¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este viernes de la 9ª semana del Tiempo
Ordinario, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Marcos
12,35-37
Lectio
Viernes, 5 de junio de 2020
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Señor, nos acogemos confiadamente a tu providencia, que nunca se equivoca;
y te suplicamos que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquellos
beneficios que pueden ayudarnos para la vida presente y la futura. Por nuestro
Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Marcos 12,35-37
Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra
hasta que ponga a tus enemigos
debajo de tus pies.
El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?» La muchedumbre le oía con agrado.
3) Reflexión
• En el evangelio de anteayer, Jesús criticó la doctrina de los
saduceos (Mc 12,24-27). En el evangelio de hoy, critica la enseñanza de los
doctores de la ley. Y esta vez su crítica no apunta a la incoherencia de sus
vidas, sino a una enseñanza que transmiten a la gente. En otra ocasión, Jesús
había criticado su incoherencia y había dicho a la gente: “Los doctores de la
Ley y los fariseos tienen autoridad para interpretar la Ley de Moisés. Por
esto, ustedes tienen que hacer todo lo que les dicen. Pero no imiten sus
acciones, pues hablan pero no practican” (Mt 23.2-3). Ahora, Jesús tiene una
reserva de cara a la relación con los que enseñan de cara a la esperanza mesiánica,
y basa su crítica en argumentos sacados de la Biblia.
• Marcos 12,35-36: La enseñanza de los doctores de la Ley sobre el Mesías. La propaganda oficial tanto del gobierno como de los doctores de la Ley decía que el mesías vendría como Hijo de David. Era una manera de enseñar que el mesías sería un rey glorioso, fuerte y dominador. Así fue el grito de la gente el Domingo de Ramos:"¡Bendito el Reino que viene de nuestro padre David!" (Mc 11,10). Así también gritó el ciego de Jericó: "Jesús, hijo de David, ten piedad de mí!" (Mc 10,47).
• Marcos 12,37: Jesús cuestiona la enseñanza de los doctores sobre el
Mesías. Jesús cuestiona esta enseñanza de los doctores. Cita un salmo de David:
“El Señor dijo a mi señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus
enemigos debajo de tus pies!” (Sal 110,1) Y Jesús añade: “El mismo David le
llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?» Esto significa que Jesús no
concordaba mucho con esta idea de un mesías, Señor Glorioso, que vendría como
rey poderoso para dominar e imponerse sobre todos los enemigos. Marcos añade
que a la gente le gustó la crítica de Jesús. De hecho, la historia informa que
los “pobres de Javé “ (anawim) esperaban al mesías no como dominador, sino como
siervo de Dios para la humanidad.
• Las diversas formas de esperanza mesiánica. A lo largo de los
siglos, la esperanza mesiánica fue creciendo, tomando diversas formas. Casi
todos los grupos y los movimientos de la época de Jesús esperaban la llegada
del Reino, pero cada uno a su manera: fariseos, escribas, esenos, zelotes,
herodianos, saduceos, los profetas populares, los discípulos de Juan el
Bautista, los pobres de Yavé. Podemos distinguir tres tendencias en la
esperanza mesiánica del pueblo en el tiempo de Jesús.
a) Mesías como enviado personal de Dios: Para unos, el futuro Reino
tenía que llegar mediante un enviado de Dios, llamado Mesías o Cristo. Sería
ungido para poder realizar esta misión (Is 61,1). Algunos esperaban que él
fuera un profeta; otros, que fuera un rey, un discípulo o un sacerdote.
Malaquías, por ejemplo, espera al profeta Elías (Mal 3,23-24). El Salmo 72
espera a un rey ideal, un nuevo David. Isaías ahora espera a un discípulo (Is
50,4), ahora a un profeta (Is 61,1). El espíritu impuro gritaba: "¡Yo sé
que tú eres el Santo de Dios! (Mc 1, 24). Señal de que también había gente que
esperaba a un mesías que fuera sacerdote (Santo o Santificado). Los pobres de
Yavé (anawim) esperaban al Mesías como el “Siervo de Dios”, anunciado por
Isaías.
b) Mesianismo sin mesías. Para otros, el futuro llegaría de repente,
sin mediación ni ayuda de nadie. Dios mismo vendría en persona para realizar
las profecías. NO habría un mesías propiamente dicho. Sería un mesianismo sin
mesías. Esto ya se percibe en el libro de Isaías, donde Dios mismo viene
llegando y trae la victoria en la mano (Is 40,9-10; 52,7-8).
c) El Mesías ya llegó: Había también grupos que no esperaban ya al
mesías. Para ellos la situación presente debía de continuar como era, pues
pensaban que el futuro había llegado ya. Estos grupos no eran populares. Por
ejemplo, los saduceos no esperaban al mesías. Los herodianos pensaban que
Herodes fuera el rey mesiánico.
• La luz de la resurrección. La Resurrección de Jesús es la luz que,
de repente, ilumina todo el pasado. A la luz de la resurrección, los cristianos
comenzaron a releer el Antiguo Testamento y descubrieron sentidos nuevos que
antes no podían ser descubiertos, porque les faltaba luz (cf 2Cor 3,15-16). Y
en el AT ellos buscaban las palabras para expresar la nueva vida que estaban viviendo
en Cristo. Y allí encontraron la mayor parte de los títulos de Jesús. Mesías
(Sal 2,2), Hijo del Hombre (Dn 7,13; Ez 2,1), Hijo de Dios (Sal 2,7; 2 Sm
7,13), Siervo de Yavé (Is 42,1; 41,8), Redentor (Is 41,14; Sl 19,15; Rt 4,15),
Señor (LXX) (¡casi 6000 veces!). Todos los grandes temas del AT desembocan en
Jesús y encuentran en él su plena realización. En la resurrección de Jesús
germina la semilla y, según lo dicho por las Padres de la Iglesia, todo el AT
se vuelve Nuevo Testamento.
4) Para la reflexión personal
• ¿Cuál es tu esperanza para el futuro del mundo en que vivimos?
• La fe en la Resurrección ¿influye en tu manera de vivir la vida?
• La fe en la Resurrección ¿influye en tu manera de vivir la vida?
5) Oración final
Espero tu salvación, Señor,
y cumplo tus mandamientos.
Guardo tus ordenanzas y dictámenes,
tienes presente todos mis caminos. (Sal 119:166,168)
y cumplo tus mandamientos.
Guardo tus ordenanzas y dictámenes,
tienes presente todos mis caminos. (Sal 119:166,168)
Orden de los Carmelitas