¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este jueves de la 27ª semana del tiempo ordinario.
Dios nos bendice...
Libro de Malaquías
3,13-20a.
Ustedes hablan duramente
contra mí, dice el Señor,
y todavía preguntan:
"¿Qué hemos dicho contra ti?". Ustedes dicen: "Es inútil servir
a Dios, ¿y qué ganamos con observar sus mandamientos o con andar enlutados
delante del Señor de los ejércitos?
Por eso llamamos felices a
los arrogantes: ¡prosperan los que hacen el mal; desafían a Dios, y no les pasa
nada!".
Entonces se hablaron unos
a otros los que temen al Señor. El Señor prestó atención y escuchó: ante él se
escribió un memorial, en favor de los que temen al Señor y respetan su Nombre.
Ellos serán mi propiedad
exclusiva, dice el Señor de los ejércitos, en el Día que yo preparo. Yo tendré
compasión de ellos, como un hombre tiene compasión de su hijo que lo sirve.
Ustedes volverán a ver la
diferencia entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no lo
sirve.
Porque llega el Día,
abrasador como un horno. Todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como
paja; el Día que llega los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no
dejarles raíz ni rama.
Pero para ustedes, los que
temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos, y
saldrán brincando como terneros bien alimentados.
Salmo 1,1-2.3.4.6.
¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de
los malvados,
ni se detiene en el camino
de los pecadores,
ni se sienta en la reunión
de los impíos,
sino que se complace en la
ley del Señor
y la medita de día y de
noche!
Él es como un árbol
plantado al borde de las
aguas,
que produce fruto a su
debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se
marchitan:
todo lo que haga le saldrá
bien.
No sucede así con los
malvados:
ellos son como paja que se
lleva el viento.
Porque el Señor cuida el
camino de los justos,
pero el camino de los
malvados termina mal.
Evangelio según San Lucas
11,5-13.
Jesús dijo a sus
discípulos:
"Supongamos que
alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle:
'Amigo, préstame tres panes,
porque uno de mis amigos
llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle',
y desde adentro él le
responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo
estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'.
Yo les aseguro que, aunque
él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa
de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan
y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.
Porque el que pide,
recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Hay entre ustedes algún
padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado,
le dará en su lugar una serpiente?
¿Y si le pide un huevo, le
dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos,
saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el
Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!".
Comentario
1. El Día Terrible
1.1 Pienso que el lenguaje
de la primera lectura de hoy en una primera impresión resulta lejano para
nuestro tiempo. Lejano e incómodo. Muchos de nosotros hemos aprendido tanto del
amor de Dios y se nos ha enseñado tanto a rechazar como "falso rostro"
al Dios castigador, que nos rebelamos espontáneamente frente a ese lenguaje de
un día terrible de juicio que está por venir sobre el mundo.
1.2 Y por eso pienso que,
así como para algunas personas es difícil aceptar la ternura de Dios, es
posible que nosotros nos estemos volviendo miopes o ciegos a ciertos aspectos
de la revelación bíblica que no niegan esa ternura pero que sí nos recuerdan
con cuánta intensidad ama Dios la justicia.
1.3 Miremos en efecto la
altanería del mal cuando alcanza el poder. Miremos el cinismo del que engaña al
inocente, o la crueldad del que se burla del pobre. Miremos al que hace de la
religión un negocio para alimentar sus diversiones repugnantes o sus bajas
pasiones. Miremos al que justifica en nombre de Dios un crimen o envía a muerte
segura a quienes le apoyan. Miremos al ingrato que se sacia en su habilidad
para defraudar a otros, o miremos al que invoca sobre los demás las fuerzas del
demonio. Miremos todo eso, y preguntémonos si la SOLA ternura tiene una palabra
eficaz qué decir en todos esos casos.
1.4 Seamos sinceros y
dejemos que hable el corazón, a ver si no esperaríamos todos que al final
hubiera justicia, a ver si no le damos razón a Malaquías cuando nos invita a
esperar que llegue ese momento en que el Señor diga: "Entonces verán la
diferencia entre los buenos y los malos, entre los que obedecen a Dios y los
que no lo obedecen...".
2. Insistir en la oración
2.1 Por su parte, el texto
del evangelio nos invita a cultivar dos de las cualidades propias de la
verdadera oración: la confianza y la perseverancia.
2.2 Aparentemente estas
dos virtudes de la oración se oponen: el que confía no tendría que insistir
mucho, y el que insiste en su punto de vista y en su ruego parece que no se
está abandonando realmente en el querer divino. Mas Cristo nos llama a cultivar
las dos cosas: confianza y perseverancia.
2.3 La confianza es como
el motor, es la fuente, es el impulso. La perseverancia es como el
reconocimiento de que nuestra voluntad necesita prepararse para acoger la
voluntad divina. En el fondo, va unida a la humildad. Es propio del soberbio
poner condiciones: "ahora o nunca". El humilde, persevera.
2.4 Con otras palabras: el
puente que une confianza y perseverancia se llama "humildad". El
humilde se vuelve niño que confía y se vuelve amigo que sabe que la hora de su
amigo será siempre la mejor hora.
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