sábado, 12 de julio de 2014

« ¡No teman!»

¡Amor y paz!

Sigue el sermón misionero de Jesús a sus apóstoles, en el que les da oportunos avisos para su trabajo de evangelizadores.

Insiste de nuevo en el anuncio de las persecuciones. Esta vez la comparación es del mundo de la enseñanza: si a Jesús, el Maestro, le habían calumniado y tramaban su muerte, lo mismo pueden esperar sus discípulos.
Pero no tienen que dejarse acobardar:

- «nada hay escondido que no llegue a saberse»: el tiempo dará la razón a los que la tienen;
- todos estamos en las manos de Dios: si él se cuida hasta de los gorriones del campo, cuánto más de sus fieles;
- y el mismo Jesús saldrá en ayuda de los suyos: «si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo».

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la XIV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga...

Evangelio según San Mateo 10,24-33.
Jesús dijo a sus apóstoles: "El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa! No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena. ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres." 
Comentario

«No teman». Es la frase que más se repite en el pasaje de hoy.

Jesús avisó muchas veces a los suyos de que iban a tener dificultades en su misión. No les prometió éxitos fáciles o que iban a ser bien recibidos en todas partes. Al contrario, les dijo -nos dijo- que el discípulo no será más que el maestro. Y el Maestro había sido calumniado, perseguido, condenado a la cruz.

Pero este anuncio va unido a otro muy insistente: la confianza. «No teman». No es el éxito inmediato delante de los hombres lo que cuenta. Sino el éxito de nuestra misión a los ojos de Dios, que ve, no sólo las apariencias, sino lo interior y el esfuerzo que hemos hecho. Si nos sentimos hijos de ese Padre, y hermanos y testigos de Jesús, nada ni nadie podrá contra nosotros, ni siquiera las persecuciones y la muerte.

El ejemplo lo tenemos en el mismo Jesús, que fue objeto de contradicciones y acabó en la cruz. Pero nunca cedió, no se desanimó y siguió haciendo oír su voz profética, anunciando y denunciando, a pesar de que sabía que incomodaba a los poderosos. Y salvó a la humanidad y fue elevado a la gloria de la resurrección.

Las pruebas y las dificultades de la vida -las que nacen dentro de nosotros mismos, o en el seno de la comunidad o fuera de ella- no nos deben extrañar ni asustar. La comunidad de Jesús lleva un mensaje que, a veces, choca contra los intereses y los valores que promueve este mundo. Nos pueden perseguir, pero la fuerza del Espíritu de Dios nos asiste en todo momento. No nos cansemos, ni nos avergoncemos de dar testimonio de Cristo, y sigamos anunciando a plena luz, a los cercanos y a los lejanos, la buena noticia de la salvación que Dios nos ofrece.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 134-138