la flor del campo, así florece;
lo azota el viento y ya no existe,
ni el lugar en que estuvo lo reconoce.
Pero el amor de Yahvé es eterno
con todos que le son adeptos;
de hijos a hijos pasa su justicia,
para quienes saben guardar su alianza,
y se acuerdan de cumplir sus mandatos.
Yahvé asentó su trono en el cielo,
su soberanía gobierna todo el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
héroes potentes que cumplís sus órdenes
en cuanto oís la voz de su palabra.
Bendecid a Yahvé, todas sus huestes,
servidores suyos que hacéis su voluntad.
Bendecid a Yahvé, todas sus obras,
en todos los lugares de su imperio.
¡Bendice, alma mía, al Señor!
7. ORACIÓN FINAL
Señor Jesús, te damos
gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que
tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo
que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos
no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y
reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los
siglos. Amén
Orden de los Carmelitas