domingo, 19 de julio de 2009

JESÚS SE COMPADECE DE QUIENES ANDAN COMO OVEJAS SIN PASTOR

¡Amor y paz!

Hace ocho días, Jesús envió a sus apóstoles y hoy los acoge cuando están de regreso. El Pastor recibe a los pastores, se compadece de ellos y los envía a descansar. Pero también siente compasión de la multitud, porque “eran como ovejas sin pastor” y entonces se pone a enseñarles.

Hoy, muchos están en iguales o peores condiciones que aquella multitud de la que nos habla el evangelista Marcos, hoy domingo (XVI del T.O.): deambulan de aquí para allá sin un sentido para vivir y sufren en soledad la incomprensión de sus hermanos.

Es un llamado urgente a hombres y mujeres, nobles y generosos, para que sientan compasión y actúen en favor de tantos y tantos que andan sin guía por el mundo y los conduzcan a Jesús, el Buen Pastor.

Dios los bendiga…

EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 6,30-34.

Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

COMENTARIO

¿En qué consiste este "compadecerse" de Jesús por la gran muchedumbre? Hay compasión y com-pasión. Una es sentir lástima por el que sufre, humillando al otro con una mirada de conmiseración. La otra, la auténtica com-pasión evangélica, es sentir y sufrir con el otro; es hacer propios los sufrimientos de los demás. No es compadecer «a» los demás, sino "padecer-con", «sentir-con-los-otros».

Jesús, el Buen Pastor, llevó esta su actitud de sufrir-con-el-otro hasta el extremo: da su vida por las ovejas, muere por ellas, en lugar de ellas y para ellas.

El evangelio de hoy nos muestra a Jesús en dos gestos de genuina y auténtica com-pasión: con los apóstoles, invitándolos a un justo descanso; con el pueblo hambriento, alimentándolo con su Palabra y después con pan y peces, como veremos en los próximos domingos.

Ahora podemos cerrar los ojos por un instante y pensar, ver, sentir a todo nuestro pueblo, sobre todo al que sufre, al que lucha por sus justas reivindicaciones, al que camina, se ilusiona y se frustra, al que está disperso como un rebaño sin pastor.

¿Nos sentimos parte de ese pueblo? ¿Dónde termina lo que llamamos «nuestra» comunidad? ¿Qué significa para nosotros, cristianos que vamos a misa, vivir aquí y ahora, en cada país, en cada ciudad, en cada comunidad? ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar por los hermanos necesitados? ¿No hemos descansado ya lo suficiente en el reducto de nuestro hogar y de nuestro pequeño círculo laboral como para que miremos a quienes se están preguntando si Cristo los tiene olvidados?



Con algunas ideas de : SANTOS BENETTI. EL PROYECTO CRISTIANO. Ciclo B. 3ºEDICIONES PAULINAS. MADRID 1978. Págs. 135 ss. http://www.mercaba.org/