¡Amor y paz!
Hacia el final de su última reunión con sus
discípulos, la tarde del Jueves santo, el tono de Jesús cambia. Juan nos lo
muestra rogando al Padre como a su único interlocutor. Pronuncia la que se ha llamado 'Oración sacerdotal', hoy en su primera parte.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y e l comentario, en este martes de la 7ª. Semana de Pascua.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 17,1-11a.
Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo: "Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado. Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera. Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti."
Comentario
"Padre, llegó la hora; glorifica a tu Hijo,
para que el Hijo te glorifique".
Este verbo "glorificar" se repetirá
cuatro veces en unas pocas frases. Esta palabra expresa una densidad de oración
de una intensidad extrema: la "gloria", para toda la tradición
bíblica, era lo propio de Dios. La palabra hebrea "Kabod" sugiere la
idea de "peso". A diferencia de nuestra lengua, la "Gloria"
no es pues sobre todo este "brillante exterior del renombre" que
desgraciadamente puede existir sin valor real... sino que justamente es aquel
peso real de un ser lo que define su importancia efectiva.
Lo que Jesús pide a Dios, su Padre, es que esta
Gloria divina se manifieste a la hora misma de su muerte.
-El dará la vida eterna a todos los que Tú le diste
y la vida eterna es que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado,
Jesucristo.
La gloria de Dios, es la salvación del hombre, y la
salvación del hombre, es el conocimiento de Dios.
La "vida"... "conocer a Dios".
La "vida eterna..." Esta vida ha empezado
ya en la medida en que avanzamos en este conocimiento, que no es sobre todo un
avanzar intelectual, sino la unión de todo nuestro ser con Dios. Ciertas
personas muy sencillas tienen un profundo conocimiento de Dios, que no alcanzan
a tener jamas ciertos sabios.
¡Danos, Señor, este conocimiento vital de ti!
-He manifestado tu nombre a los hombres que de este
mundo me has dado. Tuyos eran y Tú me los diste y ellos han puesto por obra tu
palabra.
La segunda palabra importante, después de la de
glorificar es la de "dar: en la única página del evangelio de hoy, Jesús
la pronuncia diez veces...
El Padre ha "dado" poder al Hijo...
ha "dado" la Gloria al Hijo...
ha "dado" palabras al Hijo...
Y Jesús "da" la vida eterna a los
hombres...
"da" las palabras del Padre a los
hombres...
Sí, la obra de Jesús, es hacer participar a la
humanidad en todo lo que ha recibido del Padre. Dar. Darse. Actitudes
esenciales del amor.
-Todo lo que es mío es tuyo, todo lo que es tuyo es
mío.
Es una de las más perfectas definiciones del amor,
de la Alianza. He aquí lo que Jesús decía de Dios, he aquí lo que él decía a
Dios.
¿Puedo yo mismo repetirlo pensando en Dios?
Pensando también en todos aquellos a quienes creo amar...
Verdaderamente ¿hago participar de lo mío a los
demás?
¿Es verdad también que no guardo nada? Señor Jesús,
ven a enseñarnos a amar de verdad.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 252 s.
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 252 s.